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Insomnio

Si el negro no duerme,
azótenlo para que continúe trabajando su sueño.
Destrócenlo “el apellido”,
ese que le acompañó en su viaje atlántico.
Pongan detrás de su nombre
el nombre segundo del amo.
Graben en medio de su espalda
el hierro candente del capataz.
 
Si el negro no duerme,
denlo mendrugos de pan y bájenlo de la mesa.
Borren su atávico lenguaje
y háganlo hablar en lengua blanca.
 
Si el negro no duerme,
lejos de la sabana, la lanza y el baobab;
si el negro no duerme
quizás es que esté muerto.

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