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Más allá canta el mar

Canta tú, marinero,
canto mío desnudo,
inmenso, desolado
como un desierto de áridas soledades de angustias;
temblor de arcilla humana que de interiores llamas
surges atormentado hacia el oleaje amargo;
clamor, sueño, sonido;
emoción hecha música que vibra en el espacio;
afán de un vago anhelo que no se expresa nunca;
ayer voz de tumulto y hoy canción solitaria...
¡canta tú, canto mío, marinero sonámbulo!
¿Qué dirás de la vida?
¿Del mar, del mar, del mar
por donde vas errante, al vaivén de las olas,
juguete de los vientos,
prisionero en mi carne,
viendo pasar las olas sombrías del destino
sobre la barca frágil?
¿Con qué palabras nuevas hoy vienes a mi nave,
y me quemas los ojos,
y me bañas las manos,
y haces mi oído nuevo y mi boca más ágil?
Más que los cielos,
más que el espacio,
más que los días altos y las noches profundas
tú fuiste eterno en mí;
en mí te oí latir
cuando crucé ciudades bajo incendios de auroras;
cuando fui con mi angustia por los mares salobres;
cuando busqué el mañana entre huracán de odios
y tumultos de sueños con mi dolor de hombre.
44Mas, cuando odiaste (¿odiaste acaso?),
y cuando amaste (¡sí amaste, sí amaste!);
cuando ciego de fe y ansioso de justicia
fuiste hacia el mundo con voz de aliento,
con voz de fiebre,
con voz de llama,
cómo sangraste, cómo soñaste,
cómo volaste, inmenso, al tiempo y lo infinito,
¡oh, canto mío, marinero sonámbulo!
Hoguera de emociones,
¿hacia qué cielo hoy vuelan tus llamas angustiadas?
¿La humanidad? ¡La humanidad!
¿Cómo poder llegar hasta la humanidad,
tan débil y desnudo,
con pedazos de gritos,
con jirones de sueños,
con fragmentos de dudas,
en estos días recios en que al bajel destroza
con más furor que nunca el viento huracanado;
cuando en esta cruel noche de bruma y luz perdida
—¡velámenes de ensueños y brújulas de anhelos!—
todo naufraga y se hunde en olas de tinieblas?
¿Qué será tu verdad, canto mío desnudo?
¿Qué será de tu amor?
¿Qué será tu justicia?
¡Ah! ¡Bogar! ¡Bogar!...
Mientras, como las olas, las hojas amarillas
del árbol de la vida van rodando a los vientos,
canta tú, marinero, canta tú, canto mío:
cuando se canta, se vive el sueño;
cuando se sueña, se vive el canto.
¡Cantar! ¡Cantar! ¡Llevar más alto el canto!
¡Soñar! ¡Soñar! ¡Salvar más puro el sueño!
45Di cuántas cosas sabes, marinero sonámbulo:
lo que luchaste,
lo que agitó tu espíritu y ensombreció tus ojos;
las noches de naufragios,
las albas de ansiedades,
tus miedos y tus cóleras;
el ansia de la vida,
la ira del destino;
tu afán de nuevos cielos,
de mundos nuevos,
de tierras nuevas,
de días luminosos rodando como soles...
Di lo que viste:
dolor de turbas ásperas y anhelos tumultuosos;
fugas de grandes pájaros y serpientes marinas;
islas aprisionadas entre algas viscosas;
crepúsculos muriendo en selvas de paisajes;
remansos, como muertes;
espejismos fugaces;
arco iris de engaños en horizontes muertos;
segadores sombríos pasando sus guadañas
por trigales de sueños y días de esperanzas;
noches negras, profundas,
de donde no volvieron jamás hombres ni velas;
cielos hondos y anchos,
en donde naufragaban sin voz los continentes.
¡Canta tú, marinero, dale al viento tu canto!
Di por cuántos océanos
inmensos navegaste;
abismos insondables, negros, desconocidos.
Mas tus ojos no vieron jamás más honda noche
que la del propio abismo.
46Di la fe de tus gritos y tu angustia cobarde
ante las grandes sombras que apagaron tus voces;
porque el hombre de barro que sufre de la muerte
sabe más en su carne del dolor que los dioses.
Tantos mares has visto, marinero sonámbulo,
que hoy flota un gran cansancio de mar en tus pupilas.
Tantas campanas viste enmudecer al viento,
llevas tantos tesoros, sin luz, en el recuerdo,
tanto universo náufrago,
tanto amargor salobre,
que hoy regresas, desnudo, sobre la mar sombría,
más rico de miserias que otros muchos hombres.
¡Cuántas cosas viviste, marinero sonámbulo!
Viste en el sur, el norte; en el día, la noche;
y siempre en lo lejano un vuelo de esperanzas
para la fiebre inquieta del sueño enloquecido;
fuiste al tumulto vivo y al mundo de los muertos;
buscando la justicia
llegaste a las irreales geografías del mito;
y en viaje tras el hombre,
loco en la mar oscura, de pie en el timón,
descendiendo al abismo profundo de ti mismo,
junto al clamor humano y en todas partes viste
bajo palabras nuevas siempre el mismo dolor.
¿Qué cantar? ¿Qué esperar? ¿Qué soñar?
Y otra vez ir al mar, al mar, al mar...
allá donde se pierde, sin voz, la lejanía,
donde el vuelo del hombre va arrastrando sus alas,
donde bajo otros cielos se incendian en las noches
mundos desconocidos.
Y mientras ilusas voces, desde el palo más alto,
como tú en otros días,
claman sobre el abismo del tumulto sin fondo:
47«¡El alba, marineros, todo el futuro vemos!»,
bogar, bogar, bogar...
¿Cómo ovillar de nuevo el hilo de la vida?
¡Bogar, bogar, bogar...!
Y dejar más allá todo el pasado, todo el presente,
todo el futuro,
y bogar todavía.
Y eterno ver pasar los días turbulentos;
y más allá, las noches;
y más allá, los astros;
y más allá, las olas tumultuosas chocando en llamaradas;
y más allá, el silencio;
y más allá, el tiempo en lo infinito segando sueños, voces;
y aún más allá, en un rincón del Cosmos,
un grito, una esperanza, un canto,
un anhelar informe...
y siempre, y siempre, y siempre,
sobre un dolor de razas,
sobre un dolor de clases,
sobre un dolor de tierra que sangra en las entrañas,
acaso eternamente,
el gran dolor del hombre!
¡Mas sobre el grito humano canta el mar su canción!
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