#EscritoresEspañoles
No es el de la niñez, aquellas mañanas de diciembre, a lo largo del río, hacia el colegio. Ni se trata tampoco de aquel otro
Enamorarse es fácil. Uno puede enamorarse —sin demasiado esfuerzo— varias veces al día, a nada
Lentos por las aceras, inmóviles en las repisas, aovillados
Mi mujer y mi hija, estas paredes y estos libros, un puñado de amigos que me quieren —y a los que quiero de verdad—,
Te veía llegar, cruzar la puerta, darme un besazo en el morro, mirarme a los ojos
Ya poseemos casi todo lo que nos iba a hacer felices. Puede decirse
Vencido, una vez más. Por el amor… el odio, o por la vida que no hace concesiones ni da treguas. Aquí, en la esquina de un siglo
De aquí a un tiempo, puede que llegue a ser como vivir
Como a veces nos viene a la memoria algo sin importancia que dejamos para el día siguiente
La radio está encendida. Suena la pedorreta de una moto
Tendría alrededor de ochenta años, estaba atascada en un semáforo, como un barquito de vela bajo la tormenta,
Están cogidos de la mano en silencio, bajo los soportales. El niño mira su columpio, muy triste,
Las primeras tienen su cosa, es cierto. Otra vez con el trago en la mano, uno se siente a gusto de sentirse tan mal, de tener ese cuerpo,
Sale de la marquesina y mira hacia la izquierda; vuelve y reinicia su pequeño “claqueteo” nervioso. No aguanta más, se muere, necesita
Dejo el periódico sobre la barra. Enciendo un cigarrillo. Tomo