¡Bendita la vida a mí confiada!,
por cuanto noble regalo, espero
alzarme fuerte, digno y sincero
probando que ella fue bien otorgada.
Por tanto, en el corazón imploro:
sea conmigo la gracia de fuerza;
férrea voluntad que nunca se tuerza
y el deber mío, cumplir con decoro.
Santísimas las manos cumplidoras
cuando prueban lo que la boca dice
pues son responsables y sin demora.
Benida boca que no se desdice:
fue probada cierta ¡y en buena hora!;
las manos cumplen, la vida bendice.