Una estrella fugaz me sonreía
y mis ojos, mis labios,
mi todo la deseaban
entonces las estrellas hermosas, verdes,
de tus ojos, se posaron en mi alma,
como sombra de luna bajo el agua.
Era maravilloso retenerte
sobre el cauce moreno de mis manos
y contemplar tu brillo incandescente,
y quemarme en el beso al apretar tus labios.
Eras la estrella o un trocito de ella
o el corazón de aquél noble guerrero
acaso el fuego, la pasión del maya
que al toque de mis ansias despertabas.