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Mercedes Matamoros

«La poetisa del dolor» «La alondra ciega» "Fue precursora de la poesía intimista femenina y una de las figuras claves del modernismo en Cuba." Mercedes Matamoros es uno de los casos más dolorosos de nuestra historia literaria. Fue una mujer triste, pues la vida poco o nada la retribuyó en el amor y hasta en la belleza, pues, se afirma, era poco agraciada. Suplió estas carencias con su propia obra cargada de energía dramática y concentrada emoción. Perfecta hacedora de sonetos, los suyos quedan como una de las muestras más sobresalientes de la poesía cubana en su momento de transición del romanticismo hacia los primeros atisbos modernistas. En vida le fue difícil alcanzar la gloria y la dicha («en tu pecho anidó, porque en la vida/ gloria y dicha alcanzar fuera locura», expresó Manuel Serafín Pichardo en un momento de su poema «A Mercedes Matamoros», leído después de ser sepultada), pero será recordada siempre, porque fue grande de espíritu y de obra, expresión de una carga de sentimiento acumulado que estuvo siempre, como dijera Lezama Lima, en «la más permanente fascinación».(...) Su vida y su obra Nació Mercedes Matamoros en la hermosa ciudad de Cienfuegos el 13 de marzo de 1851. Las breves noticias biográficas que de la poetisa se han publicado coinciden con el error casi unánime de señalar el año 1858 como aquel en que ocurriera su nacimiento. Error injustificable en sus biógrafos, pero sobre todo en los que, como D. Francisco Calcagno, el laborioso y frecuentemente equivocado autor del «Diccionario Biográfico Cubano», fueron contemporáneos de Mercedes Matamoros... . (...) Aún en el caso de que no existiera la partida de bautismo que damos a conocer al final de este estudio, no podría aceptarse que dicho suceso ocurriera en 1858, a poco que se recorriesen los periódicos en que aparecieron las primeras producciones literarias de Mercedes Matamoros. En efecto, ella dio a la publicidad en 1867 folletines y artículos de costumbres en algunos diarios de La Habana. ¿Cómo habría de escribir esta clase de trabajos una niña de nueve años? La Avellaneda creó a los ocho años un cuento, es verdad, y Heredia de poco más edad una fábula; pero apenas es necesario establecer una comparación entre unos y otros géneros para echar de lado la posibilidad de que Mercedes Matamoros hubiera escrito sus artículos «Un primer baile», «Uno como hay muchos» y «Desvaríos y tonterías» aún no cumplido el primer decenio de su vida. Hoy, con la partida de bautismo de la poetisa ante la vista, podemos corregir definitivamente el repetido lapsus cronológico, autorizado por escritores de la reputación del citado Calcagno, de Chacón y Calvo y otros. Muy joven aún, tendría dieciséis años, empezó a dar a la publicidad sus primeros trabajos. Y, cosa rara, estos primeros escritos no eran en versos, sino en prosa. Eran, como se ha dicho, artículos de costumbres; en los que demuestra, a la par que un espíritu tempranamente inclinado a la reflexión, marcadas dotes para observar y describir. (...) pasa una década sin que Mercedes Matamoros vuelva apenas al escenario de la publicidad. Calló, como era preciso que callaran los poetas de la Isla mientras se escribía con sangre y llanto la epopeya de Yara. Fue un ciclo en que el alma cubana tuvo puestos todos sus entusiasmos, toda su fe, todos sus ideales, en el triunfo de los hermanos que en lucha homérica defendían nuestro derecho a la independencia. Los poetas rehusaban toda pueril aventura lírica y pulsaban la lira de hierro para lanzar sus imprecaciones al enemigo, en la manigua cómplice, entre carga y carga de machete; o para evocar en la tristeza del destierro las delicias sacrificadas al amor de la libertad. En las ciudades cubanas, en tanto, otros componían, bajo la mirada áspera y desdeñosa de los amos de la colonia, poemas en que se evocaban rebeldías bíblicas o se fustigaba la soberbia de extranjeros déspotas, poemas cuya alusión al drama nacional reconocía enseguida el nativo y que servían de alivio y de estímulo al alma revolucionaria en su obligada clausura. (...) Atraviesa la poetisa el apogeo de su gloria. Martí, Varona, Tejera, le prodigan elogios. (...)El último amor de Safo es en opinión general de los críticos la mejor de las obras de Mercedes Matamoros. Lo componen veinte sonetos que consagran a la autora entre los grandes cultivadores de este género poético. Sus versos son fáciles, armoniosos y rotundos. Cada soneto dentro del poema encierra un pensamiento completo y se enlaza con los anteriores y con los siguientes solamente por el estado anímico que representa dentro del proceso de la pasión sentida por la protagonista de la obra. Algunos son primorosas joyas que se diría labradas para lucimiento de antologías si no se supiera que la autora, enemiga del artificio hasta hacer un culto de la expresión primigenia, los escribió con su presente compostura y se negó a introducir en ellos modificaciones de forma que críticos amigos le aconsejaron después de leer por primera vez el poema. (...) Réstanos analizar parte de su labor literaria que, aunque menos valiosa, es necesario tenerla en cuenta si se quiere dar una impresión completa de la obra poética de Mercedes Matamoros. Nos referimos a la poesía patriótica, inspirada por un vehemente amor por Cuba que ella condensó en la contestación que diera a una encuesta hecha por «El Fígaro»: «-¿Si usted no fuera cubana, en dónde quería haber nacido?» «-Si yo no hubiera nacido en Cuba, quisiera haber nacido en Cuba.» Esto en cuanto a su amor por Cuba, que en cuanto a su idea de lo que es la Patria la encontramos definida en una estrofa de la Sensitiva XX: «Bastarán una flor, una armonía, para acordarte de la ausente patria, Ella es tu madre, y por la madre siempre derrama el hombre sus mejores lágrimas.» Fue Mercedes Matamoros uno de los 'poetas de la guerra'. Su alma grande, llena de todos los amores, no podía contemplar impasible la epopeya gloriosa que regaba de sangre los campos de Cuba. Su lira no podía permanecer muda ante los dolores de sus compatriotas, ante las victorias de la Tiranía, ante aquel cuadro de horror que ofrecía la Reconcentración. Y le arrancó notas tristes para cantar a los mártires y sonidos guerreros para cantar a los héroes, y lágrimas amargas para llorar con la familia cubana, y estrofas henchidas de esperanzas en el porvenir de la Patria. Los sonetos de Mercedes Matamoros merecen consideración aparte. En ellos alcanzó su mayor perfección formal. En ellos encajó descripciones y fantasías imperecederas. La Tempestad, escrita después de su primer largo silencio ocasionado por calamidades domésticas, es un lienzo sobrio y viril en que aparece la figura del Primer Almirante en primer plano, frente a la chusma atemorizada ante el gesto sereno con que acoge al par la inclemencia de los hombres y la de los elementos; «Que al bramar de los vientos desatados, entre la sombra que oscurece el día, y al choque de los mástiles lanzados por el vívido rayo al hondo abismo, tranquilo el genio está, porque confía en su inmenso poder, como Dios mismo.» Referencias Cuba Literaria - http://www.cubaliteraria.cu/autor/hortensia_pichardo/mercedes.html Cuba Literaria - http://www.cubaliteraria.cu/articulo.php?idarticulo=14171&idseccion=84

Antonio José Ponte

Antonio José Ponte Mirabal (Matanzas, Cuba, 1964). Ensayista, narrador y poeta cubano. Ha trabajado como ingeniero hidráulico, guionista de cine y profesor de literatura. En 2003 fue expulsado de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, por sus ideas contrarias al régimen castrista. Reside en Madrid desde 2007. Publica regularmente en las revistas La Habana Elegante , Cuadernos Hispanoamericanos y Letras Libres. Actualmente co-dirige la publicación digital Diario de Cuba Obra Antonio José Ponte está considerado como uno de los más prestigiosos ensayistas cubanos. Aunque ha cultivado tanto la narrativa como el ensayo, es en este último género por el que más se le conoce. Entre sus ensayos destacan Las comidas profundas (Éditions Deleatur, 1997) traducido al francés como Les Nourritures lointaines (Éditions Deleatur, 2000), Un seguidor de Montaigne mira La Habana / Las comidas profundas (Verbum, 2001) y El libro perdido de los origenistas (Aldus, México, 2002). Su ensayo más significativo es el titulado El abrigo de aire, escrito contra las manipulaciones de José Martí por parte del poder político revolucionario cubano. Su poesía está recogida bajo el título Asiento en las ruinas (Letras Cubanas, 1997) y en Un bosque, una escalera (Editorial Compañía, México, 2005). Es autor de la novela Contrabando de sombras (Mondadori, Barcelona, 2002). Sus últimas obras publicadas son Un arte de hacer ruinas y otros cuentos (Colección Aula Atlántica, Fondo de Cultura Económica, México D.F.) y La fiesta vigilada (Anagrama). Bibliografía Poesía Árbol del muerto y otros poemas, 1985 Trece poemas, 1990 Poesía (1982-1989), 1991 Naufragios, 1992 Asiento en las ruinas, Letras Cubanas, 1997, reeditado por Editorial Renacimiento, Sevilla, 2005 Ensayo La lengua de Virgilio, Vigía, Matanzas, 1993 Un seguidor de Montaigne mira La Habana, 1995 Las comidas profundas, Deleatur, Angers, 1997 El abrigo de aire, ensayos sobre literatura cubana, Beatriz Viterbo, Rosario, 2001 El libro perdido de los origenistas, Aldus, México, 2002 Sartre a La Havane, NRF, 581/42, Paris, 2007 Villa Marista en Plata. Arte, política, nuevas tecnologías, Editorial Colibrí, 2010 Cuento Cuentos de todas partes del imperio, Deleatur, Angers, 2000 In the cold of the Malecon and other stories, City Lights Books, San Francisco, 2000 Tales from the Cuban Empire, City Lights Books, San Francisco, 2002 Un arte de hacer ruinas y otros cuentos, FCE, México, 2005 Novela Contrabando de sombras, Mondadori, Barcelona, 2002, novela La fiesta vigilada, Anagrama, Barcelona, 2007, novela Como coeditor Retrato de grupo, antología de poesía cubana contemporánea, 1989, con: Víctor Fowler Referencias Wikipedia – https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_José_Ponte

Pedro Junco

Pedro Junco (Pedro Buenaventura Jesús Junco Redondas). Compositor y pianista. Nace en Pinar del Río, el 22 de febrero de 1920 y muere el 25 de abril de 1943 en la misma ciudad. Autor del célebre bolero Nosotros, que ha sido interpretado por numerosos cantantes de todo el mundo. Estudió piano con Estrella Pintado; completó su formación musical en la filial del Conservatorio Orbón de Pinar del Río, donde obtiene el título de maestro de piano en 1939, bajo la tutela de Delia García de Figarol. En la radioemisora CMAB estrenó sus obras Tony Chirolde, a quien había enseñado técnica vocal. En 1940, en un concurso de la RHC Cadena Azul, obtuvo el noveno lugar con el bolero Quisiera, interpretado por Reinaldo Henríquez. Se graduó de bachiller y matriculó Derecho en la Universidad de La Habana, pero abandonó los estudios para dedicarse a la música. En otro concurso de la RHC Cadena Azul alcanzó el primer lugar con el vals Tranquilamente. Fundó en Pinar del Río la Asociación de Periodismo y Radio y la Sociedad Juvenil Rafael Morales. En la CMAB trabajó como locutor y ofreció recitales con sus canciones junto a su hermana Antonia Junco y Tony Chirolde. El 16 de enero de 1942 estrenó en el Teatro Aida, de Pinar del Río, Nosotros: al piano, Pedro Junco; cantante: Tony Chirolde. Rita Montaner, Reinaldo Henríquez, Esther Borja, Miguel Ángel Ortiz y otros, han incluido en su repertorio Tus ojos, Como soy y Mi santuario; Elena Burke, René Cabell, Luis Gardey, Plácido Domingo, Julio Iglesias, la Orquesta Aragón, Rita Montaner, Fernando Fernández, las Hermanas Lago, Sarita Montiel, Albert Hammond, Lupita D’Alessio y la Pequeña Compañía, han interpretado también Nosotros. Sus obras se han utilizado en filmes mexicanos y cubanos. Boleros * Soy como soy,1940 * Yo te lo dije Bolero-canción * Nosotros, 1943. * Quisiera y Tus ojos, 1939 * Cuando hablo contigo * Estoy triste * Te espero * Tu mirar * Una más, 1941 * Gracias * Me lo dijo el mar * Mi santuario, 1942. * Llanto, luna y mar, texto: Pedro Junco; música: Luis César Núñez González * Amarga indiferencia * Como soy * Cuando te vi llorar * No te culpo, mujer * Reciprocidad * Sólo por ti * Yo pienso que sí. Vals * Tranquilamente, 1943.feren Referencias Ecured - http://www.ecured.cu/index.php/Pedro_Junco

