Desde el cielo al corazón. Salmos 100:5 Porque Yawhe es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones. No se encienda tu ira poderosa y tu dedo Me señale desde el cielo, Que no se conjugue en una gota Desprendida de tus nubes Y baje a mis hombros mojados con la Acidez de ceniza Que ha dejado el fuego a causa de mi pecado. Ten paciencia, tu Dios tardo en ira y Grande en misericordia; Que son profundas mis ignorancias como Continúas mis faltas, Y grandes son los brazos que me sostienen, De aquellos de quienes has enviado para Preservarme en la salvación. Que tus ojos firmes ciñan mis hombros y Mi vida aunque arda mi carne; Pues lejos está de mí los deseos Impropios del pasado La vanagloria del mundo, Y aun así, te lo imploro, necesito que tu Mirar este sobre mí enardeciendo mi espíritu. Porque he derramado ríos bajo mis ojos, He dejado el caudal abierto desde las Ventanas de mi alma Sabiendo tu con esto, ahora esta verdad mi Sentir. El fuego ardiendo en mi corazón Gritando Calladamente, Levantando el rostro humedecido hacía ti. No calles durante esta noche, no ocultes tú Rostro, Porque conozco del eterno amor Y de tus misericordias no dejes un vacío expandido en mi pecho, No, mucho menos la ácida herida en el Corazón Que moja atravesando mi alma desde el Cielo Una gota conjugada de tu ira, para levantar mi alma Esta noche del infértil Seol. Juan.