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Sara de Ibáñez

Sara Iglesias Casadel artísticamente conocida como Sara de Ibáñez, cuyo apellido tomó de su marido, fue una poeta uruguaya (Chamberlain, Tacuarembó, 10 de enero de 1909 – Montevideo, 3 de abril de 1971), conocida cariñosamente como Gran Sara por escritores como Octavio Paz. Fue reconocida entre otros premios por el Premio de la Academia Nacional de Letras y por el Premio Nacional de Literatura en 1972. Vivió de niña en Chamberlain, departamento de Tacuarembó, hasta que su familia se mudó a Montevideo. Fue profesora de enseñanza secundaria desde 1945. Se casó con el también poeta Roberto Ibáñez. La pareja tuvo tres hijas, Ulalume, Suleika y Solveig, que también se convirtieron en escritoras. Ulalume se trasladó a México donde, bajo el nombre de Ulalume González de León, desarrolló una brillante carrera como poeta, traductora, ensayista y editora. Sara de Ibáñez se destacó por tener una vida recogida y privada.2 Comenzó a escribir de niña, aunque no publicó un libro hasta cumplidos 30 años. Todos sus libros recibieron premios en Uruguay, además de dos póstumos. Sara tenía por costumbre escribir dos libros a la vez al igual que hacía su marido; cada uno era diferente en tema y estructura. En vida fue aclamada por varios poetas contemporáneos, como Pablo Neruda, quien prologó uno de sus libros, comparándola con Sor Juana Inés de la Cruz, Gabriela Mistral y María Luisa Bombal, y expresó su admiración por sus poesías en varias ocasiones. Mistral también citó a Ibáñez, de su poesía misteriosa y de significados profundos,2 Jules Supervielle alabó su conocimiento de la poesía occidental, especialmente del simbolismo francés, y así Vicente Aleixandre, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Cecilia Meireles, Manuel Bandeira, Carlos Drummond de Andrade, Josep Carner, Rafael Alberti, León Felipe, Octavio Paz, Amado Alonso, Emilio Noulet entre otros. Estilo y temas Sara de Ibáñez destaca por su poesía misteriosa y casi hermética, de cierta tradición barroca, e ideas claras y descarnadas. Su hermetismo causa, sin embargo, dificultades de interpretación que hacen accesibles sus escritos tan sólo a minorías cultas. Mostró en muchas ocasiones los temas del suicidio y de las batallas. Su obra se caracteriza por la angustia de la existencia, el desamparo, la muerte, el amor, la autoaniquilación de la humanidad y la relación hombre-Dios. En menor medida, trata el sentimiento patriótico (Canto a Montevideo) y la condena a la guerra (Hora ciega). Sus libros más representativos son La batalla y Apocalipsis. Se ha notado un gusto por la simetría, iniciando varios versos de la misma manera o estableciendo reglas de palabras antónimas. Buscaba la perfección técnica y la pureza y transparencia de las imágenes. Llegó a ser una maestra de la métrica y el ritmo. Poemarios * Canto (1940). * Canto a Montevideo (1941). * Hora ciega (1943). * Pastoral (1948). * Artigas (1951). * Las estaciones y otros poemas (1957). * La batalla (1967). * Apocalipsis 20 (1970). * Canto póstumo (1972). Poemas Un ejemplo de su obra es el poema "Quisiera abrir mis venas...". Quisiera abrir mis venas bajo los durazneros, en aquel distraído verano de mi boca. Quisiera abrir mis venas para buscar tus rastros, lenta rueda comida por agrias amapolas. Yo te ignoraba fina colmena vigilante. Río de mariposas naciendo en mi cintura. Y apartaba las yemas, el temblor de los álamos, y el viento que venía con máscara de uvas. Yo no quise borrarme cuando no te miraba pero me sostenías, fresca mano de olivo. Estrella navegante no pude ver tu borda pero me atravesaste como a un mar distraído. Ahora te descubro, tan herido extranjero, paraíso cortado, esfera de mi sangre. Una hierba de hierro me atraviesa la cara... Sólo ahora mis ojos desheredados se abren. Ahora que no puedo derruir tu frontera debajo de mi frente, detrás de mis palabras. Tocar mi vieja sombra poblada de azahares, mi ciego corazón perdido en la manzana... Referencias Wikipedia-http://es.wikipedia.org/wiki/Sara_de_Ibáñez

Serafín José García

Serafín José García (5 de junio de 1905, Cañada Grande, Treinta y Tres - 29 de abril de 1985, Montevideo) escritor y poeta uruguayo. Primeros años A la edad de 5 años se traslada junto a su padre Serafín García Minuano y su madre Sofía Correa, a la localidad olimareña de Vergara, donde recibe instrucción escolar. Esta es la única educación formal que recibe, adquiriendo el resto de su formación cultural de forma autodidacta. En su adolescencia alterna varios oficios como empleado de farmacia y ayudante de rematador público. Comienza el aprendizaje de tipógrafo en 1917, y poco después empieza sus primeras composiciones literarias, ensayando narraciones y rimas. Por breve tiempo se desempeña como periodista local y se interesa también por la música. Dentro de sus influencias literarias se pueden mencionar a Leónidas Andreiev, Máximo Gorki, Henri Barbusse, Romain Rolland y a varios clásicos españoles a cuyos textos tenía fácil acceso debido a que realizaba tareas de bibliotecario del club social. Actividad literaria Hacia 1925 se radica en la ciudad de Treinta y Tres, e ingresa a la institución policial, oficiando de telefonista encargado del Archivo de la Jefatura de esa localidad. Se casa con Blanca Elma González en 1934, y dos años más tarde edita su obra de poemas gauchescos "Tacuruses" prologada por Ledo Arroyo Torres. La misma logra un gran éxito editándose en numerosas ocasiones desde entonces. En reconocimiento por esta obra recibe el "Premio Ministerio de Instrucción Pública". Asimismo, el 18 de febrero de 1936 el presidente Gabriel Terra, firmó un decreto presidencial por el cual se distribuían 300 ejemplares de la misma por distintas Jefaturas Policiales del País y se ascendía a García al grado de sub-comisario en Santa Clara de Olimar. No obstante continuo trabajando en la jefatura de Treinta y Tres. En 1940 pide el retiro del cuerpo policial y se radica en Montevideo. Además de su obra poética el autor también explora la narrativa, aventurándose en la producción de cuentos, fábulas, ensayos y crónicas. Incluso pueden encontrarse algunas páginas humorísticas publicadas bajo el seudónimo de "Simplicio Bobadilla". Es de destacar la faceta de literatura infantil que le valió que muchas de sus obras de ese género fueran adoptados por los organismos educativos como lecturas en liceos y escuelas del Uruguay. Algunas de sus obras fueron traducidas a varios idiomas, como el francés, inglés, portugués, italiano e yidis. Reconocimientos Su obra de literatura infantil "Piquin y Chispita", fue catalogada como una de las diez mejores obras nacionales de este género de las publicadas entre 1967 y 1968. Este reconocimiento le vale a García una Mención de Honor del Premio "Hans Christian Andersen" de Literatura Infantil Universal el 4 de abril de 1970 en Bolonia, Italia. En el año 1974 fue nominado para ocupar un lugar en la Academia Nacional de Letras del Uruguay, cargo que aceptaría en el año 1983. En 40 años de actividad literaria, triunfa en numerosos concursos nacionales entre los que se cuentan, cinco premios en el Concurso Anual del Ministerio de Instrucción Publica, el Gran Premio Municipal de Literatura José Enrique Rodó otorgado por la Intendencia Municipal de Montevideo y el de la Trienal de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura entre los años 1981 y 1983, y tres premios de carácter particular. Su trayectoria en literatura nativa, lo condujo a brindar numerosas conferencias en Uruguay y en países de la región como Brasil, Argentina y Paraguay. Obra literaria * Tacuruses (1936) * En carne viva (1937) * Tierra amarga (1938) * Burbujas (1940) * Barro y Sol (1941) * Asfalto (1944) * Raíz y ala (1949) * Romance de Dionisio Díaz (1949) * Las Aventuras de Juan el Zorro (1950) * Agua Mansa (1952) * Flechillas (1957) * Los partes de Don Menchaca (1957) * El Totoral (Recuerdos de mi infancia) (1966) * Piquín y Chispita (1968) * Leyendas y supersticiones (1968) * Blanquita (Nuevos relatos de "El Totoral") (1969) * La vuelta del camino (1970) * Estampas uruguayas (1971) * Milicos, contrabandistas y otros cuentos (1986) Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Serafín_J._García