Sindo Garay

Antonio Gumersindo Garay y García, conocido como Sindo Garay (Santiago de Cuba, 12 de abril de 1867 - 17 de julio de 1968) fue un músico cubano que, aun sin contar con formación académica, supo ganarse un sobresaliente lugar en la trova tradicional. Fue creador de más de 600 obras que retratan la idiosincrasia cubana; entre sus temas destacan su admiración por su tierra natal, los paisajes, las mujeres y el amor. Entre sus creaciones encontramos: Amargas verdades, Mujer bayamesa, Guarina, La tarde, Perla, Retorna y Tormento fiero . Varias de sus creaciones tienen un corte político. Durante su infancia actuó como enlace del coronel mambí José Maceo. También por entonces conoció a José Martí, por lo que incluiría en su repertorio el poema Semblanza de Martí, basado en el encuentro que tuvo con el mismo. Murió el 17 de julio de 1968 a la edad de 101 años.Porque el bolero se ha universalizado y se conoce en todo el mundo, las nuevas generaciones deben recordar siempre a las figuras más prominentes de este género musical genuinamente cubano, que hace más de cien años acompaña a quienes aman, sueñan, o sufren como románticos al fin y porque se debe recordar siempre que fue Don Pepe Sánchez quien, al crear su canción Tristeza en 1893, legitimó esa música, romántica por excelencia. Por todo ello rememoramos al inolvidable Sindo Garay, uno de los grandes intérpretes del bolero. A partir de Don Pepe Sánchez, como ya dijimos, indiscutible precursor que marcó un hito en la historia de la canción trovadoresca tradicional cubana, el género se enriquece con la aparición de una verdadera pléyade de notables sucesores, entre los que descuella Sindo Garay quien, junto a Manuel Corona, Alberto Villalón y Rosendo Ruiz, constituyen el llamado grupo de los Cuatro Grandes de la trova cubana. Sindo Garay, bautizado por Federico García Lorca como El Gran Faraón de Cuba, es sin duda, uno de los trovadores cimeros de la música cubana. El bolero tuvo en Sindo Garay su mejor exponente, quien le impuso su peculiar estilo con el rayado de las cuerdas de la guitarra para cerrar las frases musicales. A los 10 años de edad compuso su primera canción, Quiéreme trigueña. Laboró en trabajos muy humildes, y adolescente se inició en el movimiento trovadoresco de Santiago de Cuba. Viajó a fines del siglo pasado por Santo Domingo, (República Dominicana), Puerto Rico y varios países suramericanos. Autodidacta, poseyó una intuición extraordinaria. Hacía uso frecuente de los cromatismos, en forma tan acertada como sorprendente. Entre sus composiciones más importantes figuran: La tarde, Perla Marina, Rendido, Labios de grana, Clave a Maceo, Retorna, La baracoesa, La alondra, El huracán y la palma, Fernani, Rayos de oro, Tardes grises, Ojos de Sirena y Guarina. Durante su larga vida, 101 años, tuvo un incansable transitar por su país donde recibió cientos de homenajes. De él dijo José Antonio Méndez en 1988: “Tenía una forma Sui Géneris de armonizar sus canciones. Los profesores al ver sus trabajos armónicos, no podían menos que asombrarse de que un hombre que no sabía música pudiera utilizar aquellos recursos armónicos como lo hacía Sindo Garay. Sus secuencias armónicas sorprendían a los estudiosos al romper los cánones establecidos por las grandes escuelas de música. Sindo hacía una serie de combinaciones muy suyas, y sobre todo utilizaba los bajos de una forma única. Hay que llegar a la conclusión de que efectivamente Sindo Garay fue un verdadero genio". Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Sindo_Garay Salsa Power - www.salsapower.com/editorials/sindo_garay.htm

Esteban Borrero

Médico, pedagogo, poeta, narrador y mambí. Importante figura de las letras en Cuba en el período de transición del siglo XIX al XX. Hijo del educador Esteban de Jesús y padre de las poetisas Juana, Dulce María y Ana María, fue un intelectual que desplegó un talento excepcional tanto como hombre de ciencias y de letras. Se educó y ejerció como maestro desde los 11 años de edad en una escuela fundada por su madre en Camagüey, su ciudad natal. Luego, se acreditó como profesor de Instrucción Primaria en Puerto Príncipe y, en 1863, se colocó como ayudante delineador en la Comandancia de ingenieros de su ciudad natal. Su vocación pedagógica lo llevó a abrir una academia para adultos y, al estallar la Guerra del 68, partió hacia la manigua con sus discípulos. En campaña, fundó dos escuelas y sirvió en las armas hasta llegar a ser jefe de servicio de avanzada, capitán y más tarde coronel. En la contienda, Borrero cayó prisionero, sufrió grandes penalidades hasta la Paz del Zanjón y, después de la guerra, se ganó la vida como zapatero y panadero. En la capital, donde arribó luego de ser declarado sospechoso por las autoridades españolas, Borrero trabajó como maestro sin sueldo y como librero encuadernador, y estudió Agrimensura y la carrera para Pericial de Aduana. En 1879, publicó junto a Enrique José Varona, los hermanos Sellén y otros importantes poetas, la selección poética Arpas amigas. Se graduó de licenciado en Medicina y Cirugía, y obtuvo por oposición la plaza de médico municipal de Puentes Grandes, donde residió durante algunos años. En esa localidad habanera, la casa de la familia Borrero se convirtió en un centro cultural importante, puesto que cada domingo, allí, se celebraban tertulias de poesía a las que asistían Julián del Casal, los hermanos Uhrbach y otras personalidades impulsoras del modernismo cubano. Años más tarde, Borrero fue cofundador de la Sociedad de Estudios Clínicos y de la Sociedad Antropológica. En 1892, se trasladó a Nueva York para entrevistarse con algunos miembros de la Junta Revolucionaria. Luego del estallido de la Guerra del 95, se vio obligado a emigrar a los Estados Unidos, donde ejerció como farmacéutico, médico y maestro, y donde dirigió la Escuela del Club San Carlos, de los emigrados cubanos. En el exilio, fue nombrado delegado del Partido Revolucionario Cubano y ministro del gobierno de la República en Armas en Costa Rica y El Salvador. Volvió a Cuba en 1902 y representó el Tercer Cuerpo del Ejército en la Asamblea de Libertadores. En el contexto de la República, Borrero se desempeñó como catedrático de Anatomía, de Psicología Pedagógica, Historia de la Pedagogía e Higiene Escolar en la Universidad de La Habana. Tuvo una función importante en la dirección de publicaciones científicas como Crónica Médico Quirúrgica de la Isla de Cuba, Boletín de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba y la Revista de Ciencias Médicas de La Habana. Su autobiografía fue publicada, en 1906, en la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad de La Habana, de cuyo consejo de redacción formó parte. Dejó en preparación trabajos sobre medicina y pedagogía; e inéditos, entre otros, un tomo de poemas. Tradujo Las instituciones antropológicas, de Broca, y el Tratado de aritmética, de Wentworth. Como figura de tránsito entre los siglos xix y xx, Esteban Borrero es, junto a José Martí, Ramón Meza y Julián del Casal, uno de los mejores antecedentes del cuento posterior que florecerá durante los años republicanos. La importancia de Borrero como narrador se debe a varios factores, entre ellos, el ser autor del primer libro de cuentos de la literatura cubana -Lectura de Pascuas (1899)-, en el que reunió historias que ya habían sido publicadas con anterioridad, acompañadas por ilustraciones de Juana y Dulce María Borrero, dos de sus hijas. La narrativa de Esteban Borrero se caracterizó por su carácter reflexivo, escéptico y pesimista, donde abundan las indagaciones psicológicas, las evocaciones y los enfrentamientos de ideas con la finalidad de entender las conductas del género humano. Este interés, a su vez, lo llevó a recurrir a la sátira, así como a los elementos simbólicos y alegóricos. Así ocurre en Calófilo (1879), donde el personaje principal se debate entre la precariedad de su existencia y la búsqueda de las formas puras de la belleza, la verdad y el arte; o en la noveleta Aventura de las hormigas (1888-1891), una obra de debate en la que se critica la estupidez humana desde la perspectiva de una colonia de hormigas. Sin dudas, la narración más conocida de Esteban Borrero es el cuento “El ciervo encantado” (1905), que constituye una alegoría histórica y, a la vez, una fábula satírico-política sobre la situación de Cuba, al iniciar el siglo xx, y, a la vez, el período republicano. La narración, que se desarrolla en una época prehistórica y una isla imaginaria, se convirtió en el primer relato de ficción cubano en abordar el tema de la injerencia de los Estados Unidos en los asuntos nacionales. Como ocurre en la narrativa de Borrero, en general, también este cuento se caracteriza por una estética naturalista con desbordantes explicaciones científicas, elucubraciones filosóficas, abundantes citas en latín y variada terminología médica, zoológica y físico-naturalista. Interesado en la visualidad de sus libros, Esteban Borrero desarrolló proyectos en conjunto con su hija Dulce María Borrero, quien además de poeta era una destacada pintora e ilustradora. Así nació el libro Don Quijote poeta (1905), con obras de ambos. Además, Borrero se interesó por dedicarle libros de narrativa al público más joven, para quien publicó obras escolares como El amigo del niño (1906). Ya en el ocaso de su vida, dos años antes de su setenta cumpleaños, decidió privarse de la vida el 29 de marzo de 1906, en San Diego de los Baños, provincia Pinar del Río. Sin embargo, por derecho propio, por ser un sobresaliente patriota y educador, médico y poeta, Esteban Borrero Echeverría se encuentra en la lista de los mejores hijos de Cuba. Bibliografía activa Poesías, Imp. La Económica, La Habana, 1878. La vieja ortodoxia y la ciencia moderna (Discurso leído en el Ateneo de La Habana), Imp. Militar, La Habana, 1889. Lectura de Pascuas. Una novelita. Machito Pichón. Cuestión de monedas, Imp. El Fígaro, La Habana, 1899. Las Bellas Artes y su influencia social, Imp. Avisador Comercial, La Habana, 1900. Alrededor del Quijote (Trabajos escritos con motivo del 3er centenario de la publicación de la obra maestra de Cervantes), Librería e Imprenta La Moderna Poesía, La Habana, 1905. El ciervo encantado. Cuento prehistórico, Imp. El Avisador Comercial, La Habana, 1905. Don Quijote, poeta. Narración cervantesca (Escrita con motivo del 3er centenario de la publicación de la obra maestra de Cervantes), Imp. La Moderna Poesía, La Habana, 1905. El amigo del niño (Libro primero de lectura), Imp. La Moderna Poesía, La Habana, 1906. Alma cubana, Imp. La Prueba, La Habana, 1916.

