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Despedida.

Último poema.

Querida Frida. ¿Qué son las despedidas si no saludos disfrazados de tristeza?

Lo mismo que el deseo y el placer de verte mientras te desnudas y te envuelves en las sábanas.

Nunca has sido mía, nunca pude poseerte ni amarte bien.
Nunca me amaste o me amaste demasiado o me admiraste como la niña que toma una lente y se pone a ver como marchan las hormigas, y como en un esfuerzo incasable y lleno de fatiga, cargan enormes migajas de pan.
Qué son aquellas noches lluviosas en medio de la cama de nuestras habitaciones.
Qué el recuerdo inexistente de nuestros pasos por la calle, en el teatro, o en algún bar de mala muerte.
Qué son los recuerdos de los celos y de nuestros supuestos amantes.

Frida, no creo que nadie haya sido tan feliz como lo fui yo. No creo que exista en la historia del hombre y de la mujer, un hombre y una mujer como tú y como yo.
Con nuestra historia, nuestras circunstancias, con aquel afecto que se desbordaba en las paredes, el ruido de la calle y la explosión de nuestras miradas inquietas.
El recuerdo puede ser cruel cuando estás volando febrilmente a tu próximo destino. A otros brazos que te reciban expectantes y muy hambrientos.

Te deseo. Te deseo con la desesperación y el anhelo de lo imposible. Pero ya me he ido y tú también, pero tal vez en un sueño imaginativo y romántico leerás estas palabras una y otra vez en medio de tu calurosa ciudad, con la gente pasando en medio de las calles. Y la sorpresa en tus ojos de saber que de cierto modo aún existo en el plano de tus recuerdos.

Mi amor Frida. Ma petite, Ma jolie, infanta, inquieta de sal nocturna. Te extraño cuando huyes en sueños de madrugada. Y te extraño cuando camino y me tomo un café en esa desalmada oficina.
Te extraño casi a todas horas, cuando escribo, cuando te pienso, cuando escucho las campanas que me anuncian que ya son las 11:45pm, cuando me acuerdo de las horas interminables entre humo, cerveza y música, cuando tengo una comida que dura toda la tarde, también cuando me despido de ti cada día a la misma hora.

Adiós, Frida, adiós. Ya nos encontraremos en otras vidas y en otras vidas podré poseerte y quedarme contigo para siempre.
Ya nos veremos en medio de la lluvia y entre libros y alcohol.
Adiós.

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