Juan Zorrilla de San Martín

Juan Zorrilla de San Martín (Montevideo, 28 de diciembre de 1855 — 3 de noviembre de 1931) fue un escritor, periodista, docente y diplomático uruguayo. Nació en Montevideo el 28 de diciembre de 1855 Era hijo del español Juan Manuel Zorrilla de San Martín y de la uruguaya Alejandrina del Pozo y Aragón, familia muy católica. Su madre falleció cuando el poeta tenía apenas un año y medio de vida. Fue criado con cariño y dedicación por su tía Juliana del Pozo y Aragón, esposa de Martín García de Zúñiga. Junto a su hermano Alejandro, en 1865 fue llevado por su padre a cursar sus estudios en el Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe, República Argentina. Entre 1867 y 1872 estudió en el Colegio de los Padres Bayoneses, en Montevideo, lugar en el que comenzó sus estudios universitarios. Se recibió de bachiller en Santa Fe, en 1872. Entre 1874 y 1877 estudió en el Colegio de los Padres Jesuitas de Santiago de Chile hasta completar sus estudios como Licenciado en Letras y Ciencias Políticas. En ese período colaboró en la redacción de “La estrella de Chile” y publicó “Notas de un Himno”. En Chile recibió la influencia de las lecturas románticas de José Zorrilla, José de Espronceda y sobre todo, Gustavo Adolfo Bécquer. En primeras nupcias se casó con Elvira Blanco Sienra, hija de Juan Ildefonso Blanco y nieta del Constituyente Juan Benito Blanco, con quien tuvo seis hijos. A pocos años de la muerte de ésta, contrajo enlace con su hermana, Concepción Blanco Sienra, quien le diera diez hijos. Hoy su descendencia alcanza casi las 800 personas. Uno de sus hijos fue el escultor José Luis Zorrilla de San Martín, quien en 1921 dirigiera la última transformación de su casa del barrio montevideano de Punta Carretas, diseñando el actual comedor con la chimenea que lleva labrado en su parte superior el escudo de los Zorrilla de San Martín donde figura el lema “velar se debe la vida de tal suerte que viva quede en la muerte”. Entre sus descendientes se encuentran el ex diputado por San José y ex Embajador, Alejandro Zorrilla de San Martín, la actriz China Zorrilla, los pintores Alfredo Zorrilla, Enrique Zorrilla de San Martín y Miguel Herrera Zorrilla y el escritor Enrique Estrázulas, entre otros. Trayectoria Sus actividades incluyeron: * Magistrado. Se desempeñó como Juez Letrado Departamental de Montevideo. *Político. Fue electo diputado por Montevideo (1888-1891). Fue un activista católico y promovió la creación de la Unión Cívica del Uruguay. * Periodista. Fundador del diario El Bien Público. *Diplomático. Ocupó las representaciones diplomáticas frente a España —país donde nació su hijo José Luis Zorrilla de San Martín—, Francia y el Vaticano. *Docente. Ocupó diversas cátedras en la Universidad de la República (Literatura, Derecho Internacional Público, Teoría del Arte). *El 18 de agosto de 1935, se declaró su casa, como museo por el Parlamento uruguayo a través de la Ley 9.595. Esculturas Cruz del cerro Pan de Azúcar en Maldonado, Uruguay. Cruz de cemento de 35 ms de altura construida en 1933, concebida por Zorrilla de San Martín y el padre Engels Walters. Poemas * Notas de un himno (1877) * La leyenda patria (1879) * Tabaré (1888) * La epopeya de Artigas (1910) * Rimas y leyendas * El ángel de los Charrúas * Imposible * Odio y amor * Siemprevivas * Tu y yo * Himno al árbol * Vestales Ensayos * Discurso de La Rábida (1892) * Resonancia del camino (1896) * Huerto cerrado (1900) * Conferencias y discursos (1905), * Detalles de la Historia Rioplatense (1917) * El sermón de la paz (1924) * El libro de Ruth (1928) * Ituzaingó * Artigas * Decadenciall * Renacimiento Óperas basadas en sus obras * Tabaré, ópera de Alfonso Broqua * Tabaré, ópera de Arturo Cosgaya Ceballos * Tabaré, ópera de Heliodoro Oseguera * Tabaré, ópera de Tomás Bretón * Tabaré (1923) ópera de Alfredo Luis Schiuma, estrenada en 1925 en el Teatro Colón de Buenos Aires Museo Zorrill La casa de Zorrilla, ubicada en el barrio montevideano de Punta Carretas entre las calles Zorilla de San Martín y Rambla Mahatma Gandhi, es actualmente un museo. Comenzó a construirse en 1904, en una zona entonces despoblada. En 1921 hizo la última transformación, dirigida por su hijo, el escultor José Luis Zorrilla de San Martín, quien diseñó el actual comedor con la chimenea que lleva labrado en su parte superior el escudo de los Zorrilla de San Martín donde figura el lema “velar se debe la vida de tal suerte que viva quede en la muerte”.[cita requerida] En 1936 la casa pasó a ser propiedad del Estado. En 1942 se transformó en museo dependiente del Ministerio de Educación y Cultura, formando parte de una de las casas históricas pertenecientes al Museo Histórico Nacional de Uruguay. Actualmente el museo es administrado por la "Comisión de Amigos del Museo Zorrilla", que recuperó el lugar y construyó una moderna sala donde se realizan eventos culturales, que hacen de este museo la “casa abierta” que fue en vida de Zorrilla.[cita requerida] Decía Zorrilla: “Toda mi vida está entre estas cuatro paredes, aquí están mis recuerdos de familia y el fruto de mis esfuerzos”.[cita requerida] Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Zorrilla_de_San_Martín

Horacio Quiroga

Horacio Silvestre Quiroga Forteza cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. Fue el maestro del cuento latinoamericano, de prosa vívida, naturalista y modernista. Sus relatos breves, que a menudo retratan a la naturaleza como enemiga del ser humano bajo rasgos temibles y horrorosos, le valieron ser comparado con el estadounidense Edgar Allan Poe. La vida de Quiroga, marcada por la tragedia, los accidentes de caza y los suicidios, culminó por decisión propia, cuando bebió un vaso de cianuro en el Hospital de Clínicas de la ciudad de Buenos Aires a los 58 años de edad, tras enterarse de que padecía de cáncer de próstata. Nacimiento Horacio Quiroga fue el segundo hijo del matrimonio de Prudencio Quiroga y Pastora Forteza. En el momento de su nacimiento, su padre había sido, por dieciocho años, el Vice-Cónsul argentino en Salto. Antes de cumplir dos meses y medio, el 14 de marzo de 1879 su padre murió al dispararse accidentalmente con una escopeta que llevaba en la mano. Adolescencia y formación Horacio Quiroga a los 19 años, frente a su casa natal en Salto (Uruguay). Hizo sus estudios en Montevideo, capital de Uruguay hasta terminar el colegio secundario. Estos estudios incluyeron formación técnica (Instituto Politécnico de Montevideo) y general (Colegio Nacional), y ya desde muy joven demostró un enorme interés por la literatura, la química, la fotografía, la mecánica, el ciclismo y la vida de campo. A esa temprana edad fundó la Sociedad de Ciclismo de Salto y viajó en bicicleta desde Salto hasta Paysandú (120 km). En esta época pasaba larguísimas horas en un taller de reparación de maquinarias y herramientas. Por influencia del hijo del dueño empezó a interesarse por la filosofía. Se autodefiniría como «franco y vehemente soldado del materialismo filosófico». Simultáneamente también trabajaba, estudiaba y colaboraba con