Rafael María de Mendive

Rafael María de Mendive. Destacado intelectual, comprometido de palabra y de hecho con la justa causa liberadora de la segunda mitad del siglo XIX en Cuba. Literato, poeta y eminente educador de vasta cultura. Nació el 24 de octubre de 1821 en La Habana, hijo de Mariano Mendive, comerciante vizcaíno y de Dolores Daumy, natural de La Habana. Sus padres mueren siendo aún niño, haciéndose cargo de su educación su hermano mayor, quien se encargó de ofrecerle vasta instrucción, enseñándole Literatura Española, Inglés y Francés, lo que correspondió con el impresionante adelanto de Rafael María. Contaba 13 años de edad, en 1834, cuando ingresa en el seminario de San Carlos, ya poseía buen dominio de la literatura española, el inglés y el francés. En "San Carlos", estudió Derecho, Filosofía y latinidad, a cargo de los más renombrados profesores de la época. Sus excelentes resultados académicos, más el apoyo económico de su familia, le permitieron, ingresar, en 1838, contando con 17 años de edad, en la Real y Pontificia Universidad de La Habana, donde culminó la carrera de Derecho en 1844. Llegado este momento, a los 23 años de edad, con una sólida formación académica, así como una febril inclinación hacia la poesía y lo bello en general, decide realizar un prolongado viaje al extranjero, dicho proyecto se materializa gracias al apoyo económico de su tía Mercedes, quien lo aprecia como a un hijo. Esta estancia en el exterior, que se extendió hasta 1852, le resultó altamente productiva, pues se vincula con figuras de gran renombre político y literario, tales como Félix Varela, José Antonio Saco y Domingo del Monte entre otros, los cuales por diversas razones, contrarias a la política colonial imperante en Cuba, habían tenido que abandonar la patria. Este período de 8 años fue decisivo en su formación intelectual. Regresó a Cuba en 1852 y en 1856 ingresó en la Sociedad Económica de Amigos del País, contaba con 35 años de edad y estaba en plena madurez intelectual, con una amplia producción literaria, fundamentalmente poética. En 1851 sus versos fueron incluidos en la antología “Poetas españoles y americanos del siglo XIX”. Después de visitar Italia regresó a Cuba en 1852. Cuatro años después ingresa en la Sociedad Económica de Amigos del País y colabora con diferentes publicaciones entre las que se encuentran: Guirnalda Cubana, Revista Habanera, Álbum de lo Bueno y lo Bello, el Correo de la Tarde y el Diario de La Habana. Mendive; maestro de Martí Durante sus años de profesor, protector y maestro de José Martí. Su casa era centro de reuniones literarias y fervor patriótico. En 1864 ocupa la dirección de la Escuela Superior Municipal de Varones, y más tarde funda el colegio San Pablo, instalado en su propia casa, en Prado 88, la cual constituyó, para todos sus discípulos, un seminario cívico donde encuentran calor de hogar. Martí se forma en las manos de Mendive. Los conceptos fundamentales de la prédica martiana: amor a la libertad, decoro, dignidad, prestigio, justicia, preocupación por los humildes, pureza de pensamiento, eran virtudes atesoradas por Mendive, las cuales supo transmitir a su discípulo. Sobre él escribe Martí en carta a Enrique Trujillo: "Y ¿cómo quiere que en algunas líneas diga todo lo bueno y nuevo que pudiera yo decir de aquel enamorado de la belleza, que la quería en las letras como en las cosas de la vida, y no escribió jamás sino sobre verdades de su corazón o sobre penas de la Patria?..." El Patriota El 22 de enero de 1869, como consecuencia de las manifestaciones revolucionarias ocurridas en el Teatro Villanueva, donde se escucharon vivas a Cuba y a Carlos Manuel de Céspedes, durante la representación de la obra "El perro huevero", Rafael María de Mendive fue detenido y remitido a prisión en el Castillo del Príncipe donde estuvo cinco meses, por ser su casa centro de reuniones patrióticas. Su Colegio San Pablo, fundado en 1867, fue clausurado, y el poeta resultó sentenciado a cuatro años de confinamiento en España, desde donde logró pasar rápidamente a Nueva York, ciudad donde residió desde 1869 hasta 1878. Allí colaboró en varias publicaciones de lengua española y continuó alentando la causa separatista, por la cual murió su hijo Luis. Mendive regresó a Cuba al firmarse la Paz del Zanjón donde dirigió el periódico liberal Diario de Matanzas desde diciembre de 1878 hasta marzo de 1879. Continuó escribiendo para importantes publicaciones internacionales, y en 1883 apareció la tercera edición de sus Poesías. Estuvo al frente del colegio San Luis Gonzaga, de Cárdenas y allí enfermó en 1886, por lo que fue trasladado a La Habana, donde murió el día 24 de noviembre. El 20 de diciembre del mismo año le fue tributado un homenaje póstumo en el Teatro Tacón, donde participaron algunas de las más destacadas figuras de la cultura cubana de la época. José Martí su más devoto alumno publicó una semblanza de su maestro en El Porvenir, de Nueva York, el 1 de julio de 1891. (...)¿Se lo pintaré preso, en un calabozo del castillo del Príncipe, servido por su Micaela fiel, y :sus hijos, y sus discípulos; o en Santander, donde los españoles lo recibieron con palmas y :banquetes?; ¿o en New York, adonde vino escapado de España, para correr la suerte de los cubanos, y :celebrar en su verso alado y caluroso al héroe que caía en el campo de pelea y al español bueno que :no había querido alzarse contra la tierra que le dio el pan, y a quien dio hijos?; ¿o en Nassau, :vestido de blanco como en Cuba, malhumorado y silencioso, hasta que, a la voz de Víctor Hugo, se :alzó, fusta en mano, contra «Los dormidos»?; ¿o en Cuba, después de la tregua, cuando respondía a un :discípulo ansioso: «¿Y crees tú que si, por diez años a lo menos, hubiese alguna esperanza, estaría :yo aquí?» ¿A qué volver a decir lo que saben todos, ni pensar en que los diez años han pasado? :Prefiero recordarlo, a solas, en los largos paseos del colgadizo, cuando, callada la casa, de la luz :de la noche y el ruido de las hojas fabricaba su verso; o cuando, hablando de los que cayeron en el :cadalso cubano, se alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba. El Poeta Mendive es coautor de Cuatro laúdes, junto con Ramón Zambrana, José Gonzalo Roldán y Felipe López de Briñas. En colaboración con José de Jesús García publicó su antología América poética. Prologó, además, la segunda edición de las Poesías de Fornaris. Fue traductor, dejó dramas inéditos y utilizó los seudónimos Tristán del Páramo, La Caridad y Armand Flevié. La perfección formal y el sentido de la musicalidad, caracterizan la obra lírica de Mendive, a veces más recordado por haber sido maestro de José Martí, que por su legítimo valor como poeta. La gota de rocío es uno de sus poemas más característicos; es también muy hermoso La oración de la tarde. Refinado y pleno de matices, parece ser un poeta transicional entre la primera y la segunda generaciones románticas; con él se abandonan las tendencias más facilistas del criollismo, sin dejar de reflejar en su poesía una sensibilidad íntimamente cubana. Mendive * La Gota de Rocío * ¡Cuán bella en la pluma sedosa de un ave, * O en pétalo suave, * De nítida flor, * Titila en las noches serenas de estío * La diáfana gota de leve rocío * Cual vívida estrella de un cielo de amor! * El álamo verde que el aura enamora, * El sauce que llora, * El verde palmar, * El mango sombroso, la ceiba sonante, * Cual fúlgido rayo de níveo brillante * La ven en sus hojas inquieta temblar. * Resbala entre rosas tan rápida y leve, * Tan frágil y breve, * Tan blanca y sutil, * Cual son de la vida los sueños de amores, * Y el beso de almíbar que en copa de flores * Nos brinda gozosa la edad infantil. * Acaso de un ángel la lágrima sea * Que amor centellea * Con luz celestial, * La gota de aljófar de un niño que llora. * La perla más blanca que vierte la aurora * Y lleva en sus alas el suave terral. * ¡Soñando ternezas gallarda hermosura * El cáliz apura * De aromas y miel; * Y el lago sus ondas azules levanta, * El cisne se queja de amores y canta, * Y todo en la tierra respira placer! * ¡Oh noche! ¡Oh misterio de eterna armonía! * ¡Oh dulce poesía * De sueño y de paz! * ¡Poema de sombras, de nubes y estrellas, * De rayos de oro, de imágenes bellas * Suspenso entre el cielo, la tierra y el mar! * ¡Oh! ¡Cómo gozoso en las noches de Mayo * Al trémulo rayo * De luna gentil, * Sentado en el tronco de un sauce sombrío * Tras gota apacible de suave rocío * Pensé de mi madre las huellas seguir! ¡Y allí con mis versos, en paz deleitosa Mis hijos, mi esposa, Mis libros y Dios, He visto las horas rodar sin medida, Cual rueda esa perla del cielo caída Temblando en el cáliz de tímida flor! ¡Feliz si, muriendo, mis tristes miradas De llanto bañadas Se fijan en ti! ¡Feliz si mi lira vibrante y sonora, Cual cisne amoroso, con voz gemidora Su queja postrera te ofrece al morir...! ¡Tú, al menos, podrías en gélida losa Con luz misteriosa Mi nombre alumbrar; Y el ave sedienta verá con ternura De un pobre poeta la lágrima pura, Allí sobre el mármol tranquila brillar...! Bibliografía * Mendive, Rafael María: Poesías escogidas, selección y prólogo de Rafael del Valle, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1977. * Mendive, Rafael María: Autobiografía. Tomado de Portal de la Universidad de Ciencias Pedagógicas "Raael María de Mendive" de Pinar del Rio. Cuba Referencias http://www.ecured.cu/index.php/Rafael_Mar%C3%ADa_de_Mendive

