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Mi vecino

Me llevo bien con este hombre taciturno,
infatigable y fornido al que llaman Caronte.
Es mi vecino. Sus hijos retozan con mis perros.
Los críos lo despiden cuando el día declina
y en las mañanas vienen a esperar su regreso
donde amarra la barca, allí, entre esas rocas
que el Leteo lame al pie de mis ventanas.
Muchos amigos míos han viajado con él.
Amigos y amigas que nunca más he visto.
Viejas amistades que ni siquiera escriben
para contarme algo de sus vidas lejanas.
Me han olvidado, pienso, quizás me han olvidado.
Un domingo de feria, bebiéndonos un vino,
le confesé al barquero esa amarga sospecha.
Nada me dijo el hombre y me sirvió otro vaso.
El sol hacía un guiño festivo en la botella.

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