las publicaciones La Revista y La Reforma. Poco a poco, fue puliendo su estilo y haciéndose conocido. Aún se conserva su primer cuaderno de poesías, que contiene 22 poemas de distintos estilos, escritos entre 1894 y 1897. Durante el carnaval de 1898, el joven poeta conoció a su primer amor, una niña llamada María Esther Jurkovski, que inspiraría dos de sus obras más importantes: Las sacrificadas (1920) y Una estación de amor. Pero los desencuentros provocados por los padres de la joven —que reprobaban la relación, debido al origen no judío de Quiroga— precipitaron la separación definitiva. París En 1897 fundó la Revista de Salto. Después del suicidio de su padrastro, que presenció, Horacio decidió invertir la herencia recibida en un viaje a París. Estuvo —contando el tiempo de viaje— cuatro meses ausente. Sin embargo, las cosas no salieron como había planeado: el mismo joven orgulloso que había partido de Montevideo en primera clase, regresó en tercera, andrajoso, hambriento y con una larga barba negra que ya no se quitaría nunca más. Resumió sus recuerdos de esta experiencia en Diario de viaje a París (1900). El Consistorio del Gay Saber y primeros libros Al volver a su país, Quiroga reunió a sus amigos Federico Ferrando, Alberto Brignole, Julio Jaureche, Fernández Saldaña, José Hasda y Asdrúbal Delgado, y fundó con ellos el «Consistorio del Gay Saber»,4 una especie de laboratorio literario experimental donde todos ellos probarían nuevas formas de expresarse y preconizarían los objetivos modernistas. Pese a su corta existencia, el Consistorio presidió la vida literaria de Montevideo y las polémicas con el grupo de Julio Herrera y Reissig. La alegría que le provocó la aparición de su primer libro (Los arrecifes de coral, poemas, cuentos y prosa lírica, publicado en Buenos Aires en 1901, dedicado a Lugones) se vio trágicamente opacada —una vez más— por las muertes de dos de sus hermanos, Prudencio y Pastora, víctimas de la fiebre tifoidea en el Chaco. El funesto año de 1901 guardaba aún otra espantosa sorpresa para el escritor: su amigo Federico Ferrando, que había recibido malas críticas del periodista montevideano Germán Papini Zas, comunicó a Quiroga que deseaba batirse a duelo con aquél. Horacio, preocupado por la seguridad de Ferrando, se ofreció a revisar y limpiar el revólver que iba a ser utilizado en la disputa. Inesperadamente, mientras inspeccionaba el arma, se le escapó un tiro que impactó en la boca de Federico, matándolo instantáneamente. Llegada al lugar la policía, Quiroga fue detenido, sometido a interrogatorio y posteriormente trasladado a una cárcel correccional. Al comprobarse la naturaleza accidental y desafortunada del homicidio, el escritor fue liberado tras cuatro días de reclusión. La pena y la culpa por la muerte de su querido compañero llevaron a Quiroga a disolver el Consistorio y a abandonar el Uruguay para pasar a la Argentina. Cruzó el Río de la Plata en 1902 y fue a vivir con María, otra de sus hermanas. En Buenos Aires el artista alcanzaría la madurez profesional, que llegaría a su punto cúlmine durante sus estancias en la selva. Además, su cuñado lo inició en la pedagogía, consiguiéndole trabajo bajo contrato como maestro en las mesas de examen del Colegio Nacional de Buenos Aires. Misiones y el Chaco Designado profesor de castellano en el Colegio Británico de Buenos Aires en marzo de 1903, Quiroga quiso acompañar, en junio del mismo año y ya convertido en un fotógrafo experto, a Leopoldo Lugones en una expedición a Misiones, financiada por el Ministerio de Educación, en la que el insigne poeta argentino planeaba investigar unas ruinas de las misiones jesuíticas en esa provincia. La excelencia de Quiroga como fotógrafo hizo que Lugones aceptara llevarlo, y el uruguayo pudo documentar en imágenes ese viaje de descubrimiento. Cuentista Al regresar a Buenos Aires luego de su fallida experiencia en el Chaco, Quiroga abrazó la narración breve con pasión y energía. Fue así que en 1904 publicó el notable libro de relatos El crimen de otro, fuertemente influido por el estilo de Edgar Allan Poe, que fue reconocido y elogiado, entre otros, por José Enrique Rodó. Estas primeras comparaciones con el «Maestro de Boston» no molestaban a Quiroga, que las escucharía con complacencia hasta el fin de su vida, respondiendo a menudo que Poe era su primer y principal maestro. Durante dos años Quiroga trabajó en multitud de cuentos, muchos de ellos de terror rural, pero otros en forma de deliciosas historias para niños pobladas de animales que hablan y piensan sin perder las características naturales de su especie. A esta época pertenecen la novela breve Los perseguidos (1905), producto de un viaje con Leopoldo Lugones por la selva misionera, hasta la frontera con Brasil, y su soberbio y horroroso El almohadón de plumas, publicado en la celebérrima revista argentina Caras y Caretas en 1905, que llegó a publicar ocho cuentos de Quiroga al año. A poco de comenzar a publicar en ella, Quiroga se convirtió en un colaborador famoso y prestigioso, cuyos escritos eran buscados ávidamente por miles de lectores. El amor y la selva En 1906 Quiroga decidió volver a su amada selva. Aprovechando las facilidades que el gobierno ofrecía para la explotación de las tierras, compró una chacra (junto con Vicente Gozalbo) de 185 hectáreas en la provincia de Misiones, sobre la orilla del Alto Paraná, y comenzó a hacer los preparativos destinados a vivir allí, mientras enseñaba Castellano y Literatura. Durante las vacaciones de 1908, el literato se trasladó a su nueva propiedad, construyó las primeras instalaciones y comenzó a edificar el bungalow donde se establecería. Enamorado de una de sus alumnas —la adolescente Ana María Cires—, le dedicó su primera novela, titulada Historia de un amor turbio. Quiroga insistió en la relación frente a la oposición de los padres de la alumna obteniendo por fin el permiso para casarse y llevarla a vivir a la selva con él. Los suegros de Quiroga, preocupados por los riesgos de la vida salvaje, siguieron al matrimonio y se trasladaron a Misiones con su hija y yerno. Así, pues, el padre de Ana María, su madre y una amiga de esta, se instalaron en una casa cercana a la vivienda del matrimonio Quiroga. En 1911 Ana María dio a luz a su primera hija, Eglé Quiroga, en su casa de la selva. Durante ese mismo año, el escritor comenzó la explotación de sus yerbatales en sociedad con su amigo uruguayo Vicente Gozalbo y, al mismo tiempo, fue nombrado Juez de Paz (funcionario encargado de mediar en disputas menores entre ciudadanos privados y celebrar matrimonios, emitir certificados de defunción, etc.) en el Registro Civil de San Ignacio. Las tareas de Quiroga como funcionario merecen mención aparte: olvidadizo, desorganizado y descuidado, tomó la costumbre de anotar las muertes, casamientos y nacimientos en pequeños trozos de papel a los que «archivaba» en una lata de galletas. Más tarde adjudicaría conductas similares al personaje de uno de sus cuentos. Al año siguiente nació su hijo menor, Darío. En cuanto los niños aprendieron a caminar, Quiroga decidió ocuparse personalmente de su educación. Severo y dictatorial, exigía que cada pequeño detalle estuviese hecho según sus exigencias. Desde muy pequeños, los acostumbró al monte y a la selva, exponiéndolos a menudo —midiendo siempre los riesgos— al peligro, para que fueran capaces de desenvolverse solos y de salir de cualquier situación. Fue capaz de dejarlos solos en la jungla por la noche o de obligarlos a sentarse al borde de un alto acantilado con las piernas colgando en el vacío. El varón y la niña, sin embargo, no se negaban a estas experiencias —que aterrorizaban y