Juan Marinello

Juan Marinello. Destacado intelectual y revolucionario cubano. Ensayista que realizó notables estudios acerca de José Martí. Nació en el pequeño poblado de Jicotea, provincia de Villa Clara. Sus padres fueron Felio Marinello Fábregas, español, y Juana Vidaurreta y del Valle, cubana. Primeros estudios Realizó sus estudios primarios y secundarios en la ciudad de Santa Clara. Pasó después a la Universidad de La Habana, donde obtuvo los títulos de doctor en Derecho Civil —como alumno eminente—, en Derecho Público y en Filosofía y Letras. A principios de los años 20 amplió sus estudios en la Universidad Central de Madrid. Labor pedagógica La labor de Marinello como pedagogo fue extensa y abarcó varios países. Ejerció como profesor de Literatura Cubana y en el Instituto de Idiomas Moderno de la Universidad de La Habana; de Lenguaje, Literatura Española y Cubana en la Escuela Nacional para Maestros de La Habana. En México impartió clases de Historia del Arte en la Escuela Normal de Maestros de México, fue profesor de Literatura Hispanoamericana de la Escuela de Verano de la Universidad Autónoma de México en 1933 y 1936, y de Literatura Iberoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la misma institución. Además, Marinello ocupó importantes posiciones en organismos internacionales: miembro permanente del jurado internacional de los premios Lenin por la Paz, presidente del Coloquio Internacional “José Martí” en la Universidad de Burdeos, y vicepresidente del Consejo Ejecutivo de la UNESCO. Representó al Movimiento Cubano por la Paz en importantes eventos internacionales como los efectuados en Varsovia, México, Budapest, Bruselas, Helsinki y Berlín. Presidió la delegación cubana a la Conferencia de los Pueblos, efectuada en la Habana en 1962. En enero de 1965 integró la delegación de nuestro país al Coloquio sobre Literatura Latinoamericana celebrado en Génova, Italia. Como embajador y delegado permanente de Cuba ante la UNESCO, participó en sus conferencias generales de 1964, 1966, 1968 y 1970, y tomó parte en el Coloquio sobre Lenin convocado por esa organización internacional, efectuado en Tampere, Finlandia, en abril de 1970. Trayectoria política En su condición de patrocinador del Congreso Mundial de la Juventud de Vassar College, asiste a sus sesiones, y en 1939 representó al Partido Unión Revolucionaria en el Congreso de las Democracias de Montevideo. Presidió después en Buenos Aires la Conferencia Continental de Ayuda a España. En Chile fue declarado Huésped de Honor de la Alianza de Intelectuales, con la adhesión de la Universidad de Santiago y de los Partidos del Frente Popular. Presidiendo el Partido Unión Revolucionaria Comunista, fue electo, representándolo, delegado a la Asamblea Constituyente de 1940, y fue allí su líder. El mismo año resultó electo candidato de su partido a la Alcaldía de La Habana y, dos años más tarde, representante a la Cámara. Presidió además la Comisión de Enseñaza Privada del Consejo Nacional de Educación y Cultura (1941), en la que desarrolló una intensa campaña nacional a favor de una enseñaza cubana y progresista. Dirigió el Partido Socialista Popular desde 1944 hasta su disolución. En las elecciones de junio de ese año fue electo senador por la provincia de Camagüey, y en 1946 ocupó la vicepresidencia del Senado. Fue candidato a la Presidencia de la República por el Partido Socialista Popular en 1948. Político de paz Juan Marinello Vidaurreta planteó: “El intelectual no puede dejar de ser político, sin que por ello tenga que dedicarse, primordialmente, a la política, porque eso depende también de las facultades personales”. Aproximarse al pensamiento y acción de una figura como Marinello conduce desde la perspectiva teórico conceptual a investigar y valorar el reconocimiento de sus ideas, su aporte ideológico, matizado por su carácter reflexivo, revolucionario, marxista –leninista y martiano, que tuvo la oportunidad de desarrollar. Su militancia en el PCC más que una concesión de la elite de poder, representó una gran conquista del movimiento revolucionario nacional e internacional, que veía ahora una de sus más caras aspiraciones materializadas, la legalización de un partido político marxista – leninista de los trabajadores. El periódico Hoy desde su fundación constituyó una trinchera de las masas populares en su combate y papel en la socialización del Marxismo-Leninismo y contribuyó de manera significativa en la formación del sentimiento antiimperialista e internacionalista del pueblo cubano. Fue un fiel exponente de nuestra prensa revolucionaria de la historia cubana. Su activa participación en la práctica política, lo convierte en un hombre de acción, que hace de la política y la ética una unidad inseparable. Sentó las bases para la distinción entre la política como expresión de la cultura y la cultura de hacer política. Su pensamiento marxista–leninista le permiten articular las tradiciones revolucionarias de Martí, desde una perspectiva diferente. La cultura política que posee le permite utilizar los recursos literarios para plantear los intereses, necesidades del pueblo cubano. Activo militante comunista, forjador de la unidad como elemento decisorio y estratégico para aprovechar espacios políticos sin hacer concesiones de principios. Su valía pasa por la extensa obra escrita, llena de conceptos, ideas y valoraciones que lo distinguen por poseer el don de la contemporaneidad, elemento altamente valioso en la dimensión cultural sin dejar de mencionar que al unísono están sus cualidades de líder innato de los oprimidos, defensor de las causas justas e incansable luchador por la independencia no sólo de Cuba, sino de América. Sujeto que se convierte en actor socializador del principio de la unidad como prerrequisito en la revolución cubana para la genuina democracia humanista. La política la utilizó como incesante gestión patriótica, creación espiritual. Formó parte activa de la vanguardia intelectual y política. En el confluyen el pensamiento martiano, marxista-leninista que promulga en cada espacio político. Devela en Martí la visión totalizadora de su pensamiento no solo para los cubanos sino para América Latina y Europa. Maestro de la ética revolucionaria al pronunciar sus discursos respetaba la diversidad de opiniones expresadas planteadas aunque no la compartiera. Sentó las bases de la cultura de hacer política. Sabía distinguir entre la política como expresión de la cultura y la cultura de hacer política. Revolucionó el arte y la política. Incansable luchador antimperialista como parte de las luchas por la independencia nacional. Aprovechó todos los espacios políticos para socializar las ideas emancipatorias y revolucionarias. Su visión le permitió utilizar alternativas en las nuevas condiciones, para reconocer hasta donde debía pronunciarse y conciliar sin renunciar a los principios que no son negociables. La década del 40 y 50 estuvo matizada por eventos que trascendieron los marcos de nuestra territorialidad, pero que de una manera u otra influyeron en la impronta de sus actores políticos. Se desarrolló la Segunda Guerra Mundial, cuya causa fundamental fue la lucha por un nuevo reparto del mundo entre las potencias imperialistas y el afán de aplastar el socialismo triunfante en la URSS. Se enfrentaban dos grandes bloques, el eje fascista liderado por Alemania y el antifascista por la URSS. En esta guerra se vieron involucrados casi todos los países del mundo. La obra de marinello continúa creciendo, particularmente la referida a Martí, logrando revelar su raigal humanismo y exponerlo como totalidad trascendente. En 1959, con el triunfo de la revolución, el comunista humanista sexagenario se integra en cuerpo y alma a la obra de la Revolución. En ella ve realizado los ideales por los que había trabajado durante toda su vida. Gran parte de su actividad la pone en función de la lucha por la paz, como portador de la Cuba socialista. Preside el Movimiento cubano por la paz y la soberanía de los pueblos. Trabaja con Fidel Castro en la reorganización de la vida partidista del país, ocupa la Rectoría de la Universidad de La Habana; actúa como Embajador y Delegado permanente de Cuba ante la UNESCO, entre otras tareas importantes. Juan Marinello promotor y líder de las luchas en este período y en constante enfrentamiento con el régimen gobernante en una de las tantas ocasiones que denunció la injusticia al pueblo para desenmascarar a la clase dominante expresó: “…Lo que nosotros queremos es lo mismo que asienta Engels en las últimas páginas de su libro insigne: el mantenimiento de la unión singular entre el hombre y la mujer, pero perfeccionada, limpia de los vicios que la sociedad capitalista les contamina. Y no podrá limpiarse de esos vicios mientras la sociedad esté organizada capitalísticamente. De ahí que el socialismo sea la mejor defensa del matrimonio verdadero” Se aprecia en Marinello su concordancia con el pensamiento martiano, puesto de manifiesto en su actividad y proyección antiimperialista y en su eterna lucha por lograr la equidad entre los cubanos en busca de la libertad y la paz, como condición suprema, así como librar a Cuba de los gobiernos títeres, que sólo piensan en satisfacer sus problemas individuales y del gobierno americano. Representó al Movimiento por la Paz de Cuba en importantes eventos internacionales como los efectuados en Varsovia, México, Budapest, Bruselas, Helsinki y Berlín. Presidió la delegación cubana a la Conferencia de los Pueblos, efectuada en la Habana, Marinello comprendió que la unidad es el elemento mediador que centra al hombre como máxima preocupación. La promulgación de su pensamiento humanista, visionario y renovador constituyó la alternativa política que unido al accionar políticos se convirtieron en estrategia para resolver los problemas acuciantes de Cuba y de América. "Pero ese carácter universal de la lucha por la paz está –y el caso de nuestros pueblos lo evidencia indiscutiblemente-, asentado en las luchas nacionales. Entendemos la lucha por la paz como una batalla decisiva por la soberanía de cada uno de nuestros pueblos. Así, al paso que cumplimos nuestro deber patriótico, trabajamos por un mundo mejor. Mientras damos a la lucha por la paz el indispensable ámbito universal, combatimos a los causantes de nuestras desdichas nacionales." Aquí se han recordado unas palabras admirables de José Martí: “en todos los problemas, el porvenir es la paz” Y el problema que ahora se ventila es precisamente, el de la paz. Asegurar a la paz es asegurar el porvenir. También nuestros pueblos han hecho suya la causa de la vida. Y la vida es siempre invencible por los que son dignos de honrarla con su valor y con su coraje. En el pensamiento evolucionista de Marinello se evidencia su esencia humanista que sentó pautas en el ejercicio del poder político, vinculado a su ideología marxista–leninista, en la búsqueda de justicia y ética revolucionaria. “Debe quedar definitivamente aclarado en este Congreso que la lucha por la paz es la lucha por nuestra soberanía, por nuestra libertad, por nuestra democracia, por nuestra justicia y por nuestro progreso. La lucha contra la guerra está tan unida, como hemos visto, a nuestra suerte colectiva, que no podemos entenderla como algo ocasional, transitorio y efímero. La lucha por la paz es la primera tarea y la primordial reivindicación de los pueblos del mundo; pero para nuestras patrias latinoamericanas significa, además, la vía irrenunciable para lograr nuestra liberación política y económica. Decir que sólo los comunistas luchan por la paz, es hacerles un honor muy alto; es aceptar que sólo los comunistas luchan por la paz, es hacerles un honor muy alto; es aceptar que sólo ellos quieren el bienestar de América. Y no es así. Nuestra liberación importa al liberal y al conservador, al católico y al protestante; formar en las columnas de la paz no es ceder a la acción de un partido sino cumplir un deber patriótico y humano. Y como nuestro Continente está poblado de millones de hombres y mujeres de sentimientos humanos y generosos, la movilización por la paz es invencible.” Raúl Castro, al referirse a Marinello y lo que representó para el proceso revolucionario expresó: “Pero, casi no hay que decir que una Revolución como la cubana no alcanzaría su singular magnitud si no obedeciese al dictado primordial de su tiempo, la instauración de la sociedad socialista. “Ha sido un hombre de su tiempo, porque ejerció su alta estatura intelectual y su fina sensibilidad artística, como Rubén Martínez Villena, sinceramente ajeno a vanidades y reclamos; porque se mantuvo siempre fiel a su propia obra, y como en ella, no pugnaron nunca en su conducta el mérito con la modestia, los honores con la humildad. De él puede decirse que encarnó las cualidades a las que nos convocara el compañero Fidel al concluir su Informe al I Congreso del Partido cuando exhortó a «que la honestidad más absoluta, la fidelidad sin límites. Durante la Revolución presidió la Sociedad Cubano-Mexicana de Relaciones Culturales; fue designado rector de la Universidad de La Habana, en la que realizó la reforma universitaria, y fundó la Facultad Obrero-Campesina “Julio Antonio Mella”. Fue presidente del Movimiento Cubano por la Paz y Soberanía de los Pueblos, de la Mesa Constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y del Consejo de Estado hasta su fallecimiento el 27 de marzo de 1977. Trayectoria revolucionaria A su regreso de Madrid colaboró con el líder estudiantil Julio Antonio Mella en el movimiento por la Reforma Universitaria, y junto a éste y a Rubén Martínez Villena en la creación de la Universidad Popular José Martí. Se vinculó a la vanguardia juvenil intelectual que emergió a la vida pública entre los años 20 y 30, período que él llamó la década crítica, en la que ocurrieron importantes acontecimientos, entre ellos la fundación de la Confederación Nacional Obrera de Cuba y el Partido Comunista. En 1923 fundó y dirigió junto con Martínez Villena la Falange de Acción Cubana, y forma parte de la dirección del Movimiento de Veteranos y Patriotas en unión de Mella y Martínez Villena. Participó en la Protesta de los Trece de la Academia de Ciencias contra un mundo de corrupción administrativa del gobierno de Zayas, y fue procesado junto con sus compañeros. Muerte Muere el 27 de marzo de 1977 en La Habana, Cuba. Obra Fundador y vicepresidente de la Institución Hispano-Cubana de Cultura (1926), integró el Grupo Minorista, que en 1927 publicó una declaración contra el clima político imperante y la dependencia imperialista. En ese año contrajo nupcias con María Josefa Vidaurreta y del Canal. Marinello creó, dirigió o colaboró en importantes publicaciones progresistas latinoamericanas y europeas, como la Revista de Avance (1927-1930), de gran significación en la vida cultural, y el periódico La Palabra, vocero de las masas trabajadoras cubanas. Fue uno de los editores de la revista Masas, órgano de la Liga Antiimperialista de Cuba, así como de Venezuela, Libre, periódico que luchó contra la tiranía de Juan Vicente Gómez. Fundador de la revista Mediodía, de notable influencia en la política nacional. Editó, con un grupo de escritores revolucionarios, la revista Mensaje, en la época de la dictadura de Batista, y colaboró en La Carta Semanal, periódico clandestino de los comunistas cubanos, durante la misma etapa. Combatiente contra la dictadura de Machado, Juan Marinello Vidaurreta cumplió condena de seis meses de prisión en el presidio de la antigua Isla de Pinos, y la misma dictadura lo obligó a asilarse en México. Del regreso del exilio, se reintegró a las tareas intelectuales y políticas. Doctorado en Filosofía y Letras y profesor del Instituto de Lenguas Modernas de la Universidad de La Habana, se incorporó a la manifestación estudiantil de 1930 en protesta contra el régimen de Machado. Fue detenido y acusado de instigador. En 1932, después de la muerte de Mella, presidió la Liga Antiimperialista. Asimismo, presidió el Primer Congreso Internacional Contra la Guerra, la Intervención y el Fascismo, celebrado en La Habana en 1934. En febrero de 1935 fue condenado con sus compañeros de la dirección de la revista Masas a seis meses de prisión, que cumplió en el Castillo del Príncipe de La Habana. Libertado, sufrió otro exilio en México, donde trabajó por nueve meses como periodista y profesor. En 1937 pronunció el discurso inaugural en el Congreso de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios y forma parte de su directiva. Viaja a España presidiendo la delegación cubana al Congreso Internacional de Intelectuales por la Defensa de la Cultura, preside la sesión de apertura en Madrid y pronuncia el discurso inaugural en representación de los Escritores Latinoamericanos. De regreso en Cuba, desarrolló una intensa labor a favor de la República Española, viajando a New York, donde tomó parte en actividades de solidaridad con el pueblo español. Reconocimientos y Condecoraciones Recibió importantes condecoraciones y reconocimientos de instituciones culturales, académicas y docentes, entre ellas: Doctor Honoris Causa en Ciencias Filológicas de la Universidad Carolina de Praga en 1963, la medalla Federico Joliot-Curie de Oro y Plata por diez y veinte años de militancia en el Consejo Mundial de la Paz y la Orden Caballero del Águila Azteca de México, entre otros. Bibliografía * Liberación: poemas (1927) * Juventud y vejez (1928) * Sobre la inquietud cubana (1930) * Americanismo y cubanismo literarios(1932) Poética * Ensayo en entusiasmo” (1933) * Momento español” (1937) * Actualidad americana de José Martí (1945) * Martí, escritor americano” (1958) * Meditación americana” (1959) * El pensamiento de Martí y nuestra Revolución Socialista(1962) * Contemporáneos (1964) * Creación y Revolución (1973) Referencias EcuRed - www.ecured.cu/index.php/Juan_Marinello_Vidaurreta

