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Sendero de silencio

No puedo resistir la tentación
de orientar siempre mis pasos
hacia lo desconocido.
Así que decidí internarme en aquel bosque
entre curioso y precavido
como el niño de los cuentos.
La levedad de mis pisadas en la hierba
resonaba blandamente en mis oídos.
Un mirlo buscaba su alimento por el suelo.
Ni yo acortaba el paso ni él alzaba el vuelo.
La amistad requiere tiempo.
Así que nos cruzamos con respeto,
yendo cada uno a lo nuestro.
Temblaban las hojas de los árboles
estremecidas por la última brisa de la tarde.
De pronto, descubrí el secreto:
no existía el sendero,
pues se iba creando ante mis pasos,
a veces recto,
otras haciendo recovecos.
Lo que estaba recorriendo
no era un camino de tierra
ni de hierbas pisoteadas
por hombres y ganado,
sino un sendero de silencio.
Nunca diré a dónde me condujo.
Es un secreto entre el mirlo
y este explorador de sueños y misterios.

Libro: Mi cama es una balsa a la deriva
Autor: Juan Julio Alfaya Fernández
Registrado en el Registro de la Propiedad
Intelectual de la Xunta de Galicia.

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