exasperaban a su madre— y las disfrutaban. La hija aprendió a criar animales silvestres y el niño a usar la escopeta, manejar una moto y navegar, solo, en una canoa. Buenos Aires Tras el suicidio de su esposa, Quiroga se trasladó con sus hijos a Buenos Aires, donde recibió un cargo de Secretario Contador en el Consulado General uruguayo en esa ciudad, tras arduas gestiones de unos amigos orientales que deseaban ayudarlo. A lo largo del año 1917 habitó con los niños en un sótano de la avenida Canning (hoy Raúl Scalabrini Ortiz) 164, alternando sus labores diplomáticas con la instalación de un taller en su vivienda y el trabajo en muchos relatos que iban siendo publicados en prestigiosas revistas como las ya mencionadas, «P.B.T.» y «Pulgarcito». La mayoría de ellos fueron recopilados por Quiroga en varios libros, el primero de los cuales fue Cuentos de amor de locura y de muerte (1917) (por decisión expresa del autor, el título no lleva coma).5 La redacción del libro le había sido solicitada por el escritor Manuel Gálvez, responsable de Cooperativa Editorial de Buenos Aires, y el volumen se convirtió de inmediato en un enorme éxito de público y de crítica, consolidando a Quiroga como el verdadero maestro latinoamericano del relato breve. Al año siguiente se estableció en un pequeño departamento de la calle Agüero, al tiempo que apareció su celebrado Cuentos de la selva, colección de relatos infantiles protagonizados por animales y ambientados en la selva misionera. Quiroga dedicó este libro a sus hijos, que lo acompañaron durante ese período de pobreza en el húmedo sótano de dos pequeñas habitaciones y cocina-comedor. Con dos importantes ascensos en el escalafón consular (primero a cónsul de distrito de segunda clase y luego a cónsul adscrito) llegó también su nuevo libro de cuentos, El salvaje (1919). Al año siguiente, siguiendo la idea del Consistorio, fundó Quiroga la Agrupación Anaconda, un grupo de intelectuales que realizaba actividades culturales en Argentina y Uruguay. Su única obra teatral (Las Sacrificadas) se publicó en 1920 y se estrenó en 1921, año en que salía a la venta Anaconda y otros cuentos, otro libro de cuentos. El importantísimo diario argentino La Nación comenzó también a publicar sus relatos, que a estas alturas gozaban ya de una impresionante popularidad. Colaboró también en La Novela Semanal. Entre 1922 y 1924, Quiroga participó como secretario de una embajada cultural a Brasil (cuya Academia de Letras lo distinguió especialmente) y, de regreso, vio publicado su nuevo libro: El desierto (cuentos). Por mucho tiempo el escritor se dedicó a la crítica cinematográfica, teniendo a su cargo la sección correspondiente de la revista Atlántida, El Hogar y La Nación. También escribió el guion para un largometraje («La jangada florida») que jamás llegó a filmarse. Poco tiempo después, fue invitado a formar una Escuela de Cinematografía. El proyecto, financiado por inversionistas rusos y que contaría con la inclusión de Arturo S. Mom, Gerchunoff y otros, no prosperó. Fuentes: Horacio Quiroga y el cine (Barsky, Julián, Todo es Historia, Buenos Aires, 2006).ç Nuevos amores Poco después, Horacio regresó a Misiones. Nuevamente enamorado, esta vez era de una joven de 17 años, Ana María Palacio, intentó convencer a los padres de que la dejasen ir a vivir con él a la selva. La negativa de éstos y el consiguiente fracaso amoroso inspiró el tema de su segunda novela, Pasado amor, publicada en 1929. En ella narra, como componentes autobiográficos de la trama, las mil estratagemas que debió practicar para conseguir acceso a la muchacha: arrojando mensajes por la ventana dentro de una rama ahuecada, enviándole cartas escritas en clave e intentando cavar un largo túnel hasta su habitación para secuestrarla. Finalmente, cansados ya del pretendiente, los padres de la joven la llevaron lejos y Quiroga se vio obligado a renunciar a su amor. En una parte de su vivienda, Horacio instaló un taller en el que comenzó a construir una embarcación a la que bautizaría «Gaviota». En su casa —ahora convertida en astillero— fue capaz de concluir esta obra y, puesta ya en el agua, la piloteó río abajo desde San Ignacio hasta Buenos Aires, realizando con ella numerosas expediciones fluviales. A principios de 1926 Quiroga volvió a Buenos Aires y alquiló una quinta en el partido suburbano de Vicente López. En la cúspide misma de su popularidad, una importante editorial le dedicó un homenaje, del que participaron, entre otros, figuras literarias como Arturo Capdevila, Baldomero Fernández Moreno, Benito Lynch, Juana de Ibarbourou, Armando Donoso y Luis Franco. Amante de la música clásica, Quiroga asistía con frecuencia a los conciertos de la Asociación Wagneriana, afición que alternó con la lectura incansable de textos técnicos y manuales sobre mecánica, física y artes manuales. Para 1927, Horacio había decidido criar y domesticar animales salvajes, mientras publicaba su nuevo libro de cuentos, quizá el mejor, Los desterrados. Pero el enamoradizo artista había fijado ya los ojos en la que sería su último y definitivo amor: María Elena Bravo, compañera de escuela de su hija Eglé, que sucumbió a sus reclamos y se casó con él en el curso de ese mismo año sin haber cumplido 20 años. Amistades literarias Además de los ya mencionados Leopoldo Lugones y José Enrique Rodó, la infatigable labor de Quiroga en el ámbito literario y cultural le granjeó la amistad y admiración de grandes e influyentes personalidades. De entre ellos se destacan la poeta argentina Alfonsina Storni y el escritor e historiador Ezequiel Martínez Estrada. Quiroga llamaba cariñosamente a este último «mi hermano menor». Caras y Caretas, mientras tanto, publicó diecisiete artículos biográficos escritos por Quiroga, dedicados a personajes como Robert Scott, Luis Pasteur, Robert Fulton, H.G. Wells, Thomas de Quincey y otros. En 1929 Quiroga experimentó su único fracaso de ventas: la ya citada novela Pasado amor, que solo vendió en las librerías la exigua cantidad de cuarenta ejemplares. A la vez comenzó a tener graves problemas de pareja. Otra vez la selva A partir de 1932 Quiroga se radicó por última vez en Misiones, en lo que sería su retiro definitivo, con su esposa y su tercera hija (María Elena, llamada «Pitoca», que había nacido en 1928). Para ello, y no teniendo otros medios de vida, consiguió que se promulgase un decreto trasladando su cargo consular a una ciudad cercana. Los celos dominaban a Quiroga, quien pensó que en medio de la selva podría vivir tranquilo con su mujer y la hija de su segundo matrimonio. Pero un avatar político provocó un cambio de gobierno, que no quiso los servicios del escritor y lo expulsó del consulado. Algunos amigos de Horacio, como el escritor salteño (de Salto, Uruguay) Enrique Amorim, tramitaron la jubilación argentina para Quiroga. Comenzando a partir de este problema, el intercambio epistolar entre Quiroga y Amorím se hizo numeroso. Las cartas que se conservan demuestran que Horacio hacía partícipe a su confidente de la mayor parte de sus problemas —casi todos de índole íntima y familiar—, pidiéndole consejos y ayuda: a la mujer de Quiroga —al igual que su infortunada antecesora— no le gustaba la vida en el monte y las peleas y violentas discusiones se volvieron diarias y permanentes. En esta época de frustración y dolor salió a la venta una colección de cuentos ya publicados titulada Más allá (1935). A partir de su interés en las obras de Munthe e Ibsen, Quiroga se decantó por nuevos autores y estilos, y comenzó a planear su autobiografía. La enfermedad, el abandono, el final En ese año de 1935 Quiroga comenzó a experimentar molestos síntomas, aparentemente