María Luisa Milanés

(...) Autora del primer manifiesto feminista que se conoce en Cuba: su valiosa Autobiografía, está casi olvidada. Poetisa bayamesa, vivió apenas 26 años, pero le bastaron para marcar con su impronta, no sólo las letras de su tiempo, sino, de forma muy particular, introducir el tema de género en los que serían, de unos años acá, los actuales estudios sobre el tema. Y es que su fino y culto temperamento, convirtieron a María Luisa Milanés en la incomprendida y rebelde autora de valiosos textos en verso y prosa que, por su calidad, la ubican entre una adelantada de las corrientes literarias que formarían parte de nuestras letras a partir de los años ‘40 del siglo XX. (...) Venir al mundo, ¿para crear? María Luyisa Milanés, nacida el 15 de julio de 1893, en el poblado bayamés de Jiguaní, de la antigua provincia de Oriente, y en una familia de la que saldrían figuras de nuestra historia (valga un ejemplo: fue sobrina de Margarita Estrada, hermana del primer presidente Tomás Estrada Palma), por su talento y formación, pudo estudiar en los mejores centros educacionales de la época, como el Colegio Francés y el Sagrado Corazón. Ya de pequeña escribía versos y había oído en su hogar y de boca de sus padres, poemas de José María Heredia, Juan Clemente Zenea y Plácido, entre otros destacados autores de la centuria que la vio nacer, como asimismo, pintaba y tocaba el piano («el arte sublime que me hacía soñar»), según nos cuenta la ensayista y narradora María del Carmen Muzio en la valiosa biografía: María Luisa Milanés, el suicidio de una época, publicada por las capitalinas Ediciones Extramuros en el 2005. Justamente, con apenas 19 años, ya dominaba el inglés, el francés y el latín; de tal suerte, durante su educación en esos centros, leía lo mejor de los clásicos de las literaturas españolas, inglesa y francesa. Y se interesó por un género entonces en boga en Europa, la novela psicológica («se apoderó de mi alma el amor la novela psicológica, que había de perdurar y fructificar más tarde», nos dice en su Autobiografía), pero también por la Astronomía, algo raro en una mujer de esos años. Al culminar sus estudios, frisando los 20 años, regresa a Bayamo, entonces una ciudad bastante atrasada en las costumbres de sus pobladores, al punto de que allí, como en muchas otras regiones del interior, no era común que una joven leyera y escribiera versos, aunque fuera de familia acomodada. Durante su etapa de estudios, lo mismo en su hogar que en las escuelas religiosas, ya comenzaría a chocar con la férrea educación las ‘tías’ y de tales centros, donde se formaba a las chicas para ‘mujeres del hogar’, ‘buenas esposas’ y ‘dulcísimas madres’. Así, en unas breves vacaciones, el padre la llevó a su hogar en Bayamo, donde «mi madre —según la poetisa contaría en su Autobiografía— quedó dolorosamente impresionada por mi cambio de carácter. Había olvidado la risa. Las viejas tías, al cambiar por completo mis hábitos, cambiaron mi naturaleza espiritual. Mi alegría dejó de ser un gesto natural para encarnar una recompensa. Y eso es un error. […] En ocasiones, «pierdo el color y la vista, y el control de mí misma, y caigo en una abulia mental y espiritual dolorosísima, que, hiperestesiada, me ha llevado a veces hasta la desesperación. Y como no hablo ni lloro, ni desahogo mi temperamento, la tempestad dura, y me enerva. Y para evitarla me he sentido siempre capaz de renunciar hasta a la misma vida. Y como mis gritos, mis cantos, mis retozos provocaban las violencias de aquellas tres pobres viejas, tan buenas y cariñosas, pero chapadas tan a la antigua, renuncié a los juegos… Porque ellas pensaban que ya a los diez años, la mujer debe ser ‘formal, hacendosa y callada para demostrar lo que será después’.» La poetisa se rebela, pero... Nunca quiso publicar sus poemas y sólo serían conocidos, tras su desaparición física, gracias a un número especial de Orto, la importante revista especializada de la vecina ciudad de Manzanillo. Baluarte de la cultura cubana de aquellos años, la publicación fue dirigida, desde su creación, por el poeta Juan Francisco Sariol, quien dedicó esta edición en homenaje a la poetisa. En las páginas de la Edición extraordinaria en homenaje póstumo a la excelsa poetisa María Luisa Milanés (1920), se aprecian las cualidades literarias de Liana de Lux, seudónimo adoptado por la poetisa, para ocultarse y así poder escabullirse de los torpes prejuicios de la época, cuando a una provinciana casada se le prohibía publicar sus versos. Se debe comprender a esta mujer, quien, con sensibilidad y espíritu no comunes, se sentía condenada, por las circunstancias epocales, a una mediocre existencia dedicada a las elementales tareas del hogar, al que estaba atada por un padre y un marido machistas. El padre la adoraba y complacía sus caprichos hasta que se casó en contra de su voluntad. El dolor, la frustación y más, mucho más El epicentro de su obra en versos es el dolor y la frustración por no poder dedicarse a las letras ni al arte, sus fervientes pasiones. Y aunque quiso rebelarse ante tal status, desapareció tempranamente, quizás al ver qué imposible resultaba entonces luchar contra el dominio del hombre o, lo que es lo mismo, el demonio del machismo en aquella sociedad y época, marcada por la también machista cultura hispana. La muerte, muy pensada por la poetisa, resultaba tema común en su obra, toda vez que veía truncos sus afanes y acaso, tal una obsesión, intuida acaso como una liberación, una redención de la existencia. Así en sus poemas «Jan Noli Tardare», «Ya yo me voy consciente» y «Hago como Spartaco» refleja tal sentimiento. En el primero alude, poéticamente, a «las mariposas negras del suicidio». Pero será en el soneto «Yo quiero hartarme de llorar», donde mejor y con más calidad refleja este pensamiento. Allí clama, quizás anticipando su pronta muerte: sólo un mes y medio antes de desaparecer, el 12 de octubre de 1919. Yo quiero hartarme de llorar, yo quiero Desmenuzar mi amor y mis dolores Demoler mi ilusión, mi pesar fiero Y acabar mis recuerdos y rencores. Yo quiero hartarme de llorar mis lágrimas Que jamás calman mi añoranza intensa Que no se llevan mi desgracia inmensa Ni borran, cuando corren, mis nostalgias Yo quiero hartarme de llorar, rendida Por el dolor, por la injusticia helada Y en llanto rojo al fin, dejar la vida. Contar su vida A pesar de la calidad de su escasa, pero valiosa obra poética, lo más importante de sus letras radica en su Autobiografía, donde narra sus ansiedades, avatares, y frustraciones. Son reveladoras estas breves e intensas páginas, en las que, al margen de su calidad, se confiesa ante sí misma, pues ella nunca pensó publicarla. Allí, dice: No soy dueña de mí misma. En ese mundo en que tanto se cantea, se precisa y se saca a relucir el libre albedrío, no se es dueño siquiera de vivir la vida; hay no sólo que dejar que se la vivan a uno, sino que querer o demostrar que quiere uno que lo lleven de la mano y le reglamenten el amor, el deseo, el talento, el placer, el dolor y hasta el más supremo de los derechos: el de vivir o no. […]… la vida de la mujer latina es un ferropusiato. Todo está previsto, marcado, arreglado, medido y, hasta duplicado por si se pierde, se confunde o se olvida el ‘proyecto de vida’. No tiene el derecho de sus emociones, de sus inclinaciones, de sus aficiones, de sus aspiraciones, de su talento, sino el deber de lo que ‘está bien’ y la prohibición de lo ‘que está mal’. Es decir, que está sometida a un código fantástico, envilecido y anormal, que prescribiéndole ‘lo que está bien’ y prohibiéndole lo ‘que está mal’, le prescribe la hipocresía y le prohíbe ser honrada. Sí, porque ser honrada des seguir la ley natural, ser veraz, ser franca. En otro momento, condena la poetisa: Tenemos también que entre los hombres latinos está tan reciente, tan vivo, tan entero el hombre prehistórico, que no se conciben relaciones afectuosas y menos afectuosas entre personas de diferente sexo que por decencia, por consciencia, por posesión y control de sí, sean asexuales y asensuales. Y como consecuencia de la esencia y el alcance de todo lo dicho, tenemos que la cultura, la erudición, la educación, el talento cultivado, la mentalidad fuerte y serena, está en la mujer latina, mucho menos que en embrión. Que en los casos en que se persigue un fin tan noble y puro como este, la mujer, para adelantar, formarse y progresar, necesita relacionarse con el hombre porque es el hasta aquí cultivado. Aún en otro instante, deja sentado: Yo me limito a sonreír, a hacer creer que creo ‘que no está bien’ que yo escriba, porque eso no es cosa de mujeres, ni las amistades, ni la publicidad, son cosas distinguidas, y con el más supremo de todos mis derechos, me reservo el de reunir, para aquellos que me acogieron con júbilo fraternal, ‘lo que di de mí’… Por eso, en las propias memorias, añade algo no menos importante de su etapa de soltera: Mi tiempo de soltería no ofrece interés ni quiero repasarlo. Una soltería exactamente igual a las de todas las mujeres aldeanas cuyos padres tienen un poquito de dinero. Unos días llenos de piano, de pintura, de bordado. Jamás vi lo que era un baile. No tuve una amiga cuya conversación no oyera todo el mundo. Jamás salí sola. Jamás salí sola. Jamás tuve ninguna libertad de ninguna clase. Puede decirse que yo, asustada por la violencia del cambio, no revelé mi verdadera personalidad. No hablaba mucho, no reía. Mis párpados cubrían mis ojos casi constantemente. Y a solas, en la noche dormida, lloraba mucho… Mas, un fragmento que define aún más la paupérrima condición espiritual a que se vio sometida esta sensible mujer, es el siguiente, que, aunque brevemente, confiesa sus atribulaciones ya casada: El 19 de septiembre de 1912 me casé y no puedo decir que a gusto de mi familia; permanecí con ella todavía cerca de un mes, a causa de ciertos arreglos que tardaron, y el 10 de octubre fui a formar un nuevo hogar. Que no fructificó. Por lo cual, hoy que tengo los ojos abiertos, me congratulo. Es lo menos que puedo hacer. Por no haber cometido el crimen de traer a la vida más hombres que hicieran llorar las mujeres ni más mujeres a quienes hicieron llorar los hombres. Y sin embargo, en mis primeros tiempos yo lo deseaba ardientemente, lo soñaba, llorando de angustia. ¡Y no falto quién pensara que yo, pobre yo!, tan tierna, tan cándida, tan niña, no reunía condiciones para la maternidad. Quiero pasar por alto también toda mi vida de casada. No seré yo quien deje mis dolores al descubierto, ni quien profane mis gozos, publicándolos. Voy a resumir mi vida entera con estos versos del poeta mexicano Amado Nervo: He sufrido como todos y he amado. ¿Mucho? ¡Lo suficiente para ser perdonado! Y para concluir, quiero transcribir el último fragmento de su Autobiografía, donde insinúa por qué destruyó su papelería, escrita durante tantos años con talento, cultura y amor: Y voy a mi obra literaria en prosa y en verso. Causas ajenas a mi voluntad me han obligado a destruirla toda, salvo pequeños especimenes, los más en verso. Yo llegué a completar siete obras en prosa, extensas, puesto que hubiera hecho, cada una, un tomo de los más gruesos de la biblioteca Renacimiento. Hasta aquí, este retrato de María Luisa Milanés, la casi olvidada poetisa bayamesa que, por las limitaciones de la época que le tocó vivir, frustró sus enormes posibilidades como poetisa y narradora cubana de su tiempo, perdiendo de esta manera nuestras letras uno de los genuinos valores de lo que hoy se define como discurso femenino en la poesía y la prosa. Temática: Libro y Literatura compartir en: Lector crítico Referencias http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/6731/6731.html El 9 de octubre de 1919 la ciu­dad de Bayamo fue tes­tigo de un suceso trágico que derivó en escán­dalo: María Luisa Milanés se hizo un dis­paro que tres días más tarde pon­dría fin a su vida. Este hecho local pudo haber ocu­pado ape­nas un renglón en las estadís­ti­cas de sui­cidios si su pro­tag­o­nista no hubiera sido tam­bién una escritora. Dejó incon­clusa su auto­bi­ografía y sólo llegó a pub­licar algunos poe­mas en la revista Orto, bajo el seudón­imo Liana de Lux: sin­u­osi­dad, ver­dor que se desprende silen­cioso en busca de una luz que para ella nacía y moría en la sombra. María Luisa reedita en la poesía cubana el drama de la mujer sometida a las restric­ciones de su tiempo, que escoge la muerte como forma de lib­eración. Cortó de golpe todos los vín­cu­los con una vida mar­cada por las desave­nen­cias famil­iares, la infi­del­i­dad conyu­gal y la repre­sión de su espíritu creador. El 19 de sep­tiem­bre de 1912 decidió casarse, en con­tra de la vol­un­tad de sus pari­entes, con un dis­putado galán de Bayamo. Pero el mismo que la rescató de la torre famil­iar no tardó en con­ver­tirse en ver­dugo y carcelero de otra torre más alta: el matrimonio. Inspi­rada fun­da­men­tal­mente en los motivos de su infe­li­ci­dad, los siete años que le sigu­ieron con­for­man su etapa de mayor creación poética, aunque la poesía la vis­itó siem­pre en su ver­tiente más neg­a­tiva y dolorosa. Su escrit­ura es evasión y catar­sis de una inqui­etud gen­eral; en ella no hay esper­anza ni ilusión. Del amor nos mues­tra sólo su costado tanático; cada pal­abra es el tes­ti­mo­nio de una destruc­ción y su único deseo es de muerte: ¿Qué esperas ya? Me impul­sas a buscarte En el silen­cio eterno que te envidio Y a cada rato vienen a anunciarte Las mari­posas negras del suicidio! Estaba tan triste María Luisa que hasta su deseo de morir se nota cansado. Morir y vivir, todo le cuesta. Sin fres­cura ni ardor de vida, sus pal­abras son bar­rotes, mari­posas negras posadas sobre la flor de la poesía, der­ra­mando una som­bra que la obliga a cur­var el tallo, pesarosa. Había estado escri­bi­endo su auto­bi­ografía. ¿Qué es lo que una mujer de 26 años puede miti­ficar de su vida en una ciu­dad de provin­cia, per­dida en la vasta geografía del amor? Al calor de agosto doraba María Luisa su pena, y al hac­erlo tal vez bus­caba alivio. Al escuchar el sonido de la llave del esposo en la cer­radura secaba sus lágri­mas con la punta de un pañuelo y se apresuraba a ocul­tar bajo la almo­hada las mari­posas que había con­seguido apre­sar durante el día: “doradas del recuerdo”, “de fuego de la glo­ria”, “azules de año­ranza” o, des­col­ori­das, aquél­las “de un cruel remordimiento”. Tor­na­so­lada aunque monó­tona esta obsesión por las mari­posas, “negras y silen­ciosas” como her­al­dos valle­jianos dis­eca­dos por la entomóloga María Luisa. Todos estos ejem­plares se encuen­tran reunidos en un mismo soneto, y en su revolotear tratan de trasmi­tir al esposo un sen­timiento de culpa que lo lleve al arrepen­timiento. Al menos eso es lo que desea la escritora, esperando obtener en rec­om­pensa la opor­tu­nidad de per­donarlo: “Yo pasaré ser­ena, olvi­dando tu infamia, / Alum­braré tus pasos con mis tristes sonrisas!” Creyó que el mundo empez­aba y ter­minaba en las fron­teras de lo per­mi­tido, y muy ape­sad­um­brada debió sen­tirse, pues durante horas per­manecía en la cama, acostada bocabajo mirando fija­mente el piso de cemento pulido hasta que, exas­per­ada por su propia inmovil­i­dad, se incor­poraba agi­tada, como quien ha olvi­dado algún asunto de interés, y cor­ría hacia el piano con la esper­anza de encon­trar sosiego. Ella vive fer­men­tada en el olvido. Es cierto que no escribió una obra de gran cal­i­dad, pero fue más lejos, mucho más lejos. Algunos autores con­fiesan que la escrit­ura es un con­juro con­tra la muerte, una vis­itación men­es­terosa, pero en la acti­tud de esta mujer hay algo trágico y fol­leti­nesco, una lucha dis­pareja entre sen­timiento y razón, sueños y con­ven­ciones, en la cual la poesía es, más que tes­tigo y con­fi­dente, un ali­ado seguro. La noche antes del dis­paro escribió sus Noc­turnos, negros como la noche, oscuros como la muerte, pero inten­sos, como sólo es el vivir en esa hora. Su lan­guidez es pasional —si acaso esto es posi­ble— pero pasión al fin, que busca la unión con el amado y, al no encon­trarla, la susti­tuye por muerte. Libre de ansiedades y pos­turas estu­di­adas porque su yo no resultaba con­vin­cente. Libre de temores y horas de un pesado silen­cio que ha preferido olvi­dar. Ya no espera el final de la película, cuando el héroe la carga en bra­zos hasta la alcoba; cierra la nov­ela antes de leer la última frase: “No es un sueño, te amo.” Cierra los ojos, pasa las hojas; el amor es un camino que se pierde en el hor­i­zonte, no se esconde en almo­hadones de plumas ni brota ele­men­tal y sal­vaje de un par de man­tas colo­cadas sobre la hierba en un domingo de campo. Tierra, colchón, ban­cos y rin­cones, topografía semi­ur­bana (íntima) de Eros; acci­dentes cor­po­rales que tras las cir­cun­stan­cias dis­im­u­lan su ende­blez. La inten­si­dad es un pén­dulo gigante que va del-hombre-a-la-mujer-de-la-mujer-al-hombre dejando mar­cas de impiedad sobre los cuer­pos y un día se detiene igual que un reloj. El amor es, en cam­bio, esa gotera que horada el oído, cuya humedad estorba en días plomi­zos, pero no cesa, y un día nos ve morir mien­tras sigue cayendo, per­sis­tente. Entonces ya no espera ni desea un final de cuer­pos suda­dos, con el tabaco del esposo ardi­endo en el cenicero y las sábanas por el piso —visiones de un ero­tismo canónico que reco­bran su novedad sólo en el can­dor de la ado­les­cen­cia—. Sin embargo lo ama, y cier­tas noches con gusto habría renun­ci­ado a la muerte para per­manecer a su lado. Hay en sus poe­mas invo­cación y pre­fig­u­ración del sui­cidio. En “Jam noli tar­dare” expresa un “can­san­cio pro­fundo” pero, impa­ciente, encuen­tra el impulso que nece­sita para bus­car “el silen­cio eterno”. El mismo deseo de renun­ciar a la vida está con­tenido en el soneto “Sub lumen”, donde describe con pre­cisión el estado de enlutec­imiento gen­eral de todas sus fun­ciones vitales y creativas: No tengo ni siquiera can­san­cio que me embriague, No tengo ya deseos en que mi mente vague. Yace tran­quila y muda mi fér­rea voluntad. Callé todas las voces, ahogué todos los cantos… Está poseída por un spleen pueb­lerino que se agota en los teja­dos de casitas idén­ti­cas, mas, como el phenix, recu­pera cierto aliento de vida que “renace por la renun­ciación”. En paradoja harto cono­cida, María Luisa no acepta el pan con sabor a olvido que el esposo sirve en la mesa. De la cocina del amor se escapan los vapores del hedo­nismo y la belleza para for­mar una nube frente a sus ojos. Melancólica y dis­traída, recoge la vajilla y con­funde los sabores: muerte dulce como la miel; amor, almen­dras amar­gas que paladea mien­tras escribe: “En la angus­tia ter­ri­ble, que mi labio no nom­bra, / ¿Pasaré por tu vida, cual nave por la sombra?” Patética, aunque lúcida, es la duda de María Luisa. En la car­rera de relevos que es el amor, el esposo es más veloz, pero ella más resistente. Así, no puede com­pren­der “la per­fecta her­mo­sura de tu frente, / Donde jamás el pen­samiento brilla!” Con altivez enseña el tobillo la escritora que no es Dama ni Señora, ape­nas una mujer que sabe val­o­rar la inteligen­cia por sobre la belleza. Ambas seducen, pero mien­tras que la primera a-lumbra, da luz, la segunda des-lumbra, la quita. Algo le molesta en la her­mo­sura del amado que se con­tem­pla no como Nar­ciso en las aguas del estanque, y sí como un aven­turero en la mirada femenina de toda una ciu­dad: el no reconocimiento de esa mirada difer­ente que ella le ofrece, la literaria. Esta noche, al salir del baño, la cor­ri­ente de aire que entra por la ven­tana del fondo la ha estreme­cido. Cuánta suavi­dad, ahora que se suelta el cabello y deja caer la bata en mitad del pasillo, para que la brisa cumpla su parte en el juego que es tam­bién el amor. Tanta qui­etud y una promesa podrían seducirla; se siente una mujer plena, ha dejado de ser capullo. Sig­ilosa, se acerca al gran espejo ori­entable que años atrás mandó colo­car en el come­dor y com­prueba la aut­en­ti­ci­dad del mila­gro: brillo en los ojos, tem­blor en las manos, calor en el vien­tre y un vuelco en el corazón. Pero dice: “Si lo que veo proviene del espejo, / entonces no es un reflejo, / se trata más bien de un espe­jismo.” Y mien­tras des­cubre la sineste­sia, su última opor­tu­nidad se deshace en el camino sin regreso, adonde va consciente: Colo­cad sobre mí las campanillas Azules de la vega, las sencillas Flo­recitas del campo, sin cultivo, Que tanto quiero mien­tras tanto vivo. Y colo­cad debajo mi cabeza Unos ver­sos de Nervo, con terneza, Para que mul­lan mi tran­quilo sueño Y reco­jan así mi último empeño. Que nadie me acom­pañe ni me llore, Ni turbe mi silen­cio, ni profane Mi soledad final; nadie me llame, Que yo me voy, con­sciente y abstraída En el silen­cio intenso de la noche, Y alum­brarán los astros el derroche Postrero de ilusión que haré en mi vida. Texto pub­li­cado en la edi­ción 146 de Crítica Referencias http://revistacritica.com/ensayo-literario/elogio-del-folletin-por-idalia-morejon-arnaiz

