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Manuel José Cortés

Manuel José Cortés(1815-1865). Poeta, ensayista, periodista, historiador, político y diplomático boliviano, nacido en Cotagaita (en el departamento de Potosí) el 10 de abril de 1811, y fallecido en Sucre (capital del departamento de Chuquisaca) el 16 de febrero de 1865. Figura destacadísima en la vida cultural y política de su joven nación (en que fue un eminente hombre de Estado), ha pasado a la Historia de las Letras bolivianas por haber sido el introductor del Romanticismo entre los poetas de su tierra, así como el primer intelectual que se aproximó al género historiográfico de forma rigurosa y metódica. Aunque nacido en Cotagaita, residió desde su adolescencia en Sucre, donde cursó estudios superiores de Derecho en la Universidad Mayor, Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca. Allí obtuvo el grado de licenciado en Leyes, y allí regresó años después, para ejercer la docencia en sus aulas y ascender hasta el cargo de Cancelario (la máxima autoridad universitaria, a la que correspondía otorgar los grados académicos). En su faceta de hombre público, desplegó una brillante carrera como magistrado que le condujo hasta el relevante cargo de Fiscal General de la República; además, fue representante de sus conciudadanos en la Asamblea Nacional y Presidente del Congreso (1861-1864), y llevó a cabo complejas misiones diplomáticas al servicio del gobierno boliviano. Pero su actividad política no se redujo a las salas, los pasillos y los despachos de las dependencias oficiales, pues, fiel a la tradición del prohombre hispanoamericano del siglo XIX, intervino directamente en diversas acciones armadas, y llegó a ser oficial del ejército boliviano en la Batalla de Ingavi -en la que las tropas de su nación, al mando del general José Ballivián, derrotaron a las huestes peruanas comandadas por el general Agustín Gamarra, con lo que se puso fin a la guerra declarada entre ambas naciones en junio de aquel mismo año-. Esta constante y comprometida implicación en el devenir histórico de su pueblo le acarreó, amén de numerosos cargos y honores, muchos problemas y sinsabores (hasta el extremo de que, en tres períodos distintos de su vida, tuvo que exiliarse en Argentina). Obra En su faceta de escritor, Manuel José Cortés se dio a conocer como ensayista e historiador a comienzos de los años cincuenta, cuando dio a la imprenta su excepcional trabajo titulado Bosquejo de los progresos de Hispano-América (Valparaíso [Chile]: Imprenta González, 1852). Casi diez años después, salió de los tórculos su segunda incursión en el género historiográfico, Ensayo sobre la historia de Bolivia (Sucre: Imprenta de Pedro España, 1861), obra con la que Cortés se consolidó, definitivamente, como el fundador de los estudios históricos dentro de las Letras bolivianas. En ambos textos, concebidos desde un riguroso planteamiento metodológico que hasta entonces era desconocido en la historiografía boliviana, Cortés expuso su peculiar interpretación del devenir histórico de los pueblos, que, según él, se fundamenta en la responsabilidad que contrae el individuo respecto a la historia de la que es protagonista. Así, puede afirmarse que el humanista boliviano creía en la existencia de una especie de "ética de la Historia", que viene dada por el mayor o menor compromiso de los ciudadanos con el devenir de sus pueblos. Esta novedosa aportación de Manuel José Cortés tanto en el nivel conceptual como en el tratamiento metodológico de los estudios históricos causó una grata impresión entre la crítica de su tiempo, que ya supo advertir la importancia de las innovaciones propuestas por el escritor boliviano. Así, v. gr., en 1861, recién aparecido el Ensayo sobre la historia de Bolivia, el ilustre polígrafo de Santa Cruz de la Sierra Gabriel René-Moreno publicó el siguiente dictamen en una revista chilena: "La literatura hispano-americana acaba de atesorar una valiosa y nueva joya en el muy interesante libro que, bajo el modesto título de Ensayo sobre la Historia de Bolivia, ha dado últimamente a la estampa en Sucre el distinguido escritor y eminente poeta boliviano D. Manuel José Cortés". Ya en pleno siglo XX, la crítica especializada ha señalado algunos graves defectos que lastran la obra historiográfica de Cortés, con su peligrosa propensión a "literaturizar" los episodios reflejados, su notoria tendenciosidad a la hora e enjuiciar hechos y personajes del pasado reciente, y su conformidad o falta de ambición al cubrir un período histórico demasiado breve. Pese a ello, los mismos estudiosos que enumeran estos deméritos reconocen también el acierto precursor de Cortés al recurrir por vez primera a los documentos testimoniales del pasado, en detrimento del arcaico y poco riguroso anacronismo que venía siendo seña de identidad en los historiadores anteriores; como atinadamente apunta el erudito Valentín Abecia en su Historiografía boliviana (1974), "se podría decir que nace con Cortés la historia que, dejando de lado el simple memorialismo, hace uso de la documentación. Ya no se trata de recuerdos o remembranzas, sino del deseo de dar fisonomía al pasado nacional, por más que el pasado que abarca sea reducido y aunque, como él mismo manifiesta, su obra fuera escrita con el auxilio de pocos documentos". Posteriormente, otro relevante historiador boliviano, Juan Siles Guevara, afirmó que el Ensayo sobre la historia de Bolivia ofrece "la primera visión integral de la historia boliviana"; y que, teniendo siempre en cuenta los tributos que paga a la ideología y la mentalidad de la época en que fue redactado -entre ellos, su concepción "positivista" de un devenir histórico presidido por el Providencialismo y el Progreso-, ocupa un lugar incuestionable entre "las cien obras capitales de la literatura boliviana". Manuel José Cortés también publicó en prosa, además de las dos obras mencionadas en parágrafos anteriores, un tratado sobre la materia que había aprendido durante su estancia en la Universidad y que, durante muchos años, ocupó la parte central de su actividad profesional: Introducción al derecho (Sucre: Imprenta de Pedro España, 1862). Asimismo, alcanzó en su época gran celebridad como poeta (como ya se ha podido comprobar a tenor de las palabras de René-Moreno reproducidas más arriba), hasta el extremo de que muchos filólogos y estudiosos de la Literatura hispanoamericana -como, por ejemplo, el crítico Enrique Finot- le consideran, siquiera en orden cronológico, el primer poeta del Romanticismo en Bolivia. Ciertamente, su producción en verso no goza, en nuestros días, de ningún reconocimiento otorgado a su calidad literaria. Es opinión general entre la crítica que Cortés escribió muchos y muy vulgares poemas, todos ellos anclados en los tópicos románticos más manidos, y carentes, por ello, de frescura y originalidad. Asimismo, se le imputa un defecto que, paradójicamente, el propio escritor de Cotagaita achacó a la mayor parte de los autores de su tiempo: el de haber prestado poca atención a su obra literaria, al haberse centrado más en cuestiones políticas y administrativas. No obstante, en su tiempo gustaron mucho sus versos a la crítica y a los lectores, lo que explica que algún poema suyo, como el famosísimo soneto "El justo" que a continuación se copia, figure en casi todas las antologías de la lírica boliviana, como ejemplo paradigmático de los gustos concretos de una época: Al borde del abismo, el roble erguido, del huracán resiste al recio embate, y su lozana copa no se abate ni aun al golpe del rayo que lo ha herido. Así, la condición que le ha cabido sufre el justo, en su vida de combate: exento de temor su pecho late, y el dolor no le arranca ni un gemido. El odio inmerecido no le espanta; de sus contrarios el ultraje olvida; el rencor en su pecho nunca impera. Del deber acatando la ley santa ve, imperturbable, el drama de la vida, y el desenlace en otra Vida espera". Cortés recogió este célebre soneto, junto al resto de sus composiciones poéticas, en un volumen que dio a la imprenta a mediados del siglo XIX, bajo el título genérico de Poesías (Valparaíso [Chile]: Imprenta González, 1856). Referencias J. R. Fernández de Cano - mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=cortes-manuel-jose