vinculados con una prostatitis u otra enfermedad prostática. Las gestiones de sus amigos dieron frutos al año siguiente, concediéndosele una jubilación. Al intensificarse los dolores y dificultades para orinar, su esposa logró convencerlo de trasladarse a Posadas, ciudad en la cual los médicos le diagnosticaron hipertrofia de próstata. Pero los problemas familiares de Quiroga continuarían: su esposa e hija lo abandonaron definitivamente, dejándolo —solo y enfermo— en la selva. Ellas volvieron a Buenos Aires, y el ánimo del escritor decayó completamente ante esta grave pérdida. Cuando el estado de la enfermedad prostática hizo que no pudiese aguantar más, Horacio viajó a Buenos Aires para que los médicos tratasen sus padecimientos. Internado en el prestigioso Hospital de Clínicas de Buenos Aires a principios de 1937, una cirugía exploratoria reveló que sufría de un caso avanzado de cáncer de próstata, intratable e inoperable. María Elena, entristecida, estuvo a su lado en los últimos momentos, así como gran parte de su numeroso grupo de amigos. Por la tarde del 18 de febrero, una junta de médicos explicó al literato la gravedad de su estado. Algo más tarde, Quiroga pidió permiso para salir del hospital, lo que le fue concedido, y pudo así dar un largo paseo por la ciudad. Regresó al hospital a las 23. Al ser internado Quiroga en el Clínicas, se había enterado de que en los sótanos se encontraba encerrado un monstruo: un desventurado paciente con espantosas deformidades similares a las del tristemente célebre inglés Joseph Merrick (el «Hombre Elefante»). Compadecido, Quiroga exigió y logró que el paciente —llamado Vicente Batistessa— fuera liberado de su encierro y se lo alojara en la misma habitación donde estaba internado el escritor. Como era de esperar, Batistessa se hizo amigo y rindió adoración eterna y un gran agradecimiento al gran cuentista. Desesperado por los sufrimientos presentes y por venir, y comprendiendo que su vida había acabado, el soberbio Horacio Quiroga confió a Batistessa su decisión: se anticiparía al cáncer y abreviaría su dolor, a lo que el otro se comprometió a ayudarlo. Esa misma madrugada (19 de febrero de 1937) y en presencia de su amigo, Horacio Quiroga bebió un vaso de cianuro que lo mató pocos minutos después entre espantosos dolores. Su cadáver fue velado en la Casa del Teatro de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) que lo contó como fundador y vicepresidente. Tiempo después, sus restos fueron repatriados a su país natal. Su obra Seguidor de la escuela modernista fundada por Rubén Darío y obsesivo lector de Edgar Allan Poe y Guy de Maupassant, Quiroga se sintió atraído por temas que abarcaban los aspectos más extraños de la Naturaleza, a menudo teñidos de horror, enfermedad y sufrimiento para los seres humanos. Muchos de sus relatos pertenecen a esta corriente, cuya obra más emblemática es la colección Cuentos de amor de locura y de muerte. Por otra parte se percibe en Quiroga la influencia del británico Rudyard Kipling (Libro de las tierras vírgenes), que cristalizaría en su propio Cuentos de la selva, delicioso ejercicio de fantasía dividido en varios relatos protagonizados por animales. Su Decálogo del perfecto cuentista, dedicado a los escritores noveles, establece ciertas contradicciones con su propia obra. Mientras que el decálogo pregona un estilo económico y preciso, empleando pocos adjetivos, redacción natural y llana y claridad en la expresión, en muchas de sus relatos Quiroga no sigue sus propios preceptos, utilizando un lenguaje recargado, con abundantes adjetivos y un vocabulario por momentos ostentoso. Al desarrollarse aún más su particular estilo, Quiroga evolucionó hacia el retrato realista (casi siempre angustioso y desesperado) de la salvaje Naturaleza que lo rodeaba en Misiones: la jungla, el río, la fauna, el clima y el terreno forman el andamiaje y el decorado en que sus personajes se mueven, padecen y a menudo mueren. Especialmente en sus relatos, Quiroga describe con arte y humanismo la tragedia que persigue a los miserables obreros rurales de la región, los peligros y padecimientos a que se ven expuestos y el modo en que se perpetúa este dolor existencial a las generaciones siguientes. Trató, además, muchos temas considerados tabú en la sociedad de principios del siglo XX, revelándose como un escritor arriesgado, desconocedor del miedo y avanzado en sus ideas y tratamientos. Estas particularidades siguen siendo evidentes al leer sus textos hoy en día. Algunos estudiosos de la obra de Quiroga opinan que la fascinación con la muerte, los accidentes y la enfermedad (que lo relaciona con Edgar Allan Poe y Baudelaire) se debe a la vida increíblemente trágica que le tocó en suerte. Sea esto cierto o no, en verdad Horacio Quiroga ha dejado para la posteridad algunas de las piezas más terribles, brillantes y trascendentales de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Análisis de su obra En su primer libro, Los arrecifes de coral, compuesto por 18 poemas, 30 páginas de prosa poética y 4 relatos, Quiroga pone en evidencia su inmadurez y confusión adolescente. Punto aparte para los relatos, en los cuales está ya en germen el estilo modernista y naturalista que identificaría al resto de su obra . Sus dos novelas Historia de un amor turbio y Pasado amor tratan sobre el mismo tema —que obsesionaba al autor en su vida personal—: los amores entre hombres maduros y jovencitas adolescentes. En la primera de ellas Quiroga divide la acción en tres etapas. En la primera, una niña de 9 años se enamora de un hombre adulto. En la segunda parte, el hombre, que no se había percatado del amor de la niña, pasados ocho años (ella tiene ahora 17) comienza a cortejarla. En la tercera parte el hombre narra la última etapa de su amor: han pasado diez años desde que la joven lo ha abandonado. La acción se inicia aquí: es el tiempo presente de la novela. En Pasado amor la historia se repite: un hombre maduro regresa a un lugar luego de años de ausencia y se enamora de una jovencita a la que había amado siendo niña. Conociendo la historia personal de Quiroga, se evidencian las características autobiográficas de ambas novelas: hasta el nombre de la protagonista de Historia de un amor turbio es Eglé (así se llamaba la hija de Quiroga, de una de cuyas compañeritas se enamoró el escritor y que llegaría a ser su segunda esposa). Los avatares eróticos de Quiroga con muchachas muy jóvenes pueblan el drama de estas dos novelas, con especial hincapié en la oposición de sus padres, rechazo que Quiroga había aceptado como parte integrante de su vida y con el que debió lidiar siempre. Dejando a un lado el teatro de Quiroga, poco difundido y al que los críticos siempre han llamado «un error», lo más trascendente de su obra son los cuentos cortos, género en que el autor alcanza la madurez, impulsando en el mismo sentido a toda la narrativa latinoamericana. Es Horacio Quiroga el primero que se preocupa por los aspectos técnicos de la narrativa breve, puliendo incansablemente su estilo (para lo cual vuelve y rebusca siempre sobre los mismos temas) hasta alcanzar la casi perfección formal de sus últimas obras. Claramente influido por Rubén Darío y los modernistas, poco a poco el modernismo del oriental comienza a volverse decadente, describiendo a la naturaleza con minuciosa precisión pero dejando en claro que la relación de ella con el hombre siempre representa un conflicto. Extravíos, lesiones, miseria, fracasos, hambre, muerte, ataques de animales, todo en Quiroga plantea el enfrentamiento entre naturaleza y hombre tal como lo hacían los griegos entre Hombre y Destino. La naturaleza hostil, por supuesto, casi