El Robo Elegante
En la fábrica, el taller, la oficina gris,
el patrón llega tarde y se va feliz.
El obrero suda, inventa, crea el valor,
pero el jefe se lleva el mayor sudor.
Llaman “ganancia” lo que es robo disfrazado,
un saqueo con corbata, bien maquillado.
Te dicen: “Es tu esfuerzo, ¡mira qué orgullo!”,
pero el billete grande se lo lleva otro.
El banco compra casas con un suspiro,
las vende como oro, ¡sube el respiro!
Tú firmas treinta años de deuda y afán,
mientras ellos se ríen, llenando el pan.
¿Desde cuándo el techo es lujo de unos pocos?
¿Por qué el fruto de tu vida se vuelve poco?
Trabajas como hormiga, sin ver el sol,
y al final, tu premio es un agujero.
Las empresas son redes que atrapan el pan,
controlan la salud, el agua y el pan.
Suben precios en grupo, pactan en secreto,
y si protestas, te venden un sueño perfecto.
Te hablan de “mérito”, de “inversión y valor”,
pero el que nace rico, juega con mejor humor.
El que tiene millones no suda ni una gota,
vive de tu jornada, de tu lucha rota.
La plusvalía es hambre con papel legal,
es el cuento del lobo que finge ser cordero real.
Te enseñan a agradecer lo que te quitaron,
mientras el patrón en yates navega a su lado.
El Estado no escucha, hace teatro y nada,
multa con monedas, pero aprueba la armada.
Las empresas son reyes, el pueblo es su siervo,
y el mundo se pudre en un pozo de acero.
¿Progreso es que unos pocos tengan diez mansiones,
mientras otros no alcanzan ni a migas de raciones?
¿Derecho es pagar hasta por respirar?
Algo huele mal, y no es el gas del mar.
Critican al pobre si alza la voz,
lo llaman “resentido” por decir su razón.
Pero si el rico roba con traje y contrato,
le aplauden: “¡Qué listo! ¡Qué genio del trato!”.
La plusvalía es sangre seca en contrato,
es tiempo robado, futuro deshecho.
No es “ley del mercado”, es fraude en acción,
parásitos con traje chupando la ilusión.
Despertemos de este cuento de “libertad”,
donde el rico es libre y el pobre es mitad.
La riqueza es de todos, no de un puñado,
¡basta de saqueo disfrazado de estado!
Si luchas por años y no tienes hogar,
si el fruto de tu vida lo ves volar,
alza la mirada, cuestiona el sistema,
que el robo elegante no sea tu problema.
La tierra es de quien la siembra y la abraza,
no del que la compra y la encierra en su plaza.
Un mundo es posible sin ladrones de traje,
donde el pan se reparta sin porcentaje.
Que la rabia se vuelva verso y canción,
y el robo con corbata... ¡se muera de amor!
Porque el pueblo unido, con voz clara y fuerte,
puede cambiar leyes, y hasta cambiar la suerte.
—Luis Barreda/LAB