María Dhialma

María Dhialma Tiberti (La Plata, Buenos Aires, 25 de octubre de 1928 - San Isidro, Buenos Aires, 16 de enero de 1987) escritora argentina. Nieta de Luis Tiberti, cursó estudios en la Escuela Normal Nacional Nº 1 Mary O. Graham y Letras e Historia en la Facultad de Humanidades de la Universidad local (Universidad Nacional de La Plata). Ha tenido a su cargo la colección Ediciones del Bosque, integrada con obras de otros conocidos autores provinciales, tales como Raúl Amaral, Horacio Ponce de León, Ana Emilia Lahitte[1], Roberto Themis Speroni y María de Villarino entre otros. Ha colaborado en diarios y revistas y fue miembro fundador, y vocal titular, en 1956, de la filial platense de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y de varias instituciones culturales y sociales. Hacia 1950, fue miembro de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares y ejerció un especial patronato intelectual como madrina (benefactora) y socia honoraria de la Biblioteca Escolar Popular Domingo Faustino Sarmiento, de la Escuela Nacional Nº 85 de Coihuecó – Loucopé (Via Zapala) en la Neuquén. También fue miembro activo del Consejo Femenino de la Asociación Interamericana de Escritores. Como escritora, recibió numerosas menciones honoríficas y premios literarios, entre ellos el del Consejo del Escritor por el cuento Niña en la ventana, y otro por la novela Estimado señor Gris Heredera de la tradición literaria de Norah Lange, de tendencia ultramodernista, en los escritos de Tiberti predomina el elemento plástico y el movimiento de las imágenes regidas por el adjetivo siempre parco, como en su famoso poema Y la nostalgia. Algo de Antonio Machado y de Juan Ramón Jiménez se encuentra a lo largo de muchos versos de la autora, pero también de Pablo Neruda y de Rainer Maria Rilke. Sin embargo, del romanticismo, la poesía de María Dhialma Tiberti no tiene sino lo más fino y delicado, lo más tenue y sutil, lo que de él ha sobrevivido en el modernismo (Helena Percas, 1958). En 1967, Ediciones de Cultura Hispánica, bajo la dirección de la académica (RAE) Carmen Conde, publica poemas de Tiberti en una antología titulada: Once grande poetisas américo-hispanas, junto a poemas de Delmira Agustini; Gabriela Mistral; Alfonsina Storni; Juana de Ibarbourou; Dulce María Loynaz; Clara Silva; Julia de Burgos; Amanda Berenguer; Ida Vitale; Dora Isella Rusell. El perfil cosmopolita y la brillante personalidad de la escritora, viajera infatigable en tierras europeas, en particular escandinavas, residente luego en Holanda por algunos años, atrae a grandes intelectuales de su tiempo. En efecto, durante más de una década, a partir de 1965, Tiberti reúne en su residencia de San Isidro, un grupo científico-literario, frecuentado por los escritores Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo, Alejandra Pizarnik, Josefina Passadori, Maria de Villarino, Nicolás Cócaro; y los científicos, W. Selman Eggebert, Plinio Rey, Adrian Aten, entre otros. Entre literatura y ciencia, disparidad de interéses armonizados y justificados dado que la escritora era casada con el reconocido científico, experto en energía nuclear, Dr Gregorio Baro, quien fuera director de la Comisión Nacional de Energía Atómica de la República Argentina.

