A "Los Cangilones" de Camagüey
Abril /01/2016
Algún día padre, me darás tu mano. Y yo también,
¡En el silencio! siento el cálido arrullo de las palomas.
¡Pasan los días! Lentos, implacables con esa letanía que se convierte
Mi querida maestra: Eras una y única nuestra, latía en nuestro corazón, la fe de volverte a ver, sin nosotras poder saber,
Entre las nubes, cabalgo tan veloz, que aplasto al viento.
¿Que es una nube? algo bello y fugaz que se va o muere. ¿Amor de madre? va en una dirección...
La lluvia moja, cala el alma, la piel, turba mi mente. Siento el jugueteo húmedo que viene y va... y se seca.
¡Qué no te mientan...! ¡Qué no todo son rosas! Tampoco espinas.
Ese viejo árbol que yace junto al río no puede erguirse. La corriente lo inclina pero a su raíz, ¡no!
Cuando el instante, la casualidad o el amor se acoplan; entonces, viviremos, entonces, ¡Naceremos!
Te di la vida y te amo como nadie. Quiero tenerte, saberte cada día, darte siempre mi abrazo.
Por densa selva, vuela sobre su sombra, un colibrí.
Esas niñas mías que tanto amé. Esa entrega incondicional y transparente,
Cae la gota sin saber su final. Turbio destino.
Eras tres años menor, con tu risa reluciente, siempre estarás en mi mente, ¡te recuerdo con amor! Aunque todos te adoraran,