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Café sin hombres

Idioma alrededor,
lo que dicen,
perdido.
Y perdido el afán de leer en las cartas,
no queda conocido
más que el sabor del agua.
La botella
facturada en un chino
que imprimen por la arena
las patas de los pájaros.
 
Aunque, si se desconoció hasta aquí
qué estrella era la estrella
y cuál árbol el árbol,
no importa ya ignorar.
 
Puede intentarse aún mayor extranjería:
en un café de perros,
de jíbaros o pulpos,
no se estaría cercado por humanos.
Otras obras de Antonio José Ponte...



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