Cargando...

Confesiones de San Agustín, libro IX, capítulo X

Largo rato hemos estado en la ventana.
A la ventana en que clarea el puerto de Ostia,
nombre de cristiandad y de molusco,
mi madre y yo asomados.
Hubiese visto quien entrase
dos figuras como de confidentes,
moraba entre nosotros la mansedumbre de la tierra
luego de la tormenta.
 
Nubes atravesando cielos y un estanque de aguas,
abiertos pájaros hacia otra inmensidad
apurando sus gritos:
hablamos de lo venidero.
Los pájaros que ciegos notarios de la sangre
nos hacen imaginar que somos otros,
otras vidas viviendo
lejos de la ciudad y de las playas.
 
Pronunciábamos algo, nos callamos adentro.
Despertamos a la inutilidad de los discursos
donde la palabra suena para ser oída,
principia y acaba.
Otras obras de Antonio José Ponte...



Top