Luis Rius Azcoitia

Luis Rius Azcoitia (Tarancón, provincia de Cuenca, 10 de noviembre de 1930 - México, 10 de enero de 1984), poeta y ensayista español. Su padre, Luis Rius Zunón, fue alcalde de Tarancón (1933), diputado provincial y presidente de la Diputación de Cuenca (1934), así como y gobernador civil de Soria y Jaén (1935-36). Militó en el Partido Radical Socialista de Marcelino Domingo. En octubre de 1936, como consecuencia de la guerra civil y después de un corto periodo en Jaén y Barcelona, es evacuado junto a su hermana Elisa y su madre a Normandía (Francia), donde permanece el resto de la contienda bélica, subsistiendo gracias al sueldo que tenía su padre como Tesorero de CAMPSA en París. En 1939 se trasladó a México con su familia, país que ya no abandonará nunca. Se doctoró en letras por la UNAM y fue profesor en la Universidad de Guanajuato, en la que dirigió la Escuela de Filosofía y Letras. Fundó varias revistas literarias: en 1948, junto a Tomás Segovia, Manuel Durán y otros la revista Presencia. Con Inocencio Burgos y otros, crea Clavileño. En estas revistas colaboraron también Enrique de Rivas, Pascual Buxó, Nuria Parés, etc. Colaboró como editor en la revista Segrel, y también en Cuadernos Americanos, Anuario de Letras (UNAM), Las Españas, Revista Mexicana de Cultura, México en la Cultura, El Heraldo Cultural, Novedades y Excelsior; se le considera uno de los poetas de la segunda generación del exilio republicano, llamada, más sintéticamente, "niños de la guerra" y formada, además de él, por Tomás Segovia, Nuria Parés, Manuel Durán, Carlos Blanco Aguinaga, Ramón Xirau, Enrique de Rivas, etcétera, todos ellos nacidos entre 1925 y 1937. Dio clases en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Universidad de San Luis de Potosí, en la Universidad Iberoamericana y en el México City College. Se casó en 1968 con Pilar Rioja, bailarina mexicana de flamenco, hija de padres españoles. En sus poemas dominan el conocimiento de los clásicos, el simbolismo y la contención, muy expresiva en los versos breves. También escribió numerosos ensayos sobre la poesía española del exilio y su gran biografía sobre León Felipe. Además del amor, su tema dominante es la identidad: ¿De qué tierra será?, ¿dónde su mar? -dicen-, ¿cuál es su sol, su aire, su río? Mi origen se hizo pronto algo sombrío y cuando a él vuelvo no lo vuelvo a hallar. Cada vez que me pongo a caminar hacia mí pierdo el rumbo, me desvío. No hay aire, río, mar, tierra, sol mío. Con lo que no soy yo voy siempre a dar. Si acaso alguna vez logré mi encuentro -fue camino el amor-, me hallé contigo piel a piel, sombra a sombra, dentro a dentro, el frágil y hondo espejo se rompió, y ya de mí no queda más testigo que ese otro extraño que también soy yo. OBRA Lírica * Canciones de vela, Segrl, 1951. * de ausencia, Universidad de Guanajuato, 1954. * de amor y sombra, Era, Alacena, 1965. * Canciones a Pilar Rioja, Finisterre, 1969. * Cuestión de amor y otros poemas, Promociones Editoriales Mexicanas, 1984. Antología compilada por él pocos meses antes de su muerte por cáncer. Ensayo * El mundo amoroso de Cervantes y sus personajes (1954). * Los grandes textos de la literatura española hasta 1700 (1966) * León Felipe, poeta de barro (Biografía), 1968. 2ª. edición, Promexa, 1986. Referencias Wikipedia-http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Rius Luis Rius. Poeta con el corazón dividido Por Montserrat Ramírez Castañón Escritor de fina sensibilidad, Luis Rius (1930-1984), pertenece a la segunda generación del exilio español que formó parte del mismo sentimiento nostálgico de la República perdida. Después de 27 años, el Fondo de Cultura Económica (FCE) reedita su libro Verso y prosa (Colección Tierra Firme) con un texto introductorio de Arturo Souto Alabarce, Arcelia Lara Covarrubias y Gonzalo Celorio. Luis Rius, considerado uno de los mejores poetas de los años cincuenta y sesenta era un hombre de brillante personalidad: abierto, buen amigo, excelente conversador y maestro, enamorado y, sobre todo, sensible; pero a la vez angustiado, solitario y melancólico en el fondo. Su poesía es una constante búsqueda de sí mismo, la extrañeza de su vida frente al exilio, a la mujer amada, al pasado nebuloso y, lo más conmovedor –parece paradójico, pero no lo es–, muestra la estupefacción ante un futuro que en lo profundo se le presenta como desarraigo impreciso, destierro perenne. Desterrado en el tiempo como en isla infinita, sin retorno. Exiliado en esta edad que avanza, que declina, que no cesa, que huye, río al mar, día a día. Olvidada en el mar me dejé yo la vida. Luis Rius Azcoitia nació en 1930 en Tarancón, Cuenca. Exiliado por herencia llegó a México con sus padres a los 8 años y formó parte de esa sociedad que enfrentó el destierro desde antes de la Guerra Civil Española (1936-1939). En su infancia y adolescencia se educó con la comunidad española del exilio, bajo el mismo sentimiento nostálgico de la República perdida y el desprecio al gobierno franquista, aunque él prefirió mantenerse alejado de la política, pues había contemplado la amarga experiencia de sus padres. Penetraron en el niño desterrado el ambiente y sentimiento de hispanidad; elementos coherentes con el enorme deseo de volver a la España de sus mayores; sin embargo, le estorbaron para el pleno desarrollo de su vida en México. Los hijos de los transterrados nacidos en España «se hicieron en América, se nacen –diría Unamuno– en México. Remontan el tiempo, buscan su identidad, y en un momento dado comprenden que el tiempo se ha hecho carne propia».1 De aquí deriva la absoluta ambigüedad o dualidad en la que han vivido: la españolidad que proviene de sus raíces, pero que es insostenible en sus recuerdos; y la mexicanidad manifestada en su desempeño cotidiano. De tal suerte son españoles y también mexicanos; o quizá, ni son españoles ni tampoco mexicanos. La segunda generación de escritores del exilio,2 a la que pertenece Rius, se caracteriza por una situación singular: entre la de los netamente españoles, como sus padres, y la de los mexicanos, como serán sus hijos; el mismo poeta la denominó «fronteriza». Y este hecho es la huella primordial en su creación artística: españoles por nacimiento y educación; mexicanos por circunstancia. «¿Son mexicanos o son españoles?» –se pregunta Octavio Paz. Y responde: «El problema me interesa poco; me basta con saber que escriben en español; la lengua es la única nacionalidad de un escritor».3 Esto es incuestionable, sin embargo escriben desde la perspectiva de la ausencia, la nostalgia, la orfandad del pasado que contrasta con la realidad: la presencia de la cotidianidad mexicana. En resumen, una extraña naturaleza ha acompañado a Rius –y otros más– aún después de muerto: se le considera escritor mexicano, ya que su nombre se incluye en el Diccionario bibliográfico de escritores de México;4 y también español, pues aparece en el Diccionario Espasa de Literatura Española. Rius escribe para conocerse, revelarse, trata de comprenderse a sí mismo. La cualidad de su creación es subjetiva; por ende, su poesía está impregnada de interrogantes sobre su identidad con un carácter existencial: ¿Quién soy yo aquí, quién soy en esta tierra de hombres … entre hierro y petróleo…? Se cuestiona ante su presencia forastera en México; o bien, mira desde la otra perspectiva, la de los mexicanos: ¿De qué tierra será?, ¿dónde su mar –dicen–, ¿cuál es su sol, su aire, su río? Y él mismo responde: Mi origen se hizo pronto algo sombrío y cuando a él vuelvo no lo vuelvo a hallar. Cada vez que me pongo a caminar hacia mí pierdo el rumbo, me desvío. Estos versos pertenecen al poema «Acta de extranjería», publicado en su último poemario, de 1984, año en el que falleció a los 54. El sentimiento de desarraigo, que figuró desde sus primeras creaciones, le forjó un sello de madurez, quizá poco natural si no se conoce su propio despertar en el destierro. A los 21 años, publicó su primer poemario, Canciones de vela (1951), en el que escribe: Soledad, tú y yo en la tarde muerta. Compañera mía, triste amiga vieja. … Hoy duele más hondo el corazón, llega más claro el silencio, la vida más lenta. Con el paso del tiempo, este sentimiento fue más profundo, más nostálgico: le dolía la condición de ser hondamente desterrado. Es una sierpe herida que se arrastra en la noche congelada de un invierno sin tierra. Se intensifica la desesperanza, el desaliento, la soledad «alta como un pino», –así la adjetiva–; y, de manera muy importante, la dualidad: esa condición de no ser él sino otro quien debió habitar su esencia, ese ente volátil que quedó en la lejanía del tiempo, en un pasado en el que no tuvo oportunidad de existir, pero que encarnó su esencia: Yo fui, no soy, y mi verdad es ésta, mi presencia conmigo, la más mía; ser tan sólo memoria y lejanía, jugador ya sin carta y sin apuesta. Si ahora digo que