¡Y era el mar! ¡Y era el mar!
¡Y era el mar de la vida,
azul, risueño, inmenso!
Bajo cielos de siglos voces liberadoras
velámenes de púrpura desplegaron al viento:
cada mástil fue un vuelo hacia más altos rumbos;
cada estandarte un sueño;
cara proa un relámpago de luz que fuera abriendo
camino hacia el mañana;
cada brazo una antorcha;
cada grito un incendio;
cada golpe del remo un himno de victoria;
cada vela una aurora de sol que empavesara
las naves de oro y cielo.
Y todos, con voz única, un ancho canto unánime.
Y todos, un clamor de alas desplegadas
en vuelo por los siglos soñando un mundo nuevo.
Y en el palo mayor, en lo más alto,
vigía de horizontes,
el filo de mi voz iba cortando el viento:
¡el alba, marineros; todo el futuro vemos!
¡Y era el mar! ¡Y era el mar!
¡Y era el mar de los sueños!