Dulce María Borrero

El día de los padres nació en Cuba de la poesía de una mujer... ...La primera vez que se celebró en Cuba el Día de los Padres fue en el año 1938. Por la sensibilidad con que debía estar enmarcado, tenía que ser una poetisa quien diera vida al homenaje a nuestros progenitores, que desde entonces tendría lugar el tercer domingo de junio, y precisamente esa primera vez resultó el día 19 del sexto mes del año. La poetisa Dulce María Borrero de Luján fue la pionera de la conmoración, teniendo en cuenta que ya las madres tenían su día el segundo domingo de mayo, mes de las flores, resultó una idea excelente escoger al tercer domingo de junio, mes de inicio del verano, para congratular a los padres... Dulce María Borrero de Luján (1883-1945). Poetisa, bibliógrafa, publicista y notable pedagoga cubana. Destacada luchadora por los derechos de la mujer. Desde su juventud demostró poseer especiales dotes para el cultivo de las artes, las letras y, muy especialmente, la poesía. Nació en La Habana (Puentes Grandes) el 10 de septiembre de 1883. Era hija del Dr. Esteban Borrero, notable hombre de ciencia y educador, cuya casa llegó a ser el centro del modernismo naciente en Cuba; y hermana de Juana Borrero Pierra (1877-1896), figura imprescindible de las letras cubanas. Desde niña fue educada en las letras y continuó con su obra la tradición familiar iniciada por su abuelo paterno, su padre y su hermana Juana. Creció en una atmósfera artística y literaria, en medio de reuniones a las cuales concurrían otros escritores, como Julián del Casal y los hermanos Carlos y Federico Uhrbach. En 1895, debido a que el padre, Esteban, estaba involucrado con la causa revolucionaria, los Borrero se vieron forzados a emigrar a Key West (Cayo Hueso), en los Estados Unidos. Allí moriría Juana (en 1896, cuando todavía no había cumplido los 19 años), quien la había orientado en sus estudios. Dulce María publicaría entonces, en la Revista de Cayo Hueso, sus primeros versos, acompañados de sus propias ilustraciones, pues manejaba el lápiz y el pincel con bastante soltura y facilidad. Pasó luego a Costa Rica, cuando su padre fue a ocupar el cargo de delegado de la Revolución en ese país. Regresó a Cuba en 1899, después de terminada la Guerra de Independencia cubana, y comenzó a darse a conocer como escritora. En 1908, obtuvo el primer premio en los Juegos Florales del Ateneo de La Habana con el canto simbólico “Amor”, y medalla de la revista Cuba y América, por su soneto “¡Mayo!”. En 1912, recibió el primer premio y medalla de oro de la Academia Nacional de Artes y Letras por su libro de poemas Horas de mi vida. En 1914, obtuvo medalla de oro en el concurso del Comité Avellaneda por su composición “Alba de Gloria” y, en 1919, el premio de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes por su colección de cantos y juegos para kindergarten. En la poesía de Dulce María Borrero hay una honda desesperanza en una delicada tonalidad lírica. Destaca una nota intimista y refinada, señalada por varios críticos. Sus versos fueron espontáneos y naturales, libres por completo de artificios, reglas o escuelas métricas. También escribió textos de reflexión crítica, como “La poesía a través del color” (1912), “El matrimonio en Cuba” (1914), entre otros, aparecidos en publicaciones como Cuba Contemporánea, Revista Cubana, Revista Bimestre Cubana y El Fígaro. Fue miembro de número de la Academia Nacional de Artes y Letras desde su fundación en 1910 y codirectora, con Miguel Ángel Carbonell, de sus Anales. En 1935, ocupó la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación. Fundó la Asociación Bibliográfica de Cuba (1937) y a ella se debe la creación de varias bibliotecas públicas. Pronunció conferencias sobre temas artísticos y literarios, así como sobre problemas educacionales y cívicos. Tuvo participación activa en pro de los derechos femeninos: defendió la incorporación de la mujer al ámbito de la educación y la cultura en artículos como “El magisterio y el porvenir de Cuba”, “La fiesta intelectual de la mujer: su actual significado; su misión ulterior” (1935) y “La mujer como factor de paz” (1938). Mostró un permanente interés por los problemas de Cuba; su cubanía se proyectó en conferencias, artículos periodísticos, folletos y actuaciones cívicas. Se distinguió por su agudo espíritu de observación y análisis, no sólo en lo referente al arte y las letras, sino también en relación con los estudios sociológicos y políticos. Como su hermana Juana, fue también Dulce María Borrero una muy distinguida pintora de flores y naturalezas muertas. Murió en La Habana el 15 de enero de 1945. Referencias Baracutey Cubano – http://baracuteycubano.blogspot.com.es/2011/06/el-dia-de-los-padres-nacio-en-cuba-de.html En Caribe – www.encaribe.org/index.php?option=com_content&view=article&id=381:dulce-maria-borrero-de-lujan&catid=87:literatura&Itemid=104