fui, que tuve puesta la vida en ejercicio, que vivía, muy bien me sé que igual melancolía me daba entonces similar respuesta. Entonces ya también había vivido sin vivir ni esperar un venidero instante, un presente no cumplido. Siempre he sido pasado. Así me muero: no recordando ser, sino haber sido, sin tampoco haber sido antes primero. La infancia quedó en la lejanía de su origen, en tiempo y en espacio, del pueblo manchego en el que nació y en el que debía haber transcurrido su vida de forma natural. El cambio radical que le dio el destino lo fuerza a un abandono prematuro de sí mismo, al tomar conciencia y cuestionar su naturaleza, descubre a otro en el que reconoce su silueta, su sombra, un ente que percibe o vislumbra, pero al que nunca alcanza; se le ausenta o se le pierde en la nebulosa, en la indeterminación de sí mismo. Él se reconoce como sombra de su propia sombra. Aquel que nunca fui viene a llamarme al corazón y viene a entristecerme. … Él nunca pudo ser; es como el aire que me roza las manos y la frente; nació sin cuerpo, más desheredado que yo, más desasido, más ausente. … Alguna vez lo olvido. Me enajena el gozo de vivir algunas veces. Entonces, ¿dónde va? Pero muy pronto algo me avisa al corazón, me advierte, y ese gozo se va volviendo extraña sensación de no ser yo quien lo siente; de no ser yo del todo; ser a medias; muerto y vivo; una sombra. … Y ya con él, yo entro, en compañía, siento la vida verdaderamente. La poesía de Rius es el gran viaje interior, la búsqueda de la esencia, y en ese sentido es ontológica, auténtica. También se cuestiona sobre el tiempo y la significación que ha tenido en su vida. Es el tiempo en el que se detuvo su propio ser, antes del destierro; magnitud a la que estaba destinado a vivir en los espacios que se habían reservado para él, según su genealogía personal, y que la adversidad le arrebata: Yo pienso en otras horas de otros años. … Eran mis horas, era mi vivir cada día atesorado. … ¿Cuánto tiempo pasó que no he sentido? Sigue el reloj contando al mismo son su cuenta … ¿Qué le ha pasado al aire? ¿Son aún mías estas horas? ¿Y vivo aún? ¿Aún canto? La poesía citada refleja los mundos internos; sin embargo, el poeta también crea imágenes. El siguiente poema (en Canciones de amor y sombra, 1965), revela magníficos claroscuros de índole literaria clásica, a la que se avocó el poeta. La noche aguarda afuera honda como el mar, fría. La breve espiga de oro de la lámpara brilla sobre mi mesa. Sombras en las paredes me vigilan. Yo escudriño el silencio con los ojos. Mi sangre, perseguida de tanta noche, a golpes lleva en mi sien la cuenta de mi vida. Inmóvil, yo también soy sombra hambrienta del hambre de vivir mañana todavía. De cuando en cuando, asoman paisajes y sucesos meramente circunstanciales, como en «La calle de Pósitos», poema con ecos de García Lorca y Machado. Rius dibuja aspectos de una vida rural semejante a la que pudo haber vivido en su natal Tarancón. La línea tradicional literaria de canciones, romances y villancicos, a la que dedicó sus primeras creaciones, con el tiempo marcaron su obra: La recua viene trotando bulliciosa, calle abajo. Calle abajo el sol asoma entre los cerros plateados y los ángeles despiertan al día en el campanario. Fresco amanecer de luz y de humildad inflamado. … Alegre tamborileo de la calle con sus cascos. Y el carbonero detrás con una piedra en la mano, hosco y pardo, corre y grita, con la voz la va arreando. Voz del monte, tempranera, que se pierde calle abajo. En 1952, José Rojas Garcidueñas, fundador y director de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guanajuato invitó a dar clases a Rius y a otros jóvenes intelectuales (Juan Villoro, Horacio López Suárez y Ricardo Guerra). Los recién llegados alquilaron una casa en la calle de Pósitos –inspiración y título del poema anterior–, número 77, adonde iba por largas temporadas a unírseles el siempre errante Pedro Garfias –a quien Rius admiró como poeta aunque no influyó en su estilo. Compartieron el auge cultural de la ciudad de Guanajuato, que en 1953 realizó el primer Festival Cervantino. Se involucraron en el evento y participaron en la dramatización de Don Quijote de la Mancha y de algunos Entremeses de Cervantes. Hacían teatro en las plazas públicas, reunían al público que deambulaba por las calles hasta hipnotizarlo con sus actuaciones y envolverlo en la trama. Esa veta gozosa de vida del poeta queda también plasmada en creaciones de temática amatoria, la otra gran vertiente en su creación. Luis Rius se enamoró varias veces: De querer tanto y tanto, no sabría qué querer más de ti que no pudiera querer más todavía. Por tu cuerpo te quiero; y más quisiera mi deseo que no acaba ya, de prisa, escalándote entera, a ti, de tan lejana, tan sumisa a mi voracidad de enredadera que sube de tus pies a tu sonrisa. … Fue el amor igualmente búsqueda de sí mismo a través del ser amado, del eros que lo vinculaba con la fuerza vital trascendente y con la cotidianidad. Admiraba la danza, en específico el flamenco andaluz, motivo inspirador de un genuino sentimiento de amor que toma forma en Canciones a Pilar Rioja, libro que obtuvo el Premio Olímpico de Poesía en 1968. Podría bailar en un tablado de agua sin que su pie la turbase, sin que lastimara al agua. No en el aire, que al fin es humano el ángel que baila. No, en el aire no podría, pero sí en el agua. A Luis Rius le angustiaba la muerte, no sólo la de todo ser vivo sino la de las cosas: todo acaba, todo termina… El amor y los momentos amorosos contrarrestaban esta perspectiva, eran una salvación: consuelo de la angustia existencial de lo que termina. Y entre todo lo que finaliza, también el amor como experiencia sensual concreta aunque el sentimiento trascienda la muerte. Lo ejemplifico el siguiente soneto: Sólo tú quedarás, yo estaré ausente; rota mi voz, mi sangre congelada. Caminante, cumplida la jornada, la dura tierra cubrirá mi frente. Sólo tú quedarás, prístina fuente del corazón, honda verdad, brotada. Oh, vida que, a mi muerte arrebatada, fluirás eternamente. Pasión de mi alma, amor, qué duradero serás en la nostalgia del sendero. Yerto mi cuerpo ya, mi voz perdida, tú quedarás y yo no podré verte: amor más verdadero que la vida, amor más poderoso que la muerte. Amor más poderoso que la muerte alude a la pasión, a la visión lírica característica del amor occidental que emana del amor cortés, en el que no se exalta la satisfacción de la pareja, sino lo opuesto: el sufrimiento, en este caso, determinado por la muerte: … Tú y yo ya no estaremos. Nuestras almas, vagando sin sangre y sin camino. Pero la noche quedará esperando, eternamente viva, para poder a veces recordarnos. La lírica de Rius surge de la experiencia concreta y precisa; y aunque sus poemas linden con lo ideal y lo abstracto, su transparencia no evoca el más allá, permanece en la esfera de lo conocido y determinado por los sentimientos propios: del amor y desamor, del encuentro y desencuentro, del erotismo, de la presencia y la ausencia de la amada que luego transmuta poéticamente. Ahora bien, esta parte vívida y real tampoco se presenta a través de un lenguaje erótico sin paliativos, se contiene y esboza imágenes y deseos que alientan al clímax matizando la emotividad: Ciervo amor entre sábanas, de amor por fin cautivo. El miedo estremecía su cuerpo ágil y fino, y el goce lo amansaba de tibio escalofrío. Oh, sus ojos, sus ojos de ciervo sometido. Abatido por una enfermedad incurable, Rius preparó el último de sus libros desde la cama de un hospital. En él reunió creaciones de sus cuatro poemarios anteriores y otras inéditas, sin haber logrado publicarlo. Cuestión de amor y otros poemas fue una obra póstuma, que ahora vuelve a ver la luz en Verso y prosa.7 Así, trasciende al dejar plasmadas sus percepciones sobre la temporalidad, la otredad, el destierro, la soledad y la aparente enajenación del goce circunstancial, mediante la transparencia de la palabra: Llegó aquí después o antes, a destiempo. Erró los caminos y los paralelos y los meridianos, los mundos enteros. Él iba a otro mundo. Llegó aquí. Extranjero fue de sus palabras y de sus silencios, de todas sus horas, de su mismo cuerpo. Él iba a otro mundo. Legó aquí. Y ha muerto un día cualquiera, en cualquier momento, antes o después, pero no a su tiempo. Él iba a otro mundo. Lo desvió el viento. Un profundo surco hendido por el destierro y el amor en la inmensidad de la tierra es la poesía de Rius. Con sus dos vertientes: el tánatos no sólo en la muerte física sino en la cósmica, y el eros, como lo único que lo puede salvar. Su obra está impregnada de un tono intimista, sereno equilibrado, nostálgico y de gran sutileza en el lenguaje. Es precisamente esa armoniosa interiorización unida a la perfección poética lo que la perfila como clásica. Referencias http://istmo.mx/2011/03/luis-rius-poeta-con-el-corazon-dividido/

