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DAMA DE BLANCO

A Lyda...

I
 
Dama de blanco que frente a mis ojos danza,
adornada con perlas brillantes por doquier.
De melodiosa voz que dulcemente me habla
y de suave oleaje en sus caderas al mover
 
la tremenda belleza venusina de su cuerpo
que las décadas han labrado con paciencia.
Retuerce, domina y juega con toda la ciencia,
olvidando por completo la preñez de su huerto.
 
No recuerdo cuándo fue que te vi,
Y ahora no puedo olvidar tu silueta,
que me atrapa en una extraña ruleta
 
de la que ahora me es imposible huir.
Me extasío al presenciar tu rostro,
hacia el que, de querer besarlo, corro...
 
II
 
Cual Siddharta y Yasodhara nos caemos
por la inclinada pendiente del amor.
Revoloteamos en hermosos jardines,
embebimos en el tierno candor.
 
Me envuelves en la maraña de abrazos,
en el ahogo de gritos de serpiente.
Besos de labios, de lenguas y dientes
que inyectan aquel veneno de antaño.
 
Me adormezco mimoso en el orgasmo.
De placer te unges absoluta reina.
Me arrulla tu jadeo y palpitar.
 
Hincado me tomas y te complazco.
Derrocha tu cuerpo satisfacción plena,
al compás de caderas crepitar.
 
 
III.
 
Dama de blanco, de exquisito sino,
de mirada, juicio y certero tino,
palabras sosegadas, voz juglar,
fuente de deseo, ambrosía manantial.
 
Dama de blanco, albugíneas manos, níveo cielo.
Déjame enredarme en tus largos, blancos cabellos,
para beber del elixir de tus amplios años,
de tu saber y el amor que cargas en tus manos.
 
Rostro de Helena. Caderas de Cleopatra.
Ojos de Julia. Piernas de Atenea.
Mente de Minerva. Vientre de Freya.
 
Loba, serpiente, leona, monarca.
Tortuga, mantis, pantera, araña.
Quimera, basilisco y medusa.
 
IV.
 
Entonces me despierto y no te tengo.
Mi existencia está tirada en la cama,
que no es de mil hojas y no desangra
sudor ni los baños de nuestros cuerpos.
 
Danzas, dama de blanco, muy, muy lejos.
Fuera de mí, del mundo y de aquí.
Me prendo del sueño que intenso viví,
rasgando la realidad de los espejos.
 
Espejos que reflejan la mentira
de creer que eres mía y de nadie más,
como si no fueras de una lejana
 
época que se pierde entre las millas
del tiempo que existe entre el hoy y el ayer,
y no queda nada salvo perder.

Preferido o celebrado por...
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