Me guardo La rabia contenida del deseo Un beso tuyo atragantado Los gemidos que no fueron nunca Me guardo
Pica, duele, arde Esta ansia inconclusa El párrafo sin punto final Que muere en mitad de la frase El cuento sin desenlace.
“La ciudad donde nací la dejé hace mucho tiempo” Escucho que dice una canción Los acordes llegan Desde una esquina del cuarto
Tengo puesto ese vestido El de esa noche Inefable de verano Tengo puesto ese vestido Te acordás
Noche de sábado Bullicios afuera Una música lejana que suena y suena y no para
mi muso ignorante el numen profano de esta alma mendiga que implora sosiego a cambio de versos ignotos
qué incómodo el sonido perpetuo de los grillos lamentándose en la noche eterna y calurosa de un diciembre cualquiera
Me desbordo Soy una copa De vino rebalsada De vino rojo y espeso Me desbordo
En la tenue oscuridad hay tres sofás y desconocidos sin rostro que salen y entran Las manecillas
Llamame Ya no me importa ser esa ilusa que se sienta a esperarte
Duele tu ausencia, Mi soledad escondida En el deseo de tu piel Duele saberte lejos, Entre otros brazos,
Es un suplicio como una sed inextinguible en el desierto árido y vasto sin tener al alcance el oasis de tus labios
Y yo aquí, así, un suspiro Un anhelo y la espera Y las ganas de que pienses En mí como yo en ti Y tú allá, así, quién
Escucho el río Ese río que parece mar El ruido de las olas Que llega desde el Sur Escucho los autos
Es acaso posible Convivir con este impulso reprimid… Con estas ganas apagadas a la fuerza Se puede acaso dejar de desear