Ulyses Petit de Murat

Ulyses Petit de Murat (Buenos Aires, Argentina, 28 de enero de 1907 – ibídem, 19 de agosto de 1983) fue un poeta, periodista, dramaturgo y escritor argentino. Era hijo de Ulises Petit de Murat y de Fedra Regúnaga y su verdadero nombre era Ulises pero cuando comenzó a escribir lo transformó en Ulyses para, según escribió, obviar agregar a su ya largo nombre la palabra hijo a fin de diferenciarse de su padre. Es el autor que escribió el mayor número de guiones para películas del cine argentino. Inicios Petit de Murat cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de San Isidro, en la provincia de Buenos Aires, e inició los de abogacía, que interrumpió para dedicarse a la literatura y al periodismo. Después de colaborar asiduamente en las publicaciones de Buenos Aires, La Nación, El Hogar, El Sol y las principales revistas de vanguardia, ingresó al diario Crítica. Estuvo al frente de la página de música, en la cual hizo las primeras notas sobre el jazz y luego codirigió con Jorge Luis Borges el suplemento literario ideado por el diario para competir con sus similares de La Nación y La Prensa. Labor literaria En 1926 la revista Martín Fierro publicó por primera vez su poesía. Luego siguió la publicación de Conmemoraciones (1929), Rostros (1931), Las Islas por el que Petit de Murat en 1935 obtuvo el Premio Municipal de Poesía que otorgaba la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y Marea de lágrimas (1937). Participó del grupo literario Martín Fierro, movimiento literario de vanguardia que integraban Macedonio Fernández, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea y otras figuras destacadas de la literatura argentina. Petit de Murat desarrolló en verso libre los temas del amor, la muerte y el misterio pero siempre a través de hechos biográficos que consideraba "esenciales y nada abstractos".2 Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo incluyeron su poema Espléndida marca de las lágrimas entre las 5 mejores de la literatura argentina al publicar una antología de poesía contemporánea. Estuvo dos años internado con tuberculosis en un sanatorio de Ascochinga, provincia de Córdoba (Argentina) y con esa experiencia escribió la novela El balcón hacia la muerte por la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura para el trienio 1942-43-44. Traducciones Tradujo del inglés Donde la cruz está hecha de Eugene O'Neill en colaboración con Jorge Luis Borges, Los procesos contra Oscar Wilde y El amante de Lady Chatterley de D.H. Lawrence, esta última la primera traducción de esa obra al español. También hizo la traducción del francés de Las flores del mal, de Baudelaire. Su labor para el teatro Escribió las obras teatrales La novia de arena (en 1945 en colaboración con Homero Manzi), Yrigoyen (en colaboración con César Tiempo) y Un espejo para la santa (en colaboración con Tulio Demichelli). La novia de arena narra el drama de Elisa Brown, la hija del Almirante Guillermo Brown, que se suicidó ante la muerte de su novio en un combate naval. La obra se estrenó el 7 de marzo de 1945 con la actuación de Delia Garcés y Orestes Caviglia en los papeles principales, secundados por un elenco de actores de primera línea como Enrique Diosdado, Milagros de la Vega, Margarita Corona, Alita Román y Domingo Sapelli y fue muy bien recibida por los críticos. Su vinculación con el tango En el marco del proyecto de Ben Molar 16 para el tango escribió la letra del tango "Bailate un tango, Ricardo" al que puso música el compositor Juan D'Arienzo. La letra se refiere a un episodio mítico de la historia del tango protagonizado por Ricardo Güiraldes en París. Se trata de la recepción de este nuevo baile por los sectores altos de la sociedad parisina con los cuales estaban vinculados los jóvenes pudientes argentinos que viajaban a esa ciudad. También escribió la milonga Yo soy Graciela oscura, con música de Astor Piazzolla, para la película Extraña ternura, de 1964. En esa película Egle Martin canta otros temas y toda la banda de sonido, compuesta por Piazzolla, Lucio Milena y Petit de Murat. Su relación con el cine En 1932 pasó a la sección de cine de Crítica, en cuya jefatura reemplazó a Arturo S. Mom y en 1939 escribe su primer guion cinematográfico para la película Prisioneros de la tierra, adaptación de cuatro cuentos de Horacio Quiroga, realizada en colaboración con un hijo de este, llamado Darío Quiroga al que siguió en 1940 el de Con el dedo en el gatillo, en colaboración con Homero Manzi. En noviembre de 1941 fue miembro fundador e integrante de la primera comisión directiva de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina. Durante cuarenta años continuó su labor y se convirtió en el más prolífico guionista argentino hasta la fecha (2008) con más de sesenta obras. Entre esos guiones se destacan los de Todo un hombre, La Guerra Gaucha y Su mejor alumno, escritos en colaboración con Homero Manzi. Actividad en el exilio Entre 1951 y 1958 estuvo exiliado en México por razones políticas.4 y allí escribió más de cuarenta guiones de películas para el cine mexicano, una para España y una para Brasil y dos novelas que se publicaron simultáneamente en Argentina y México. También estrenó en la ciudad de México una versión de Edipo Rey de Sófocles. Entre los argumentos escritos en México, se destacan La entrega, que fue filmado con la actuación de Arturo de Córdova y Marga López, y Manicomio con un grupo de artistas jóvenes, que fue la primera película filmada sobre el rock and roll, con un enorme éxito de taquilla. Tuvo, en radio Universidad, dependiente de la Universidad Nacional Autónoma de México, un espacio de una hora y quince minutos de duración, dedicado a la difusión de la literatura argentina. Regreso al país El 29 de mayo de 1958 el International Institute of Arts and Letters de Estados Unidos lo incorporó como miembro de dicha Institución, por sus méritos literarios. Fue jurado en festivales de cine internacionales, tales como el decimotercer Festival Internacional de Cannes (1960), en el que integró el jurado de las películas de largometraje con figuras de la importancia de Georges Simenon y Arthur Miller. Fue también Presidente del Gran Jurado del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en 1959. En 1969 fue elegido presidente de la SADE, Sociedad Argentina de Escritores. Ese mismo año obtuvo junto con Mario Soffici, el Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes, por su labor en la cinematografía nacional. A partir de 1968 hizo los guiones de varias películas de tema histórico que dirigiría Leopoldo Torre Nilsson: Martín Fierro (1968), El santo de la espada (1970) y Güemes (1971) protagonizadas por Alfredo Alcón. Escribió los ensayos Sixto Pondal Ríos, Genio y Figura de Benito Lynch y Carta abierta a los jóvenes del año 2000 (1970), así como el libro de memorias La noche de mi ciudad. Fue también durante varios periodos, Secretario General de la Sociedad General de Autores de la Argentina ARGENTORES, Presidente del Jurado de los premios KONEX y Jurado del programa televisivo Odol pregunta. En 1979, fue invitado por la Radio y Televisión Española para un ciclo de reportajes a los más importantes escritores sudamericanos, junto a Borges, Mujica Láinez, Ernesto Sabato, etc. En 1980, era el guionista vivo con más guiones filmados, en el mundo. Falleció el 19 de agosto de 1983 de un infarto de miocardio y hasta pocas horas antes había estado trabajando en el Fondo Nacional de las Artes del que era Presidente. Dejó esposa, dos hijos y cinco nietos —entre los cuales se encuentra la novelista Claudia Petit de Murat— además de numerosos bisnietos. Fue considerado como “El poeta de los versos patéticos” por Jorge Luis Borges y de él dijo Gabriela Mistral: “Petit de Murat desnuda el hueso de la muerte”. Al despedir sus restos Dardo Cúneo, Presidente de la SADE, expresó "El Dios de tu poesía te aguarda con las puertas abiertas". En una entrevista periodística siendo Presidente de la SADE, se definió a sí mismo como poeta al afirmar que “el único y real goce creador lo obtengo al crear una línea de poema”. Referencias Wikipedia—es.wikipedia.org/wiki/Ulyses_Petit_de_Murat

