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El Poema #2

Aunque todo lo llevemos por delante,
todo por delante, ¿qué nos queda?,
el recuerdo, la imprecisión, vanas ignorancias
de cascabeles que no tintinean
en el destartalado pasado que se quiso construir
a fuerza de huidas, presentémonos
con la vestimenta de lo audaz, de
lo palpable, no hay en el poema existencia
de lo risible que pueda machacar los huesos
ya machacados de aplastarse
contra la médula, esta risa que invade
los poros de la continencia de la expresión
vaporosa, en faros de luna mortecina,
y digo continencia porque no debe siempre
el poeta brillar todos sus instintos naturales,
aunque quizá esto fuera causa de
la disposición de cada uno en su obra.
 
El paréntesis que se abre a la estampida
del poema, recluso en la imaginación
debe ser resuelto con machetazos y lanzas,
aunque las medidas a tomar son drásticas
basta de murmullos de planicie encorvada,
no más luces apagadas ni valientes vuelos
de escombro en esta silueta
que se trabaja con barro humedecido
de testaruda simplicidad.
 
Que piedras ansían comer tu audacia, de
verse reflejada en un poema que carezca
de nombre, si llega a la medida subsiste
por si mismo sin la máscara que
le impone la testarudez de poseer un nombre.
Niños jugueteando en el prado,
haber quién es más alto, yo ya tengo
trece años y soy como el roble de
la casa de la abuela, tan grande
que toco el cielo con las manos.
Pues yo soy pequeñita como un rayo
de luna que desaparece en el misterio de
la noche, y no quiero crecer, deseo tener
siempre agujeros en los bolsillos para
que se desprendan las ganancias, no intento
acumular, soy feliz en las noches lunares.
 
Hazle frente al mar mientras aún no esté
sacudido, no sea que se vuelva una indomable
tempestad, ya de palabras insonoras
o ímpetus violadores de cobijos
que afrentan desgarros y poemas de soluciones
encontradas, poemas tiranizados pues todavía
quedan cosechas que flotan en las orillas,
ensuciando el collar de conchas con
la figura de algún barco que llega a puerto
con su cargamento de cloacas.
 
No debe ser el encumbramiento de ningún poeta
salirse afuera de las cloacas, pueden
ser estas de un quejumbroso matiz que
acerca a la enturbiada lumbre,
a las solares pausas del eclipse que totaliza
a la salvaje tigresa de ojos inyectados
en carnívoros poemas.
 
Signo de batalla para el valiente
que se reencuentra con sus hábitos
y decide lanzarlos al cubo de la basura.
Rosas de espinas clavadas en el mismo centro,
¿qué equipaje me acercáis hoy en vuestro
vuelo de abeja polinizadora?,
ahora estoy en pie esperando a todos
los valientes que decidan también deshacerse
de sus crianzas malsanas, frágiles.
Preferido o celebrado por...
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