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Fusión

Al instante eterno.

Singularidad, madre de todo lo existente,
sé que te mueres de envidia al vernos a ambos aquí,
tan fundidos, grandes, abrazados en tentáculos,
dándole fin a tu aire y un inicio al vivir.
 
Tú eres principio, nosotros ya somos por siempre.
Tú eres falsa eternidad, nosotros un instante.
Tú realidad que miente, retiro acompañante.
Ella borra este universo ÿ al Todo malhiere.
 
Te abrazo y me abrazas, me abrazas y yo te abrazo.
En tu abrazo está el mío y en mi abrazo está el tuyo
Abrazos abrazados de abrazos abrazados,
constricción exquisita de la que jamás huyo.
 
Somos tanto somos que el Ser nos envidiaría
si mirara de reojo a este planeta aterrado
para ser testigo nuestro en esta osadía
de amor hacedor de mundos inimaginados.
 
Hay galaxia en el espacio interclavicular
que rota al ritmo de este fluctuante respirar
provocado por los huracanes de suspiros
y esa intensa calma de cuando yo te miro.
 
Púlsares de dulces senos y del monte olímpico,
pétalos de rosas cerúleas de fría Europa,
témpanos de hielo que el temible Plutón forma,
recipientes del tan ansiado néctar alquímico.
 
Fusión de corazones, astros refulgentísimos,
que alumbran la oscuridad de este espacio creado
recién por nuestro amor, calmo y bien sosegado,
donde reposan cuerpos sobre cuerpos grandísimos.
 
El nuestro, un cuerpo único, digno de un dios hindú.
De Jano la testa, más figura de Visnú.
La Trimurti habita aquí: vos, yo, nos; sos, soy, somos.
¿Dignos de la experiencia de este amor? lo son pocos.
 
Él, agujero uterino; Ella, nebulosa fálica,
reposan del estallido en extraña calma.
Se pierden en los vórtices profundos de sus ojos,
son la fuente y el final de su creación: su cosmos.
 
Aquí comienza y se eterniza nuestro fragor,
la singularidad propia, destrucción, creación,
vida, muerte, luz primigenia, intenso motor,
silencio, abrazo, ternura, cómplice inacción.

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