Félix Pita Rodríguez

Félix Pita Rodríguez (Bejucal, La Habana (Cuba), 18 de febrero de 1909 – La Habana, 19 de octubre de 1990) fue un escritor, poeta, periodista, narrador y crítico literario cubano. Obra Narrativa y Poética Escritor de libros como San Abul de Montecallado, 1945, Corcel de Fuego, 1948, Tobías, 1955 , Las Crónicas. Poesía bajo Consigna, 1961, Las Noches, 1964, Historia tan Natural, 1971, Niños de vietnam, 1974, Poesía y Prosa 1976, La Pipa de Cerezo, 1987 entre otros. Premios y Jurados Laureado en 1946 con el premio internacional «Hernández Catá» con su relato Cosme y Damián, Fue Vicepresidente de la Unión Nacional de Escritores de Cuba y Presidente de su Sección de Literatura, miembro del jurado de los principales concursos nacionales e internacionales como el Premio Casa de las Américas y el auspiciado por la Unión Nacional de Escritores Cubanos (UNEAC). En 1985, como reconocimiento a la totalidad de su obra, obtuvo el Premio Nacional de Literatura, y en 1986 el Premio de la Crítica por su libro De sueños y memorias. Por su señalada contribución a la cultura nacional le fueron conferidas la distinción Por la Cultura Nacional y la orden Félix Varela. Valoraciones críticas «Por eso, por ser tan buen poeta, es Pita Rodríguez tan buen cuentista. Un narrador lírico de hondo realismo, cuya prosa es relato y poema, virtud que la sitúa entre las de mayor rango en nuestro idioma, quiere decir el de Cuba y el de España.» (Nicolás Guillén). «Hay en Tobías relatos excelentes y algunos, como el que abre el libro, realmente antológico. Muy pocas veces se ha llegado en nuestra lengua a cosa tan lograda. Te felicito mucho por ello.» (Juan Marinello). «¿Será posible que se pueda hoy leer por gusto un libro como éste Historia tan natural? Claro que será posible. Destápesele ya y siéntase que buen aroma tiene.» (Eliseo Diego). «En su poesía, en sus cuentos, en sus crónicas ágiles, en sus poemáticas biografías, en toda la brillante producción de este gran artista de la pluma florece siempre la experiencia de su fecunda y aventurera vida. Así ha vivido y así ha soñado.» (Regino Pedroso). «Su poesía responde a la carencia de normas fijas en su expresión, que lo convierte en un poeta cercano a la escuela surrealista, quizás el único cubano que podemos señalar como representante de tal movimiento.» (Roberto Fernández Retamar). «A la poesía cubana – a esa dimensión trascendente de nuestra vivencia nacional- hacía falta, desde hace tiempo, este libro Corcel de fuego de Félix Pita Rodríguez.» (Ángel Augier). Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Félix_Pita_Rodríguez

Joaquín Lorenzo Luaces

Joaquín Lorenzo-Luaces fue un poeta cubano, nacido el 6 de julio de 1826 en la Habana y muerto el 7 de noviembre de 1867 en la misma ciudad. Cuando 1856 funda junto con su amigo Fornaris la revista La Piragua, sus versos y trabajos en prosa ganan significativamente en cobertura. Luaces colabora en los años cincuenta y sesenta con varias revistas (Brisas de Cuba y El Cesto de Flores) y periódicos (El Regañón, Prensa de La Habana, etc.). En 1859 recibe el premio del Liceo de La Habana por su oda A Ciro Fiel por la inmersión del cable submarino. Obras * La Naturaleza * Último amor * El último día de Babilonia * Caída de Misolongi * La Luz * La muerte de la bacante * Tu falta * Recuerdos de la infancia * La pesca * La fruta prohibida Sus obras teatrales más conocidas son: El becerro de oro, El fantasmón de Aravaca y Una hora en la vida de una calavera, esta última fue la única que pudo estrenar en vida. Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Joaquín_Lorenzo_Luaces Poeta lírico de juicios muy diversos y contrapuestos, fue a pesar de su precaria salud un incansable trabajador y propulsor de las letras. Nace el 21 de julio de 1826 en La Habana. Estudió latinidad en el Colegio Calasancio de Puerto Príncipe, lugar en donde residía su hermano. A partir de 1840, hizo estudios en el Colegio Seminario de San Carlos, de La Habana. Se graduó de Bachiller en Artes en 1844. Continuó estudiando en la Real Universidad, hasta alcanzar en 1848 el grado de Bachiller en jurisprudencia, pero no la licenciatura. Figuró entre los cultivadores del siboneyísmo y del criollismo, porque por encima de todo devino un devoto cantor de la tierra que lo vio nacer. Luaces incursionó en el teatro con piezas en las que merecen destacarse "El mendigo rojo", "Aristodemo", "El fantasmón de Aravaca", "El becerro de oro" y "Una hora en la vida de un calavera", única de sus obras teatrales que llegó a ser estrenada en vida del autor. Hizo traducciones y colaboró en los principales periódicos y revistas de la época. Desde ese mismo año concurría a la tertulia literaria y científica que en su casa de la calle Amistad presidía Felipe Poey. Allí leyó sus primeros ensayos: una traducción de "L'éducation des jeunes filles" de Bérenger, "El lente de Pepilla", "Noche Buena", "La danza", etcétera, poesías ligeras y festivas que no recogió en sus obras. Siempre enfermizo, fue a convalecer a Isla de Pinos, donde se dedicó por entero al cultivo de la poesía, pero casi todo lo que escribió entonces se perdió. El primer poema que llamó la atención sobre Luaces, "La hija del artesano" (escrito en julio de 1849), apareció publicado en El Artista, el propio año. En unión de José Fornaris, su entrañable amigo, publicó en 1856 La Piragua, periódico que aspiraba a ser órgano del siboneyismo, en el que dio a conocer, entre otros poemas, cuentos de tema siboney y trabajos en prosa, algunos de sus "Romances cubanos". También colaboró en las revistas Brisas de Cuba (1855-1856), El Cesto de Flores (1856), Floresta Cubana (1856), Revista de La Habana (1857), El Kaleidoscopio (1859), Revista Habanera (1861), Cuba Literaria (1861-1862); en los periódicos El Regañón, Prensa de La Habana, La Aurora, y en las compilaciones Aguinaldo habanero (1865) y Noches literarias en casa de Nicolás Azcárate (1866). Junto con Fornaris dirigió la antología Cuba poética, colección escogida de las composiciones en verso de poetas cubanos de la época. En 1859 recibió el premio del Liceo de La Habana por su oda A Ciro Field- Entre 1866 y 1867 sostuvo con Fornaris una Academia íntima, a la que asistían Antonio Zambrana, Manuel Costales, Andrés Díaz, Govantes y otros. Tres días después de su muerte, el jurado de los Juegos Florales del Liceo de La Habana, formado por Mendive, Piñeyro y Mestre, otorgó el primer premio a su oda "El trabajo", publicada en 1868. En la revista Islas de la Universidad Central de Las Villas, se han dado a conocer recientemente sus obras de teatro El fantasmón de Aravaca y Una hora en la vida de una calavera. Muere en La Habana el 7 de noviembre de1867. Referencias Monografías.com - www.monografias.com/trabajos83/resenas-biograficas-figuras-significativas-historia-cuba/resenas-biograficas-figuras-significativas-historia-cuba5.shtml

Luis Yuseff Reyes

Luis Yuseff (Cuba, Holguín, 1975). Poeta y narrador. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Tiene publicados El traidor a las palomas (2002) y Vals de los cuerpos cortados (Premio de la Ciudad, 2003), ambos por Ediciones Holguín, Yo me llamaba Antonio Broccardo (Premio Alcorta, Ediciones Almargen, 2004), Esquema de la impura rosa (Premio América Bobia, Ediciones Vigía, 2004), Golpear las ventanas (Premio Pinos Nuevos, Editorial Letras Cubanas, 2004) y Salón de última espera (Premio Calendario, 2005, Casa Editora Abril, 2007). En el 2000 obtuvo el premio Nuevas Voces de la Poesía en Holguín y en 2005 el Celestino de Cuentos, Vértice de Cuentos Breves y mención del VI Premio de Poesía Nósside Caribe. Poemas y cuentos suyos aparecen recogidos en varias antologías: El árbol que silba y canta (Ediciones Holguín-Ediciones La Luz, 2004), Antología del II Premio Internacional de Poesía Amorosa (Círculo de Bellas Artes de Palma de Mallorca, 2004), Extraños Íntimos: Retratos Poéticos de Ficción (Hidden Brook Press, Toronto, Canadá, 2004, Edición Bilingüe), No Love Lost III. An International Anthology of Poetry (Hidden Brook Press, Toronto, Canadá, 2004, Edición Bilingüe), La madera sagrada (Ediciones Vigía, 2005), Puente del tiempo (Ediciones Holguín, 2006), Memoria de los otros y Cuarto Libro de Celestino (Ediciones La Luz, 2007). En el 2006 fue incluido en las antologías en soporte digital Un lugar para la Poesía (Editorial Cuadernos Papiros-UNEAC-Ediciones Holguín) y Los Ángeles también cantan, Selección de Poesía Latinoamericana de la Revista de Literatura y Arte OLANDINA y Casa del Poeta Peruano. En el año 2005, la Asociación Hermanos Saíz, en Holguín, le otorgó su premio a la excelencia artística “Venga la Esperanza”. Luís Yuseff es licenciado en Química Pura por la Universidad de Oriente y actualmente se desempeña como editor principal de Ediciones La Luz. Referencias Arte Poética - www.artepoetica.net/Luis_Yuseff.htm EcuRed - www.ecured.cu/index.php/Luís_Yuseff_Reyes_Leyva

Raúl Luis Castillo

Raúl Luis Castillo. Labrador en su adolescencia y telegrafista después en su primera juventud, se desempeñó asimismo como funcionario postal, poeta, narrador, periodista, diplomático y, finalmente, editor. Le han sido publicados varios cuadernos y libros, entre los que figuran El Cazador (Premio Nacional de la Crítica Literaria 1986). Nació en Tamarindo, provincia Ciego de Ávila, el 30 de junio de 1934, en el seno de una familia de pequeños agricultores. Interrumpió sus clases de bachillerato que cursaba en Morón, para estudiar radiotelegrafía y telegrafía en la Academia del Ministerio de Comunicaciones. Trayectoria laboral Comenzó a trabajar como telegrafista en 1954, labor que desempeñó hasta 1956 cuando pasó a ser administrador de Correos y Telégrafos en el Central Santa Marta, Camagüey. En este propio año comenzó su actividad literaria vinculado a Rolando Escardó; perteneció al grupo literario Tiempo Nuevo y colaboró en la página literaria dominical del periódico El Camagüeyano (1956-57), donde dio a conocer sus primeros poemas. En 1957 se integró al Movimiento 26 de Julio. Después del triunfo revolucionario es designado jefe provincial de Correos de Camagüey y matricula en el primer curso de asesores literarios, organizado por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Por ser promovido a jefe de los departamentos de servicio postal nacional e internacional en el Ministerio de Comunicaciones, se traslada a La Habana, labor que desempeñó hasta 1968. En el periódico Juventud Rebelde, fungió como responsable de la página cultural; también colaboró con el equipo de investigaciones históricas. En 1971-1978 fue designado Consejero Cultural de la Embajada de Cuba en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; a su regreso trabajó en la Editorial Letras Cubanas como jefe de redacción de poesía. Su novela El cazador fue galardonada con el Premio de la Crítica, en 1986. Es autor de tres selecciones de poetas jóvenes. Algunos de sus poemas han sido antologados en Cuba y en el extranjero y su obra se ha traducido al inglés, francés, ruso, portugués, ucraniano, búlgaro, italiano, chino, estonio, húngaro. Entre 1962-1963 tuvo la responsabilidad, en el periódico Adelante, de la página literaria. Editó la revista Adelante, suplemento cultural del periódico, y Al machete, tabloide quincenal de la Comisión de Orientación Revolucionaria del Partido Comunista de Cuba en Florida, Camagüey, 1970. Ha colaborado con Diario Libre, Revolución, Lunes de Revolución, Prensa Libre, La Gaceta de Cuba, Verde Olivo, Mensajes, Islas (Las Villas) y El Corno Emplumado (México). Es miembro de la Unión de Periodistas de Cuba desde 1968, y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Bibliografía activa * Los días nombrados (poesía), 1966. * Las pequeñas historias (poesía), 1968. * Versos del buen querer (poesía), 1980. * La serena lámpara (poesía), 1981. * Es resplandor de la panadería (poesía), 1982. * El cazador -con un testimonio de Pepilla Naranjo y una noveleta de Chanito Isidrón (novela), 1986. * El reino de la invención (poesía), 1991. * El sitio existe, es hermoso (poesía), 2006. * De próxima aparición "Naufragios", por Ediciones Unión. Premios y Reconocimientos * Premio de la Crítica 1986 con su novela El cazador. Referencias Ecu Red - www.ecured.cu/index.php/Raúl_Luis