Antonio Daganzo Castro

Antonio Daganzo Castro (Madrid, 1976) es poeta, narrador, periodista y divulgador cultural y musical. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, ha publicado los poemarios Siendo en ti aire y oscuro (Ed. Slovento, 2004), Que en limpidez se encuentre (Ed. Vitruvio, 2007), Mientras viva el doliente (Ed. Vitruvio, 2010), libro recomendado por la Asociación de Editores de Poesía, y Finalista del Premio de dicha entidad, en la modalidad de mejor obra de habla hispana publicada en 2010, y Llamarse por encima de la noche (Ril Editores, 2012), editado en Chile, y Mención de Honor “Luis de Góngora y Argote” de Poesía, concedida por el Instituto de Estudios de Literatura Contemporánea (España). Además, ha sido distinguido en varios certámenes literarios: “La pluma exacta” (Ayuntamiento de Pinto, Madrid, 2001), y Mención de Honor en el Concurso de Cuentos Xicóatl “Wolfgang Amadeus Mozart” (Salzburgo, 2005/2006). También ha sido incluido en antologías como Agua: Símbolo y memoria (Ed. Slovento, 2006) y 12+1: una antología de poetas madrileños actuales (Ed. Endymion, 2012). Como narrador, ha sido traducido al alemán, y, como poeta, sus versos han aparecido en revistas literarias como Turia, Prima Littera o Piedra del molino. Referencias www.soypoeta.com/directorios/escritor/daganzo-castro-antonio Por Jesús de la Peña Hernández Cuando presento a un poeta en nuestra tertulia, tengo por costumbre establecer un enganche con él para que la visión resulte más creíble a quienes vayan a escucharnos. Antonio Daganzo no es una joven promesa como pudiera dictarnos la apariencia. Lo de joven salta a la vista de sus 35 años, pero de promesa no hay nada. Él es una auténtica realidad poética. Nuestro amigo madrileño es poeta por vocación artística bien estudiada (es Licenciado en Ciencias de la Información) y mejor arraigada en lo cultural, especialmente en el ámbito de la música clásica a la que dedica su voz en la radio desde hace 15 años. Es natural, pues, que la música, su sentimiento y hasta sus instrumentos y elementos, pueblen su obra poética. Está constituida ésta por estos poemarios: - Siendo en ti aire y oscuro, Editorial Slovento. 2004, la primera obra poética que publica en solitario. - Que en limpidez se encuentre, Ediciones Bitruvio, 2007. - Mientras viva el doliente, también en Ediciones Bitruvio, 2010, que fue distinguido como Libro recomendado por la Asociación de Editores de Poesía, y figura entre los finalistas del Premio de dicha entidad, en la modalidad de mejor obra de poesía de habla hispana publicada en 2010. Actualmente se halla en prensa su cuarto poemario, primero que aparecerá fuera de España: será editado en Chile en el año 2012. - También como poeta, Antonio Daganzo ha sido incluido en varias antologías, entre ellas Agua: símbolo y memoria (Editorial Slovento, Madrid, 2006) - Como narrador, fue segundo seleccionado en el V Certamen Nacional de Cuentos “La pluma exacta” (Ayuntamiento de Pinto, Madrid, 2001), y ha sido galardonado con una Mención de Honor en el Concurso de Cuentos Xicóatl “Wolfgang Amadeus Mozart”, concedida desde Austria por la Asociación “Yage”, en pro del arte, ciencia y cultura latinoamericanos (Salzburgo, 2005/2006); el cuento distinguido fue traducido al alemán. Cuando nos presentaron, Antonio, muy gentilmente, me regaló un ejemplar de cada publicación, con una cariñosa dedicatoria. Leí agradecido las tres y los tres títulos que, para mí, desgraciadamente, eran desconocidos. El último me llamó poderosamente la atención. Parecía que tendría que haber un protagonista doliente: Se me había aparecido el enganche. A la sazón tenía yo a medio leer el capítulo La danza macabra, el que precede al último, La noche de Walpurgis. La danza de la muerte, en alusión directa a la Totentanz alemana de Holbein traspuesta a un colectivo de condenados a muerte por la enfermedad. El término doliente se prodiga en la obra de Thomas Mann. El primer tomo de La montaña mágica me recuerda mucho al, con razón famoso, Bolero de Ravel, que se inicia con el monotono representante del motivo de toda la composición y que va creciendo en intensidad y cantidad hasta conseguir un clímax final de danza multitudinaria y bien acordada. Thomas Mann, en su Montaña mágica, hace aparecer desde el principio, al despreocupado protagonista que, como en el bolero, encontrará pronto a un comparsa que ha de acompañarle el resto de la novela: su doliente primo. Poco a poco van creciendo los personajes y con ellos la profundización en los avatares de la vida que allí es más bien el crecimiento de las dolencias hasta el final, con una danza de la muerte, también multitudinaria. Sin embargo, Thomas Mann se despega de Ravel en que después de que el director ha hecho el gesto brusco de agachar la batuta para impartir el silencio largamente anhelado, él añade la coda de un último capítulo, La noche de Walpurgis que es un encuentro de amor en tono amable, tan anhelado asimismo por el lector, desde hacía bastantes capítulos. En estas consideraciones andaba yo antes de llegar a casa y abrir el poemario de Antonio Daganzo Mientras viva el doliente. Para mi sorpresa, lo primero que encuentro es, antes de la Introducción, precisamente una cita de Thomas Mann, extraída de su Montaña mágica. … La enfermedad era la forma depravada de la vida. ¿Y la vida? … No he podido reconstruir la cita dentro de la novela para dilucidar si está puesta en boca de Thomas Mann, directamente, o de su personaje interpuesto, Setembrini que, al alimón con su autor se reparten intervenciones pedagógicas sobre el humanismo, la vida, la muerte, la enfermedad, el tiempo, la fisiología, la felicidad y cien cosas más. Y ¿quién es el doliente en el libro de Antonio Daganzo? El hombre, pero sobre todo, un niño; sin duda, el autor niño. También en el sanatorio de Davos había niños que terminaron allí sus días. A nuestro poeta le fue mucho mejor, afortunadamente. Y por suerte para nosotros, lo recuerda. El libro contiene 35 poemas que van desde el primero en que se alumbra la luz al hombre en el nacimiento … / y el astro cobra luz de futuro mortal/ … / y se transforma en hombre: / enfermedad soy yo. hasta el último que empieza con el final del primero: Enfermedad soy yo / mas también su silencio, / su dormir impasible. / Llevo escrita la muerte: / La humana condición grabó en mi pecho / un alfabeto indescifrable / que mis ojos comprenderán sobre el abismo, / cuando ya nada importe. para terminar en afirmación solemne: Y cuando mire atento mi corazón cansado / hallaré puras fuerzas, desde el niño que fui desarrolladas, / para gritar ya hoy, / prendiendo pese a todo, un común fuego: / “Soy este hombre que ahora vive”. La forma de expresión de Antonio Daganzo es de apariencia sencilla pero de interpretación difícil pues se apoya en un imaginario que con frecuencia vira hacia lo surrealista. El sueño o la ensoñación febril le ayudan. La colección de sus nueve sonetos titulada Perros de arena, son una buena muestra. Retendré, sin embargo, algunos versos de entre ellos; los más directos: … ¿Por qué calláis, a qué fingir, arteros? / ¿No comprendéis que el miedo me tortura, / que espero aún la calma del ladrido? … en el primer soneto; o estos dos tercetos del tercero: … Morir para olvidar, mas morir tarde, / que el alma tarde aprende su mentira, / su condición de cuerpo ensimismado; / que tarde mi ilusión en ser cobarde: / a un cielo se encamina y ya suspira / por recobrar al dios que yo he matado. El dios que nuestro poeta había hecho morir en estos versos anteriores: La queja, / la voz más animal y al tiempo más humana. / … / La mayor evidencia de que el impulso divino está en nosotros. / Y de que Dios no existe. conclusión que ratifica en el poema siguiente La inexistencia de Dios: … / ¿Cuál es el sentido del humano sufrir? / si Dios ha creado al hombre, lanzándolo a la vida? / … Para terminar me voy a referir al conjunto de nueve poemas que se agrupan bajo el título de Memoria del doliente. Como dije antes, el niño era nuestro poeta cuando lo fue, y su memoria es lo que aquí nos dibuja. He tenido confirmación de que el cuadro clínico es el de una alergia infantil superpuesta a la maldita asma, y el cuadro plástico es el que nos ofrece ahora desde su madurez en el lienzo de sus recuerdos ensoñados. La gente no suele dar importancia a ese cuadro clínico hasta que lo sufre. Yo he tenido ocasión de padecerlo en mi hijo mayor y en mi nieto menor, y me solidarizo con Antonio y con sus padres, a quienes, por cierto, dedica sus versos. El polvo de la tiza, los hervores de la primavera (enero en primavera -ventanas cerradas en defensa del viento portador de polen-), los accesos agudos y los intermedios, cuando el niño aprendía a ser misterio de sí mismo al sepultar la mera sombra del ahogo, según nos dice el poeta. Sin juegos, sin escuela (su madre se lo enseñó todo, en casa, pero sobre todo, que … no era / la espuria sombra de un dolor extraño, cruel e injusto / … , sin recreos ni compañeros que lo distrajeran. Nuestro poeta de hoy es deudor de aquel drama de ayer. .. / forzoso prisionero de sus días sin calles, necesitaba la lectura / … / leer era vivir, / leer daba la vida que pasaba de largo / ante el doliente, / porque la vida enfermedad era entonces también vida de enfermo. / … / Fue la madre voluntariosa / quien enseñó al niño a leer. / Y fue así como un niño roto / nació, tan ileso milagro, / dos veces de su propia madre. / Salidas extemporáneas al hospital en busca de respiración flexible, donde el niño, una vez no fue niño, pues lloró como adulto de frustración ya vieja. El niño creció y pasó de la lectura a la escritura: El final de la enfermedad no fue brusco, tomó su tiempo, … / pero el verso encerrado, / cerrado en su constancia, / se fue envolviendo de una textura curva, / … / la asunción de los otros empezó a ser el reto, / vida afuera, / cuando las horas de quietud se incrementaron / y la ansiedad hubo de buscarse en alma extraña. Bueno, pues así se hizo el poeta. Pero nadie mejor que él para contárnoslo. Cuando quieras, Antonio. Referencias www.caprichos-ingenieros.com/Antonio_Daganzo.html