siempre vence en la narrativa quiroguiana. La morbosa obsesión de Quiroga por el tormento y la muerte es aceptada mucho más fácilmente por los personajes que por el lector: la técnica narrativa del autor presenta protagonistas acostumbrados al riesgo y al peligro, que juegan según reglas claras y específicas. Saben que no deben cometer errores porque la selva no perdona, y, al caer, lo hacen con algo de «espíritu deportivo» y suelen morir, dejando al lector ansioso y angustiado. La naturaleza es ciega pero justa; los ataques sobre el campesino o el pescador (un enjambre de abejas enfurecidas, un yacaré, un parásito hematófago, una serpiente, la crecida, lo que fuese) son simplemente lances de un juego espantoso en el que el hombre intenta arrancar a la naturaleza unos bienes o recursos (como intentó Quiroga en la vida real) que ella se niega en redondo a soltar; una lucha desigual que suele terminar con la derrota humana, la demencia, las muertes o, simplemente, con la desilusión. Hipersensible y excitable, dado a amores imposibles, frustrado en sus empresas comerciales pero aún así emocional y sumamente creativo, Quiroga abrevó en su propia vida trágica y en la naturaleza a la que estudió y padeció, con su férrea voluntad de trabajador y su sutil mirada de minucioso observador para construir una obra narrativa a la que la mayor parte de los críticos consideraron (y aún consideran) «poéticamente autobiográfica». Tal vez en este «realismo interno» u «orgánico» de las piezas de Quiroga resida el irresistible encanto que aún hoy ejercen sobre los lectores, que, sin darse cuenta, descubren en sus páginas la verdadera naturaleza del escritor que, tal vez como muy pocos en la literatura latinoamericana, fue capaz de susurrar sus propias palabras al oído, aunque a veces el murmullo se transforme en un grito desesperado. Libros * Los arrecifes de coral (poemas,1901) * El crimen del otro (cuentos, 1904) * Los perseguidos (cuentos,1905) * Historia de un amor turbio (novela, 1908) * Cuentos de amor de locura y de muerte (cuentos, 1917) * Cuentos de la selva (cuentos infantiles, 1918) * El salvaje (cuentos, 1920) * Los sacrificados (teatro, 1920) * Anaconda (cuentos, 1921) * El desierto (cuentos, 1924) * La gallina degollada y otros cuentos (cuentos, 1925) * Los desterrados (cuentos, 1926) * Pasado amor (novela, 1929) * Más allá (cuentos, 1935) * El hombre muerto (cuentos) Referencias wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Horacio_Quiroga

José Alonso y Trelles

José María Alonso y Trelles Jarén, conocido como «El Viejo Pancho», (Ribadeo Lugo, 7 de mayo de 1857 – Montevideo, 28 de julio de 1924) fue un escritor y poeta gauchesco uruguayo de origen gallego. Radicado en su juventud en la localidad uruguaya de Tala, tuvo a su cargo las publicaciones satíricas El Tala Cómico y Momentáneas. Sus aportes literarios más importantes se dieron en el campo de la lírica, que cultivó en la forma de poesía gauchesca y a la que contribuyó ampliamente a través de los semanarios tradicionalistas El terruño, El fogón y El ombú. En 1915 publicó su obra maestra llamada Paja brava en la cual recopiló la mayoría de sus textos del mencionado género. Hacia el final de sus días ocupó una banca como diputado por el departamento de Canelones. Primeros años Alonso y Trelles nació en Santa María do Campo, parroquia correspondiente al núcleo urbano del municipio de Ribadeo en Galicia. Hijo de Vicenta Jarén de origen gallego y de Francisco Alonso y Trelles de origen asturiano, quien ejerció la docencia en una escuela de la zona de Navia. Es en Navia donde pasó su infancia y adolescencia y recibió instrucción en la carrera de comercio para titularse como Perito Mercantil.3 En 1875 —con 18 años de edad— emigró a América y se estableció durante dos años en Chivilcoy, un pueblo de la Provincia de Buenos Aires en Argentina. Allí alternó diferentes oficios con algunas líneas publicadas en un periódico del lugar. En Chivilcoy permaneció hasta 1877, año en que se trasladó a Montevideo, donde se quedó un corto tiempo, para radicarse definitivamente en Tala. Allí cobró fama como poeta de la vida rural uruguaya. Juventud José Alonso y Trelles (derecha) a poco tiempo de llegar a Tala. Su primer trabajo fue como contador en un almacén de ramos generales, propiedad de Juan Riccetto, con cuya hija, Dolores Riccetto, se casó años más tarde. Una figura que tuvo mucha relevancia en su vida de estos años, fue el maestro rural Joaquín Tejera, a quien había sido recomendado por su compatriota y compañero de viaje Emilio Rodríguez. Fue Tejera quien lo apoyó desde un comienzo, facilitándole un trabajo como funcionario del Correo de esa localidad, y dándole participación en el diario "El Tala", fundado por él y en el cual también oficiaban de redactores Servando Paisal, Schickendantz y Klappenbach. En 1882 contrajo matrimonio con Dolores Riccetto, y al poco tiempo se trasladó con ella al poblado de Sarandí Garupá cercano a Santana do Livramento. A partir de ese momento, se desempeñó como tenedor de libros en una casa de comercio que posteriormente se ve obligado a cerrar. Durante su estadía en esta zona, conoció al periodista y político Rafael Cabeda, con quien entabló una relación que continuó por carta al regresar a Uruguay. En este período nacieron dos hijos producto del matrimonio. Luego regresaron a Tala en 1887. Ya en Tala se desempeñó un tiempo como socio de su suegro en su actividad comercial y luego —aconsejado por su amigo Pedro Soto, quien se desempeñaba como Juez de Paz de esa localidad— decidió entregarse de lleno al estudio de la procuraduría y la escribanía. Participó de varias entidades de fomento creadas por los vecinos de su localidad, como la primera “Comisión auxiliar de Tala” para la cual lo designaron Secretario, o la "Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos" en la cual se le encargó la vicepresidencia. VIDA LITERARIA Teatro Tuvo en sus manos la organización de un grupo de teatro, secundado por un grupo de aficionados al género. En el mismo, cumple variadas labores, como director, escenógrafo, apuntador, y autor de varias obras. Es debido a su trabajo en este campo, que la ciudad de Tala lo considera su primer Director Teatral. Entre las obras teatrales escritas por él se encuentran: "Un Drama en Palacio", "Caída y Redención", "Colón", "Los Veteranos", "Spion Kook", "El Falso Otelo", "Pepiyo", "Idilio Fulminante" y "Juan el Loco" publicado por intermedio del poeta Orosmán Moratorio en 1887. La mayoría de estas obras han quedado inéditas y sólo se conservan algunas de ellas. Poesía gauchesca Sus aptitudes como escritor de poesía gauchesca fueron evolucionando con el paso del tiempo y las sucesivas publicaciones de "El Tala Cómico" y "Momentáneas" donde absorbía y manifestaba la idiosincrasia de los pobladores de Tala, y de otros lugares del interior de Uruguay, como Florida, Durazno y Minas, localidades que Trelles visitó frecuentemente. Algunas de las obras encontradas en esas revistas comenzaron a ser recogidas por publicaciones como la famosa revista criolla "El Fogón" de Montevideo, con la cual contribuyó con sus textos junto a Elías Regules, Orosmán Moratorio, Alcides de María, Martiniano Leguizamón y otros poetas. Dado que revistas como "El Fogón" y "El Terruño" eran de mucho mayor tiraje que las publicaciones de Trelles, lograron popularizar algunos de sus textos. A modo de ejemplo, se puede mencionar la obra "La Güeya", publicada en el número de "Momentáneas" correspondiente al 10 de septiembre de 1899, la cual fue recogida casi de inmediato por "El Fogón". Últimos años Luego de concluida su actividad política, se radicó en Montevideo debido a los estudios de uno de sus hijos. Posteriormente, y luego de una larga preparación, Trelles emprendió un viaje a su tierra natal, en la que recorre Asturias y Galicia y visita parte de su familia. De nuevo en Uruguay, se le brindó un gran homenaje en San José el 8 de enero de 1922. Falleció en Montevideo en 1924, víctima de una larga enfermedad asociada con una peritonitis. Referencias Wikipedia—https://es.wikipedia.org/wiki/José_Alonso_y_Trelles

