Yo miraba tus manos e inventaba historias de aleteos sobre mis pechos, de roces suavísimos
Te propongo la dulzura del higo, su carne sonrosada, replegada y húmeda como un animal marino.
Para Susana y Rigoberto Juárez P… Una misma insurrección morada, una misma, persistente memoria guardada por siglos en semillas,
Yo imaginaba peces inverosímiles bajo ese mar que era –entre ocres… de un verde titubeante, cuando el ferry ancló en Ellis Is…
(En una retrospectiva de Ed Kienh… Vertiginoso, el paisaje es apenas otra nostalgia que inicia la mañana.
En medio del invierno pensativo Manhattan seguía siendo en mi cabeza sólo una canción, para recordar a un hombre.
Aún deseo mis antiguos tiempos fetales, en que fui pez opalescente y ciego.
Nada he sido nada soy sino escondida isla sin pájaros ni habitantes
Tras las ventanas que tamizan la luz del sol que muere aguardaba el amor de un joven fauno, su ternura despiadada,
Solo como Borges en el fondo de la rosa torturado por báculos de plata espejos laberintos
Me había sido tan ajena siempre, y hoy de pronto me descubre su color sencillo
El invierno comenzaba, apenas, a mostrar su cuerno —largo y temible— de unicornio ciego. Inquietante,
Tengo miedo. Qué difícil contarte esta verdad, porque tú no sabes nada sobre su vestimenta leve, que se va deslizando
Los incrédulos repetirán —una y otra vez— tu nombre, como lo hago yo en esta noche de turbia embriaguez
A veces huyo por intrincados caminos construidos de palabras, que me llevan a los páramos de nadie.