Alberto Lamar Schweyer

Alberto Lamar Schweyer fue un escritor precoz. Ya en 1918 —con solo dieciséis años—, ingresó en la redacción del Heraldo de Cuba y en 1920 comienza a asistir a la tertulia del café Martí junto a otros intelectuales entre los que se encontraba Rubén Martínez Villena, Enrique Serpa, Enrique Núñez Olano, Juan Marinello, José María Uncal y Julio Sigüenza —los dos últimos, españoles. Lamar Schweyer colaboró en El Fígaro (1921-1929) con treinta y cinco textos, escribió en El Mundo (alrededor de 1922-1923); en 1924 pasó a El Sol, periódico comprado por Machado para su propaganda electoral. En el propio año dio a la luz diez artículos y llegó a ser Subdirector. Fue uno de los redactores y directores de la revista de izquierdas Venezuela Libre (1925), que se publicaba en La Habana y estuvo entre los seis redactores de la Revista Parlamentaria de Cuba. La figura de Alberto Lamar Schweyer suele ser olvidada o ignorada por razones ya establecidas, asociadas al proceso de desarrollo del minorismo habanero. La selección en la distancia histórica lo estigmatiza como "el traidor de los minoristas" —llamado así por Alejo Carpentier en el texto "Un ascenso de medio siglo". Miembro del Grupo Minorista desde la Protesta de los Trece, rompió con el mismo en 1927, por diferencias ideológicas con el resto de los integrantes. Su salida se vislumbró cuando El Fígaro, el 6 de febrero de 1927 , publicó un fragmento del libro Biología de la democracia, texto que apoyaba teóricamente a las dictaduras y con el cual le daba un espaldarazo a la prórroga de poderes de Machado, y por la misiva que le envió al destacado periodista Ramón Vasconcelos, que publicó El País el 4 de mayo de 1927; estos hechos motivaron en gran medida la "Declaración" de 1927, que reprodujo la revista Carteles el 22 de mayo de 1927 y la revista Social en junio del mismo año. En este número aparece el resultado de un incidente personal que causó la carta insultante de Lamar Schweyer dirigida a Vasconcelos. Referencias Ecured – https://www.ecured.cu/Alberto_Lamar_Schweyer

