LO QUE ME GUSTA ES ANDAR
Lo que me gusta es andar,
andar en medio del tiempo mientras sé
que todo se detiene. Lo que se hereda
de un pasado tan lleno de dulzura
y con imágenes perpetuas.
¿Qué dice este sonido de los astros
o el comienzo del invierno
cuando brilla el solitario liquen?
Ahora es posible
andar por un mundo nuevo, con todo
lo que falta por hacer y no se nombra,
con todo lo que callo o lo que surge
y luego desestimo.
Es curioso que el tiempo tenga aquí
su propio mecanismo de defensa
y su control sobre los pájaros.
Anoche escuché un directo de Pink Floyd,
“Delicate Sound of Thunder”, y volví a pensar
en el planeta Vida. Hay algo
que late como un eco submarino
o como un astrolabio en noche oscura.
Las palabras que vuelven con el tiempo.
Los sitios con temblor de brújula.
En la música está todo.
En su compacta belleza, en su unidad,
la irrevocable sombra del poema.
Las estrellas son una utopía,
una ficción que no se alcanza pero escribe
la futura permanencia del origen.
Como dice Borges en un cuento
que leí hace unos días,
el proceso es periódico,
la base de la geometría visual
es la superficie, no el punto.
Y además detecto su noble intención.
“Es clásico el ejemplo de un umbral
que perduró mientras lo visitaba un mendigo
y que se perdió de vista a su muerte.
A veces unos pájaros, un caballo,
han salvado
las ruinas de un anfiteatro.”
Ya está hecho.
(de “Interminables”, inédito)
