Escribí tu nombre en la arena,
evoqué tu recuerdo imposible de olvidar
y la luna proyectaba el augurio de mi pena
sobre mi ser cansado de esperar.
A la orilla, sólo sombras vislumbraba,
me sentía triste,
gran desolación ya me embargaba
desde que partiste
y habitando en gran vacío estaba mi pensamiento
Cerré los ojos y fue como traerte en el momento,
con tu esplendor de amanecer,
cerré los ojos, subí el ancla del recuerdo,
amarte me dolía
y casi sin desvanecer
con intenso dolor me despedía.