Victor Fowler Calzada

Textos con el vigor y la calidad de este poeta, están llamados para abanderar a los sueños del miedo y del silencio. Víctor Fowler Calzada es poeta, ensayista, crítico, narrador. Nació el 24 de febrero de 1960 en la Ciudad de La Habana. En 1987 se graduó como Licenciado en Pedagogía (especialidad Lengua y Literatura Españolas) en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona de La Habana. Ejerció como profesor de la enseñanza media. En los 80 formó parte del colectivo de autores de la publicación Naranja dulce, en la cual dio a conocer diversos trabajos sobre cultura y erotismo.También se integró al proyecto de promoción cultural Paideia, surgido en 1989. Estos proyectos fueron apoyados por la Asociación Hermanos Saíz, de la cual Fowler fue dirigente en sus inicios. Ha publicado los poemarios * El próximo que venga (1986, Editorial Extramuros) * Estudios de cerámica griega (1991, Editorial Letras Cubanas) * Confesionario (1993, Editorial Abril) * Descensional (1994, autoedición), Visitas (1996, Editorial Extramuros) * Malecón Tao (Ediciones UNIÓN, 2001) * Caminos de piedra (Centro Provincial del Libro de Ciudad de la Habana, 2001) * Historias del cuerpo. Premios y Distinciones * Premio de Ensayo en el Concurso “35 Aniversario de la revista Revolución y Cultura”. * Premio UNEAC del mismo género en 1997 con el libro Rupturas y homenajes. * Premio UNEAC de poesía con El maquinista de Auschwitz. * Premio de Poesía en el Concurso “Luis Rogelio Nogueras” (1999). * Premio Nacional de la Crítica, 1998, por su libro La maldición y 2002 por Historias del cuerpo. * Premio Razón de Ser 1999 con el proyecto de investigación La Habana de los literatos. * Premio de Poesía “Nicolás Guillén” (2007) con el libro La obligación de expresar. Bibliografía activa * El próximo que venga (1986, Editorial Extramuros). * Estudios de cerámica griega (1991, Editorial Letras Cubanas). * Confesionario (1993, Editora Abril). * Descensional (1994, autoedición). * Visitas (1996, Editorial Extramuros). * Caminos de piedra (2001, Ediciones Extramuros). * MalecónTao (2001, UNIÓN). * El extraño tejido (2003, Editorial Oriente). * El maquinista de Auschwitz (2005, UNIÓN). Volúmenes de ensayos * La maldición: una historia del placer como conquista (Letras Cubanas, 1998). * Rupturas y homenajes (UNIÓN, 1998). * Historias del cuerpo (Letras Cubanas, 2001). Antologías * Donde termina el cuerpo (1998, Editorial Extramuros). * Retrato de Grupo (Editorial Letras Cubanas, 1990). Antología de poesía joven cubana, coautor. Es también autor de tres novelas y cientos de cuentos aún inéditos, así como de los ensayos La maldición. Una historia del placer como conquista y Rupturas y homenajes , y de la antología La eterna danza, contentiva de la poesía erótica de los últimos doscientos años cubanos. Trabajó en el Programa Nacional de Lectura de la Biblioteca Nacional (su libro La lectura, ese poliedro, recoge sus experiencias e investigaciones en su profesión de promotor cultural) y en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, al frente de la revista electrónica Miradas, especializada en el cine y el audiovisual contemporáneo. Referencias pedrojuangutierrez.com/Ensayos_ensayos_Victor-Fowler Biografia.htm

Jorge González Allué

Jorge González Allué fue un destacado pianista, compositor y director de orquesta camagüeyano. Nació en Camagüey el 10 de febrero de 1910. Inició sus estudios musicales siendo un niño, en 1920 con una prima, María Josefa González Allué, y después continuó con la profesora Maria Larín Carmenates. En 1925 se graduó de piano, solfeo y teoría en el Conservatorio Nacional de Música de La Habana Hubert de Blanck. En 1931 ofreció su primer recital público, en el que estrenó Mulata y Negro bembón, con textos de Nicolás Guillén. Ejerció como profesor. En 1935 fundó su orquesta de tipo jazz band Yemayá, con la que debutó el 5 de octubre en el Teatro Principal (Camagüey). En 1936 viajó a Cali, Colombia donde trabajó de pianista de la orquesta de Florián Maya, integrada por músicos cubanos y colombianos, y en 1937 a Lima, Perú, con la orquesta de Don Vidal, con la que se presentó por la Cadena de Lima. En 1938, en el Teatro Auditorium de La Habana interpretó junto a once pianistas, La Malagueña de Ernesto Lecuona, y estuvo entre los veinticuatro que acompañaron a Esther Borja en Serenata. Su Amorosa guajira fue estrenada en Camagüey en 1937 por el cantante Luis Raga, con la Orquesta Yemayá, en le radioemisora CMJK, La Voz del Camagüeyano. En 1957, en La Habana, trabajó como pianista acompañante en el Café de los Artístas, programa de televisión de Gaspar Pumarejo y Otto Sirgo. En agosto de 1959 regresó a Camagüey, donde dirigió un combo que debutó en el Aeroclub de esa ciudad. Dirigió la comedia musical Las Yaguas, de Piloto y Vera, y Matrimonio perfecto, que también musicalizó, de Rómulo Loredo Alonso. Entre 1951 y 1956, fue profesor de la Universidad Enrique José Varona y de 1956 a 1957, de la Ignacio Agramonte, y maestro y director de la Academia Municipal de Música, después Conservatorio, donde en 1973 se jubiló. En este período se dedicó al estudió el folklore musical cubano y de otros países, e hizo algunos programas sobre esta materia. González Allúe falleció el 4 de noviembre del 2001 y fue sepultado en el cementerio local, mientras era entonada Amorosa guajira, la más conocida de sus 386 obras, uno de los aportes de 81 años vinculados a la música. Su obra sobrepasa las 300 composiciones, distribuidas en diferentes géneros que abordan tanto lo popular como la música de concierto y el teatro musical. Dentro de estas piezas tenemos muchas canciones, boleros, una comedia lírica y hasta una estampa. Dentro de las mismas se incluyen las siguientes: Afro * Mulata y Negro bembón, (1931) (Textos de Nicolás Guillén); * Hay que tené voluntá y Mi chiquita, (1933) (Textos de Nicolás Guillén); Boleros * Corazón mudo y La lágrima y el beso, (1927); * Si volviera a besarte, (1930); * Crucifixión, (1931); * Sabor de adiós sentí, (1933); * Siempre me fuiste fiel corazón mío y Tu tampoco,(1937); * Llega muy tarde amor y Poco a poco; Bolero Mambo * Amor para qué, * Dímelo así que tu sabes, Canción-bolero * Algo queda de amor, * Cartas marcadas, * Diferencia, * Me he quedado sin fe, * Mis horas sin sueño, * Por donde digas tú, * Quiero seguir soñando, * Sin amor y sin fe, * Tristeza por tu ausencia, * Una mentira más, * Una triste sombra solamente. Comedia musical * La leyenda del agua de tinajón (Libreto en verso). Estampa * Los 15 de Florita, (1950), estampa popularizada por Luis Carbonell. Guajira * Amorosa guajira (Guajira sentimental), (1937) Referencias EcuRed – https://www.ecured.cu/Jorge_González_Allué

Brígida Agüero

Brígida Agüero y Agüero. Poetisa camagüeyana que tuvo como mentor a su padre Francisco Agüero Duque Estrada, apodado “El Solitario”, entre él y su esposa doña María Agüero y Varona forjaron su alma y sus sentimientos. Nace en Puerto Príncipe, Camagüey, Cuba el 12 de mayo de 1837. Hija del poeta Francisco Agüero y Estrada. Pasó la niñez en una finca cerca de su natal Puerto Príncipe, en la que recibió de sus padres la primera educación. Con el movimiento revolucionario de Narciso López, su padre, que se había dado a conocer por sus ideas políticas, fue desterrado y eso hizo que Brígida dejase el campo para vivir en la ciudad, donde dio a conocer sus poemas. En 1861 amplió su educación en la academia que sostenía la Sociedad Filarmónica de Camagüey. Más tarde llegó a ser socia de mérito de dicha sociedad. A los diecisiete años se dedicó por completo al cultivo de las letras y a laborar por la cultura de su ciudad natal. En 1861 se establecieron en la Sociedad Filarmónica de Puerto Príncipe unas clases de literatura y en ellas estudió con asiduidad demostrando sus condiciones excepcionales, al poco tiempo era nombrada Socia Facultativa de la sección de literatura. Fue en esa época en que escribió su oda "Las Artes y la Gloria, que dedicó a los socios del liceo camagüeyano y que leyó en uno de los muchos actos culturales que ofrecía a la sociedad tan prestigiosa institución. Todo lo feliz que fuera en sus primeros años, lo fue de desgraciada en su juventud. La familia se vio perseguida por sus ideas revolucionarias, y ella, pronto se vio atacada por la tuberculosis que hizo grandes estragos en su delicado organismo. Nunca ignoró su estado. Murió en Puerto Príncipe un 26 de junio de 1865, a los veintinueve años dejando una basta obra. Escrito Sus poemas aparecen recogidos por José Manuel Carbonell en el tomo tercero de su Evolución de la cultura cubana. 1608-1927. (La poesía lírica en Cuba. T. 3. La Habana, Imp. El Siglo XX, 1928, p. 365-367.) Retrato de una señorita, 1858; Ecos del alma, 1859; Inspiración, 1859; La Fe Cristiana, 1859; Flores del alma, 1859; Lo Bello, 1860; A la señora doña Gertrudis Gómez de Avellaneda, 1860; A la Virgen, 1860; El encuentro, 1860; Las Artes y la Gloria, 1860; Desencanto, A..., 1860; A Puerto Príncipe, 1860; Adiós a B..., 1860; Esperanza, 1860; A un retrato, 1860; Desde el campo, 1864; A la simpática niña doña Ana de Varona y Varona, 1864; A la Primavera, 1864; La noche y el día, 1865; Resignación, 1866. A su memoria ofrendaron numerosos poetas, escritores y admiradores suyos una Corona Fúnebre en sentidos versos. Referencias Ecured – https://www.ecured.cu/Brígida_Agüero_y_Agüero

Alberto Lamar Schweyer

Alberto Lamar Schweyer fue un escritor precoz. Ya en 1918 —con solo dieciséis años—, ingresó en la redacción del Heraldo de Cuba y en 1920 comienza a asistir a la tertulia del café Martí junto a otros intelectuales entre los que se encontraba Rubén Martínez Villena, Enrique Serpa, Enrique Núñez Olano, Juan Marinello, José María Uncal y Julio Sigüenza —los dos últimos, españoles. Lamar Schweyer colaboró en El Fígaro (1921-1929) con treinta y cinco textos, escribió en El Mundo (alrededor de 1922-1923); en 1924 pasó a El Sol, periódico comprado por Machado para su propaganda electoral. En el propio año dio a la luz diez artículos y llegó a ser Subdirector. Fue uno de los redactores y directores de la revista de izquierdas Venezuela Libre (1925), que se publicaba en La Habana y estuvo entre los seis redactores de la Revista Parlamentaria de Cuba. La figura de Alberto Lamar Schweyer suele ser olvidada o ignorada por razones ya establecidas, asociadas al proceso de desarrollo del minorismo habanero. La selección en la distancia histórica lo estigmatiza como "el traidor de los minoristas" —llamado así por Alejo Carpentier en el texto "Un ascenso de medio siglo". Miembro del Grupo Minorista desde la Protesta de los Trece, rompió con el mismo en 1927, por diferencias ideológicas con el resto de los integrantes. Su salida se vislumbró cuando El Fígaro, el 6 de febrero de 1927 , publicó un fragmento del libro Biología de la democracia, texto que apoyaba teóricamente a las dictaduras y con el cual le daba un espaldarazo a la prórroga de poderes de Machado, y por la misiva que le envió al destacado periodista Ramón Vasconcelos, que publicó El País el 4 de mayo de 1927; estos hechos motivaron en gran medida la "Declaración" de 1927, que reprodujo la revista Carteles el 22 de mayo de 1927 y la revista Social en junio del mismo año. En este número aparece el resultado de un incidente personal que causó la carta insultante de Lamar Schweyer dirigida a Vasconcelos. Referencias Ecured – https://www.ecured.cu/Alberto_Lamar_Schweyer




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