Juan Carlos Onetti

Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1 de julio de 1909 - Madrid, 30 de mayo de 1994) fue un escritor uruguayo. Hijo de Carlos Onetti y Honoria Borges, nació en Montevideo, 1 de julio de 1909, a las seis de la mañana.1 Tuvo dos hermanos, uno mayor que él, Raúl, y una hermana menor, Raquel. En 1930 se casó con su prima, María Amalia Onetti. En marzo del mismo año la pareja viajó a Buenos Aires, su nueva residencia. El 16 de junio de 1931 nació su primer hijo: Jorge Onetti Borges, también escritor, fallecido en 1998. En 1933 se separa de su mujer y un año más tarde, de regreso en Montevideo, vuelve a contraer matrimonio con otra prima, María Julia Onetti, la hermana de María Amalia. En 1939 es nombrado secretario de redacción del semanario Marcha. Por entonces tiene interés por las artes plásticas, como se refleja en su correspondencia con su amigo Julio E. Payró y su relación estrecha con Joaquín Torres García. Desempeña este cargo hasta 1941, cuando comienza a trabajar en la agencia de noticias Reuters. Ese mismo año, conservando el empleo en Reuters, viaja nuevamente a Buenos Aires, donde permanecerá hasta 1955. Trabaja como secretario de redacción de las revistas Vea y Lea e Ímpetu. En 1945 se casa con una compañera de trabajo en Reuters, la neerlandesa Elizabeth María Pekelharing. El 26 de julio de 1949 nació su hija Isabel María (Litti). A fines de 1955 regresó a Montevideo y comenzó a trabajar en el diario Acción; contrajo matrimonio por cuarta vez, con la joven argentina de ascendencia alemana Dorothea Muhr (Dolly). Fue encarcelado en 1974, durante la dictadura de Juan María Bordaberry, por haber sido miembro de un jurado de cuentos, y estuvo internado en un psiquiátrico. El poeta español Félix Grande, entonces director de Cuadernos Hispanoamericanos, recogió firmas para lograr la liberación de Onetti. El diplomático español Juan Ignacio Tena Ybarra director del Instituto de Cultura Hispánica logró su liberación y pudo viajar a España y en agradecimiento le dedicó su libro Dejemos hablar al viento.2 En Madrid finalmente fija su residencia hasta su muerte. La situación le permitirá seguir escribiendo tres novelas más (la citada Dejemos hablar al viento, Cuando entonces y Cuando ya no importe) y numerosos artículos. La preocupación por el exilio latinoamericano de entonces está muy presente en los artículos que escribe en España, donde él fue bien recibido. Cuando en 1985 la democracia regresa a Uruguay, el presidente electo, Julio María Sanguinetti, lo invita a la ceremonia de instalación del nuevo Gobierno; el escritor agradece la invitación pero decide permanecer en Madrid. "No deseo volver a ese país donde manda el general Medina", decía Onetti refiriéndose al ministro de defensa nombrado por Sanguinetti durante su primer mandato. Esa postura política le valió el casi olvido de las autoridades uruguayas hasta el día de su muerte. El General Medina venía siendo acusado, por distintas organizaciones de Derechos Humanos, como autor intelectual de crímenes de Lesa Humanidad. Onetti muere el 30 de mayo de 1994, en una clínica de la capital española, ciudad en la que vivió 19 años, de los cuales pasó enclaustrado los últimos cinco años, sin salir prácticamente de su cama. Juicios críticos La escritora uruguaya Cristina Peri Rossi, considera que Onetti es "uno de los pocos existencialistas en lengua castellana". Mario Vargas Llosa, quien preparó un ensayo sobre Onetti, dijo en una entrevista a la agencia AFP en mayo de 2008 que "es uno de los grandes escritores modernos", y no sólo de América Latina. "No ha obtenido el reconocimiento que merece como uno de los autores más originales y personales, que introdujo sobre todo la modernidad en el mundo de la literatura narrativa". "Su mundo es un mundo más bien pesimista, cargado de negatividad, eso hace que no llegue a un público muy vasto"; con anterioridad Vargas Llosa había comentado que Onetti "es un escritor enormemente original, coherente; su mundo es un universo de un pesimismo que supera gracias a la literatura". Influencias La obra literaria de Onetti, fuera de su poderosa originalidad, debe mucho a dos raíces distintas: la primera, su admiración por la obra de William Faulkner; como él, crea un mundo autónomo, cuyo centro es la inexistente ciudad de Santa María. La segunda es el Existencialismo: una angustia profunda se encuentra enterrada en cada uno de sus escritos, siempre íntimos y desesperanzados. Su primera novela, El pozo, de 1939, es considerada la primera novela moderna de Sudamérica; el ciclo de Santa María empieza en 1950, cuando aparece La vida breve. Premios y distinciones Juan Carlos Onetti recibió numerosos premios a lo largo de su vida, entre los que destacan el Premio Nacional de Literatura de Uruguay (lo recibe en 1962 por el bienio 1959/1960), el Premio Cervantes (1980), el Gran Premio Nacional de Literatura de Uruguay 1985, el Premio de la Unión Latina de Literatura 1990 y el Gran Premio Rodó a la labor intelectual, de la Intendencia Municipal de Montevideo (1991). En 1972 fue elegido como el mejor narrador uruguayo de los últimos 50 años en una encuesta realizada por el semanario Marcha, en la que participaron escritores de distintas generaciones. En 1980 fue propuesto por el Pen Club Latinoamericano como postulante al Premio Nobel de Literatura. Ese mismo año Onetti recibía el Premio Cervantes, máximo premio de la lengua española, siendo totalmente ignorado por las autoridades uruguayas. En esa oportunidad el ministro de Cultura del gobierno dictatorial de ese momento en Uruguay, el Dr. Daniel Darracq, dijo desconocer la obra de Onetti, aunque sí había oído hablar de él. Obras Ediciones Onetti a menudo se refirió a las dificultades editoriales que padeció en sus comienzos, y al peseo de los emigrados de la Guerra Civil española en el mundo editor bonaerense y mexicano. Varias de sus novelas aparecieron en Buenos Aires (Sudamericana) o Montevideo (Arca). En su exilio español, el apoyo de la agente literaria de Barcelona, Carmen Balcells, facilitó la difusión masiva de su obra. La primera edición completa de su obra, en tres tomos, dirigida por Hortensia Campanella, concluyó en 2009: Barcelona, Galaxia Gutenberg ISBN 978-84-8109-536-4. La primera obra que publicó fue el cuento Avenida de Mayo-Diagonal-Avenida de Mayo el 1 de enero de 1933 en La Prensa (Argentina). Luego, en 1935 y 1936, en La Nación de Buenos Aires aparecen otros dos cuentos El obstáculo y El posible Baldi. De aquella época son el relato Los niños en el bosque y la novela Tiempo de abrazar, que no serán publicados hasta 1974. En 1939 ve la luz su primera novela El pozo (Montevideo: Signo, 1939), obra con la que, según Vargas Llosa, se inicia la novela moderna en Latinoamérica.3 En esos años publica artículos y cuentos policiales con los seudónimos de Periquito el Aguador, Grucho Marx y Pierre Regy. La novela Tierra de nadie (Buenos Aires: Losada, 1941), obtiene el segundo puesto en el concurso Ricardo Güiraldes. Ese mismo año La Nación publica Un sueño realizado, considerado su primer cuento importante. En los años siguientes verán la luz la novela Para esta noche (Bs. As.: Poseidón, 1943) y una serie de cuentos, publicados