Francisco Machado

Del poeta Manuel Romero Márquez a Francisco Machado Su reinvindicación como poeta Tiene tres entradas aquella glorieta con tres bancos curvos en su plazoleta y unas librerías que esperan sus obras porque están vacías. La modesta fuente vierte su cristal sobre una gran taza nada original. Pero el agua clara mana todo el día como meridiana luz de poesía. Una placa oscura, que no tuvo historia hónrase a sí misma, dice: "A la memoria..." fueron tres maestros, tres glorias, tres hados y si ese recuerdo fue sólo por dos quizás más de uno esté equivocado: Fueron tres poetas Hermanos Machado. Lo ha dicho "su fuente" al besarla yo. (De su libro Versos de la vida, del amor y de la muerte. Sevilla, 1983) Francisco Machado fue el menor de los cinco hermanos Machado Ruiz., y como los dos mayores, Manuel y Antonio, también fue poeta. Poeta y escritor, pues varios fueron los campos literarios y periodísticos que cultivó con asiduidad.. Su obra, aparentemente escasa, no lo es en realidad. Una gran parte no llegó nunca a divulgarse, permaneciendo inédita, otra, dispersa en varias revistas y diarios, quedó olvidada con el paso de los años – solo algún que otro poema se recuerda de vez en cuando-, y el único libro que publicó,Leyendas Toledanas,que alcanzaría una segunda edición, es difícil encontrarlo. Varios son los poemas que se publicaron en revistas y diarios de su época, y varios los artículos de diverso contenido. Destacamos los de índole jurídica, generalmente relacionados con el Derecho Penal y la Criminología. Aunque ya están casi olvidadas fue bastante amplio su repertorio de canciones, todavía registradas en la SGAE figurando él como autor de las letras – algunas alcanzaron gran popularidad -. Finalmente queda su obra inédita, cuyos manuscritos se conservan. Esperamos que vean la luz en un día próximo, y si no se consigue en el formato tradicional de libro papel tal vez sí en formato de libro digital. Entre estas últimas obras se encuentra un volumen de poesías titulado “Ráfagas de inquietud”que, además de contener aquellos poemas que publicó en revistas y diarios, contiene muchas totalmente inéditas. Varios trabajos sobre temas jurídicos , criminología y sociología, otros de temas costumbristas, estampas de la época. Colaboraciones teatrales, y una importante colección de guiones cinematográficos – algunos de ellos basados en las leyendas toledanas que versificadas publicó -. A continuación reproducimos dos de sus poemas más conocidos: “El reloj de la cárcel” y “A Concepción Arenal”. Y en reconocimiento a Don Daniel Pineda Novo y a Don Enrique Sánchez Lubián por sus libros sobre Francisco Machado Ruiz, citamos y transcribimos sus palabras impresas sobre estos versos: EL RELOJ DE LA CÁRCEL Daniel Pineda Novo, “El otro Machado”. Guadalquivir Ediciones, Sevilla 2006. “y en versos heptasílabos y dos endecasílabos, el poeta concibe esta composición, que acusa la marcada influencia de la poesía de su hermano Antonio … En la desierta plaza, cubierta de una luz redonda, destaca el erecto reloj de la Cárcel, “con su campana vieja” ….Suenan las horas lentas, y sus tañidos lo llenan todo de una honda pena que penetra, que inunda hasta el corazón de los pobres reclusos… Quimeras, lúgubres sonidos, la armonía lenta, el eco ronco de un azadón en tierra… Palabras, frases, hondamente machadianas, con influencias de Bécquer… Bécquer y Antonio Machado se unen en este poema,,, Simbolismo y romanticismo; en verdad, Antonio Machado fue un romántico tardío, lo que asimiló su hermano Francisco”, “Francisco Machado utiliza en el poema una retórica muy de su tiempo; ese lastre de postromanticismo, que también utilizó su hermano, aunque lo más noble del poema es que el autor se desborda en humanidad con los afligidos, con los que sufren en la Carcel, “donde el pobre recluso/pasa su vida muerta…”, “emplea los procedimientos del auténtico romanticismo: muerte, silencio, sombras, tristezas, quimeras de las ciudades muertas, destacando la imagen exacta – visual y auditiva – del reloj. Imagen que inicia el poema y lo cierra…”. ***************** Mi madre, Leonor Machado Martínez, hija de Francisco Machado, me dice con total seguridad que este poema fue escrito en León en el año 1930, ciudad en la que en esas fechas estaba destinado su padre como director de la Prisión Provincial. Recuerda que la cárcel tenía la puerta principal en una plaza no muy grande y que encima de aquella un reloj sonaba al marcar las horas, “era el reloj de la cárcel”. Referencias http://www.facebook.com/note.php?note_id=115223535195123

Ronel González Sánchez

RONEL GONZÁLEZ SÁNCHEZ (Holguín, Cuba, 4 de abril de 1971). Poeta, ensayista, investigador, escritor para niños, escritor radial, promotor cultural. Licenciado en Historia del Arte. Magister en Desarrollo Cultural Comunitario. Profesor Asistente. Ha publicado 43 libros. Ha obtenido numerosos premios nacionales e internacionales entre los que se destacan Premio en el Concurso Internacional de Poesía Nosside Caribe (Italia, 2000), Gran Premio en los géneros de poesía y cuento en el Primer Concurso Internacional de Literatura Infantil Los zapaticos de rosa convocado por la casa editorial Voces de Hoy de Miami en enero de 2012, Segundo Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma de la ASEJE (Alcalá de Henares, 1996), Tercer Premio Concurso Internacional de la Revista Carta Lírica de Miami, 2000), finalista del III Premio Internacional de Poesía Márius Sampére (Barcelona, 2007), finalista del Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística (Madrid, 2007 y 2009), Premio Iberoamericano Cucalambé 2006, Premio Nacional Cucalambé en décima y en décima mural 1995, etc. Es autor, entre otros, de Desterrado de asombros (Letras Cubanas, 1997), Consumación de la utopía (Miami, 1999 y La Habana, 2005), La noche octosilábica; historia de la décima escrita en Holguín (1862-2003) (2004), Alegoría y transfiguración. La décima en Orígenes (2007), Árbol de la esperanza. Antología de décimas hispanoamericanas (2008) y Temida polisemia; Estudio de la obra del poeta cubano Delfín Prats (EUA, Black Diamond Editions, 2014) y de los volúmenes para niños: Un país increíble (1992), El Arca de No Sé (2001), Zoológico (2009), En compañía de adultos (Holguín, 2010 y Ed. El Barco Ebrio, Madrid, 2013), La enigmática historia de Doceleguas (2010), Relatos de Ninguna Parte (2013) y La honorable bruja Granuja del esqueleto embrujecido (2013). Su obra aparece en 62 antologías dentro y fuera de su país.

El Poeta Rodriguez

A mediados desde el (2006) Miguel ángel rodríguez que por su encargo decidió FORMAR Parte de este gran arte la literatura en tiempo atras escritoo desde qe aprendi hacerloo...lleno de sentimiento de motivacion amor del alma decidí trasmitir mi experiencia al pasar de la vida soy un poeta de la vida... Esta es mi autobiografía decidí hacerlo para que realmente vea lo que trasmito...La poesía dio un giro a mi vida escribir noche y día siempre buscando mas luchando Mi vida es mas poesía que rebeldía mas vida que a morir en una partida porque la vida es una guerra he aprendido a nunca rendirme con esta mentalidad optimista siempre he visto el nada es imposible si esto lo ago. por experiencias propias...Cuando escribo siento ese impulso de inspiración que sacar todo lo que quema por dentro sacar esos miedos plasmar siento que ahogo cada pasado hoy veo que es diferente trasmitir y hacer escuchar todo lo que guarda el corazón empezare estas líneas escritas con la misma profundidad del mar un preso de la libertad encerrado en la soledad hoy abrir narrar lo que siento plasmar y definir y describir que escribir es mi pasión no necesitas tener una vocación porque poeta he nacido bendito el día que aprendí a sacar todas esas tristezas esas experiencias para que nadie pase verme diferente no es por siempre..Ser poeta elegido vivir como un soldado luchar por lo que quiero son mis metas y mis principios he venido de una familia humilde que me enseñaron a valorar lo que tengo..Conformarme con lo poco pero sé que con mi esfuerzo porque esforzarse es lo que me ha dado frutos hasta hoy en cada texto escribir lo que siento mis sentimientos plasmarlos se siente como si me liberara de una gran carga pesada no imagines ni sueñes porque los sueños se hacen realidad con esfuerzo y confianza no esperes que el mundo te diga lo que tengas que hacer porque que si te guías por lo mismo nunca podrás conocer verdaderamente lo que es la vida por eso obedece menos a los principios y sal a la vida hay que conocer para aprender luchar para merecer y obtener por eso nunca te des por vencido porque todos somos alguien dejarte intimidar por alguien y sentir el autoestima como se te baja no importa tu demuestra quien eres.….




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