Cicatrices
No son los años los que marcan la piel,
son las heridas que no logras ver:
los besos de plástico, fríos al besar,
los abrazos que ahogan sin querer sanar.
La mano que promete y nunca llegó,
las medias verdades que envenenó
el sueño que un día voló en mil pedazos,
las risas que el viento se llevó al pasado.
Amigos que un día juraron lealtad,
hoy son fantasmas de otra realidad.
Los “no te mereces” que gritó la suerte,
amores fugaces... semillas sin muerte.
Las palabras cortantes, cuchillos de voz,
los silencios que esconden su dosis de hiel.
Las lágrimas guardadas en cajones viejos,
y el peso del miedo carcomiendo espejos.
El tiempo no cambia, solo ordena el dolor:
coloca cada recuerdo en su rincón.
La vida es maestra de huesos y barro,
nos enseña a luchar con los ojos abiertos.
¿De qué sirve el llanto si no hay quien lo vea?
Mejor despertarse aunque duela la idea.
Prefiero un dolor que me quite la venda
que vivir dormido en una leyenda.
Porque la ceguera no es falta de luz,
es miedo a encontrar lo que oculta la cruz.
Y aunque los golpes dejen el alma marcada,
solo así se aprende... *cuando duele la almohada*.
La vida no avisa, tampoco perdona,
pero en cada grieta nace una persona.
Más vale tropezar y ver el camino
que andar sin caer... ¡y morir de destino!
—Luis Barreda/LAB