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Un romance en tierras náufragas

1
¡Un barco! ¡Del Norte un barco!
¡Barcos en las costas negras!
En geográfico destino
—cielo en llama y tierras negrasasombro de los milagros,
va flotando la tragedia:
un mar azul, ancho, inmenso,
un mar que hasta el cielo llega;
olas de espuma que hierven,
saltan, se enfurecen, juegan;
hasta el sol sus crestas suben,
y en su altura gigantesca,
muerden plumajes de sueños
y la carne de la tierra.
Tritones imperialistas
desatan sus iras ciegas;
las agitan, las aplacan,
y a veces las encadenan.
Y en ese mar turbulento,
inmolados a las fuerzas
anárquicas del oleaje,
van dos náufragos: yo y ella.
Alta mar donde flotamos:
¡la caña sobre la tierra!
142
¡Un barco! ¡Del Norte un barco!
¡Barco del Norte en la tierra!
Aleluyas de campanas.
Clamor loco de sirenas.
Arco iris de futuro
sobre la ansiedad que tiembla.
Una zafra, como un barco,
a nuestra amargura llega
salvadora... al agua, lanchas;
remeros que reman, reman...
Y en la ilusión del crepúsculo
—milagro de la tragediacantan los cañaverales
dulzura de vida nueva.
—¡Icen! ¡Arriba!... ¡Ya están!...
¿Quiénes son?... ¿Qué rumbo llevan?...
Un trago de ron; bullicio
de negra gracia rumbera;
borrachera de automóviles
sobre pistas de banderas...
—¿Adónde vamos?... ¡Quién sabe!
¿Quiénes somos?... ¡Ah! Yo y ella.
3
¡Un barco! ¡Del Norte un barco!
¡Barcos en las costas negras!
Paisajes de incendio y cobre
del Trópico... Fiebres... Siestas...
En playas caniculares
islas de verdor se tuestan.
Frutos rajando sus carnes
como bocas que se entregan.
15Anchas caderas sensuales
cabalgan potros sin riendas.
Ríos que se arrastran, lentos,
como gigantes culebras.
Racimos de verdes ubres
en oasis de palmeras.
Serpentinas de plumajes
que en las tardes de oro vuelan,
desovillándose en cantos
en los brazos de las ceibas.
Mientras colgando en las noches
como en una tela inmensa,
la luna, araña de plata,
devora sueños de estrellas.
4
¡Un barco! ¡Navega un barco!
¡Barco de Norte en la tierra!
Colonias... Cielos que inflaman
mediodías de epopeyas;
abanicos de los surcos,
pintados de verdes siembras;
mochas en podas de sueños
y oscuras bocas hambrientas.
Tachos donde cristalizan,
cual granos de azúcar negra,
con llanto y risa canciones
—miel de caña y hiel de penasde esclavitudes antiguas
y explotaciones modernas,
negruras, negruras blancas;
blancuras, blancuras prietas;
aplastadas por los sordos
trapiches de la molienda.
16Mientras, mayoral sangriento,
el sol, que los campos vela,
con latigazos de llamas
va quemando espaldas negras.
5
¡Un barco! ¡Del Norte un barco!
¡Barcos en las costas negras!
Barracones, mapas negros...
Bateyes donde se juega
al naipe traidor del hambre
el cobre de la miseria.
Ciclones de sangre y mochas
sobre las cañas erectas;
madrugadas de ansias vírgenes;
lluvia amarga en corte y siembra.
Tierra y vida, oro y sueños
que hacia Wall Street navegan;
voces que van naufragando
en ciénagas de impotencia.
Y un agonizar palúdico
de dulces carnes anémicas,
cuando en la fiebre del Trópico,
en que los caimanes sueñan,
con aguijones de fuego
el sol desangra las venas.
¡Dolor de carnes indígenas
en selvas de bayonetas!
6
¡Un barco! ¡Encalla un barco!
¡Arde un barco en la marea!
17Dormidos parias tiraban
de coloniales carretas...
Un día vientos rebeldes
soplaron en las praderas,
despertando pueblos, valles,
con llamaradas de ideas.
Pero cuando el campo todo
iba a ser sólo una hoguera,
mayorales de la muerte
que daban contracandela,
de los coloniales troncos
hicieron lanzas sangrientas,
y ante el creciente tumulto
lograron en sus destrezas,
encadenando las manos
decapitar la revuelta...
Y abonó la muerte el surco
para futuras cosechas.
Mientras de los amos, cómplice
la noche, criolla vieja,
vio en panoramas de cárceles
la angustia de la protesta.
¡El sol que tuesta los campos
incendia también conciencia!
7
¡Un barco! ¡Del Norte un barco!
¡Barcos en las costas negras!
¡Que se hunden! ¡Que se hunden!
(Flotamos en la marea).
¡Ya se acaban! ¡Ya se acaban!
(Noche esclava en isla opresa).
Y negrero, desde el Norte,
un barco... ¡la zafra llega!
18-¡Tripulación! –Wall Street
en puente de mando ordena-:
¡Salvamento! ¡Salvamento!
¡Náufragos en la marea!-
Se arroja un cable a la mar;
lanchas de esperanzas vuelan;
y el crepúsculo lamina
de oro y sangre la tragedia.
Un trago de ron; maracas
en negra angustia rumbera;
relampaguear de automóviles
en tempestad de opulencia.
Un agónico remolque,
y al explotar las caderas,
las amarras que se cortan,
y el barco, otra vez, se aleja...
Después, solas, en la noche
dos almas, dos vidas tiemblan:
una en el dolor del hambre,
y otra, que además es negra.
Dos pobrezas, dos anhelos,
dos angustias, dos miserias,
dos fiebres desesperadas,
dos desnudeces: yo y ella.
Y los dos, grito que sangra
en el corazón de América.
Mientras desde el cielo alto,
fuego y oro el centinela
del sol, con días de llamas,
va incendiando tierras negras.
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