Décimas a la ingratitud
En conmemoración de una historia que pudo haber sido, pero nunca más fue.
¡Cuán dulce es la melodía
y vivas las emociones
que ciertas declaraciones
provocan al alma mía!
Y amarga la agonía
cuando la turbia intención
nada falla la ocasión
de exigir lo que no es suyo;
ese pérfido murmullo
me desangra la ilusión
Me desangra la ilusión
y me sangra alguna herida
cuando pides la medida
del amor y la pasión.
¿Por qué poner restricción
donde no existe mesura
y exclamar con gran premura
que jamás es suficiente?
Eliges vivir doliente;
me invitas a tu amargura
Me invitas a tu amargura
y culpas de tu dolor;
desconfías del furor
de mi honrada prelatura.
La confianza se fractura
y no quieres entender;
tú te quieres convencer
de una falta que no existe
¡Por favor, por fin desiste!
No te puedo complacer.
No te puedo complacer,
no te puedo dar auxilio
si viviendo en un idilio
tú lo niegas conocer.
¿Cómo quieres proceder
si te expreso mis verdades
y las tildas falsedades
y la causa de tu mal?
En mis tierras pones sal,
en mis ojos, tu mirada.
Este es un trabajo en desarrollo, que pretende llegar al menos a una decena de décimas entrelazadas por su último y primer verso.
