Seguro que lo has visto como yo:
cuando escurren las aguas verticales
y recorren nadando los pájaros el cielo.
Resulta tan hermoso
contemplar
como dejan las nubes recuerdos en el aire
y las tórtolas pasan y se quedan mirando.
Y esa aurora que finge ser poeta,
y se tumba desnuda entre los árboles.
Y entonces uno atiende
como si alguna estatua le prestase las piernas.
Es un trueno hecho a mano
en las venas huidizas de la carne.
Es posible que tú, como hice yo,
te acerques solitario a una laguna en calma
y el espejo del agua reflectora
quiera contarte lo que fue tu vida.
Y entonces es
cuando tú te colocas de espaldas a la historia
y esperas a que un nombre
de esos del diccionario
coincida con el tuyo.