Postal desde ucronía
¡Qué se quede el laurel con el César
si la primavera empieza contigo!
Te recuerdo oculta, al abrigo,
—recuerdo que te he querido—,
del olvido que hoy comienza.
Ya no sé si eres el ave negra
que emigra cuando la miro,
o bien el ingrato giro
—que a beso, mano y suspiro—
tu mano esquiva presta.
Ni siquiera tengo cierta
la querencia de tu olvido,
quedemos en que sólo escribo
—tumultuoso reguero vivo—
para notar menos tu ausencia.