en el diario La Nación, entre los que se destaca La casa en la arena (1949), por ser el que da comienzo al mundo de su ciudad de Santa María, que desarrollará en la novela La vida breve (Bs. As.: Sudamericana, 1950). Precisamente en esa ciudad mítica transcurrirá la acción de la gran mayoría de sus nuevas novelas y cuentos. En 1951 publica la colección Un sueño realizado y otros cuentos (Montevideo: Número). En 1959 publica Una tumba sin nombre (Montevideo: Marcha) que, en 1967, cambia de nombre por el de Para una tumba sin nombre (Montevideo: Arca). * Le sigue La cara de la desgracia (Montevideo: Alfa, 1961). * El Astillero se publica en 1961 (Bs. As.: Cía. Gral Fabril Edit.). * Los cuentos de El infierno tan temido (Montevideo: Asir) aparecen en 1962, y al año siguiente los de Tan triste como ella y otros cuentos (Montevideo: Alfa). * Juntacadáveres, una de sus más importantes novelas, es editada en 1964 (Montevideo: Alfa). * En 1965 publica Jacob y el otro. Un sueño realizado y otros cuentos (Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental). * La novia robada se publica en 1968 (Caracas: Monte Ávila). * La muerte y la niña aparece en 1973 (Buenos Aires: Corregidor). * Tiempo de abrazar y los cuentos de 1933 a 1950 se publica en 1974 (Montevideo: Arca). * Dejemos hablar al viento se publica en 1978 (Barcelona: Bruguera). También por Bruguera, al año siguiente, es editada Dejemos hablar al viento. * En 1993 publica la que fue su última novela, Cuando ya no importe, considerada una especie de testamento literario. Novelas y relatos * El pozo (1939) * Tierra de nadie (1941) * Para esta noche (1943) * La vida breve (1950) * Los adioses (1954), novela corta * Para una tumba sin nombre (1959), novela corta * El astillero (1961) * Juntacadáveres (1964) * La muerte y la niña (1973), novela corta * Dejemos hablar al viento (1979) * Cuando entonces (1987) * Cuando ya no importe (1993) * Obras completas, I. Novelas (1939-1954) (2006) * Obras completas, II. Novelas (1959-1993) (2007) Colecciones de cuentos * Un sueño realizado y otros cuentos (Número. 1951) * La cara de la desgracia (1960) * El infierno tan temido y otros cuentos (1962) * Cuentos completos (1967, 1974 y 1994) * Los rostros del amor (1968) * Tiempo de abrazar (con el esbozo novelístico de ese título y algunos cuentos. 1974) * Tan triste como ella y otros cuentos (1976) * Cuentos secretos (1986) * Presencia y otros cuentos (1986) * Obras completas, III. Cuentos, artículos y miscelánea (incluye Conversaciones, pp. 929-1232. 2009) * Cuentos completos (Alfaguara. 2006) Otros escritos * Réquiem por Faulkner (1975), artículos * Confesiones de un lector (1995), artículos 1976-1991 (muy aumentado en Obras, III, como Un Uruguayo en España) * Cartas de un joven escritor (2009), correspondencia con Julio E. Payró Filmografía * El infierno tan temido (1980), del director argentino Raúl de la Torre sobre el cuento homónimo de Onetti. Ganó el Cóndor de Plata a la mejor película de 1981. * El dirigible (1994), dirigida por Pablo Dotta; una periodista francesa llega a Uruguay a buscar información sobre Onetti. * La suerte está echada (1989), del director argentino Pedro Stocki. Adaptación de la novela La cara de la desgracia. * El astillero (2000), del director argentino David Lipszyc. Adaptación de la novela homónima. * Cortázar: Apuntes para un documental, dir. Eduardo Montes-Bradley. Argentina, 2001. (Participación testimonial). * Nuit de chien (2008), del director alemán Werner Schroeter, basada en la novela Para esta noche. * Mal día para pescar (2009), del director uruguayo Álvaro Brechner, basada en el cuento "Jacob y el Otro". Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Carlos_Onetti

Francisco Acuña de Figueroa

Francisco Esteban Acuña de Figueroa (Montevideo, 3 de septiembre de 1791 – ídem, 6 de octubre de 1862) fue un escritor y poeta uruguayo. Biografía Fue hijo del Tesorero de la Real Hacienda Jacinto Acuña de Figueroa. Cursó sus primeros estudios en el Convento de San Bernardino, y los termina en Buenos Aires en el Real Colegio de San Carlos, de donde vuelve en 1810 habiendo realizado estudios en Letras. Pasa a ser el autor de la letra de los himnos nacionales de Uruguay y Paraguay, no se adhiere a la causa independentista, sino que se mantiene leal a los gobiernos coloniales de Francisco Javier de Elío y Vigodet, y al caer Montevideo en 1814, con unos 25 años de edad, se exiliara a la Corte portuguesa de Río de Janeiro (ciudad) Río de Janeiro, donde desempeña funciones diplomáticas para España. Por el contrario su padre permanece en Montevideo, donde es confirmado en sus cargos por el nuevo gobierno dada su capacidad para el cargo. Retorna a Montevideo en 1818, después de la caída de José Artigas, al quedar la ciudad bajo el dominio portugués, y ya permanece allí. Además de su labor literaria, ocupa los cargos de Tesorero del Estado (sucede a su padre), miembro de la Comisión de censora de las obras teatrales ( en 1846), y Director de la Biblioteca y Museo Público (1840 - 1847). Obra Es el autor de las letras del Himno Nacional Uruguayo y del Himno Nacional Paraguayo. Tenía además una extensa obra literaria, recopilada por él mismo en 1848 y publicada póstumamente en 1890, en 12 tomos, bajo el título genérico de "Obras Completas". Está compuesta por numerosos poemas, relatos, etc. Muchas de sus obras tiene un marcado tono satírico. Una antología de sus poemas fue publicada en 1965 en la colección de clásicos uruguayos de la Biblioteca Artigas. Una de sus obras más curiosas es la Salve Multiforme, de la que dice el autor : "La Salve Multiforme tiene dos aplicaciones, dos objetos diferentes. El primero, el más esencial y determinado es puramente religioso; el segundo tiene una aplicación profana o política. Bajo aquel primer aspecto es un tributo de veneración y aplauso inagotable a la divina reina del cielo, es la oración de la Salve presentada y reproducible en casi infinitas formas: tantas, que no bastarían muchos millones de años de continuada e incesante lectura para apurar todas las paráfrasis posibles de aquella oración, más o menos diversas, que según este método se pueden conformar. (...) El autor ha dividido la salve en 44 fragmentos, colocados sucesivamente en otras tantas columnas, numeradas desde 1 a 44. Cada fragmento tiene en su propia columna 26 paráfrasis de él mismo, o al menos, palabras aparentes a aquel lugar, y combinables con cualquiera de los 27 fragmentos de las columnas antecendentes y siguientes, sin quebrantar el sentido de la Salve, que así se va conformando guardando la sintaxis gramatical; sin repetir en una Salve entera un fragmento ya usado en ella misma. (...)Resulta, pues, que tomándose al acaso un fragmento cualquiera de la columna 1ra., otro cualquiera de la 2da., otro de la 3ra., etc., siguiendo así hasta la columna 44 se formará siempre una paráfrasis completa de la salve, tal vez elegante, tal vez débil, pero nunca impropia o incoherente en su sentido. Siendo, pues, 27 los fragmentos de la 1ra. columna, combinables libremente con cualquiera de los 27 siguientes, y éstos con los sucesivos, y así progresiva y mutuamente con los de las demás columnas, es evidente que se pueden combinar y se combinan, millones de millones de Salves, más o menos diversas, es decir, con más o menos diferencias de fragmentos entre sí. En llegado a la columna 44 se añade la palabra amén o así sea, que está en la columna última o supletoria, para terminar debidamente cada oración de aquellas. Referencias Wikipedia-http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Acu%C3%B1a_de_Figueroa




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