Y mientras te beso,
con un guiño,
jurar fidelidad infinita
a la mujer que va después de ti.
No te amo,
pero no es algo raro:
Nunca te amé.
Será el adiós un labio,
un mordisco, una fingida inquietud.
Y con voz compungida diré algo como
“nunca dejaré de quererte”.
Bueno, ya sabes;
sólo te estaré mintiendo.