La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
Lo mío es entrar por la puerta pri… y llegar a tu oficina por la escal… de incendios. Desapercibido. Sin ser percibido.
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Las grandes historias empiezan o comienzan
La nueva normalidad solo dejará de ser nueva cuando vuelva a ser normal.
Un caballero de triste figura camina por la calle con el triste pasar de las estaciones y su inherente y vano final en la mirada, oculta por un sombrero calado tejido con los lamentos y...
Vamos con prisa para llegar más rápido a ninguna parte.
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.
Irrelevante: cuando nadas en el mar, la lluvia da igual.
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas