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Te sigo a dónde vayas

Era un día gris
de eso estoy seguro;
caminábamos los ríos
de concreto
en pequeñas islas vegetales,
oímos los árboles cantar
en su treintena
y la lluvia se hacía
un surco entre las nubes.
 
Era un día frío,
pero caminábamos lento
como si no quisiéramos llegar
a ningún sitio,
mirábamos la copa
de los árboles más longevos
que recitaban su poesía
con susurros
al trazo de sus
      sombras / figuraciones
con el chasquido rítmico del viento
deteniendo el momento aquel
que es ahora mismo.
 
En el claustro más mundano,
nos acariciaba la buganvilia
derramada en el púrpura
marchito / escribías
soles y lunas con la mirada
atenta hacia las hojas,
al empalme del tronco
con la tierra / me tomaste,
te cansaste luego de 1 paso al aire
cuando el agua difuminó
el azul circular de tu pupila,
me supiste sembrar un beso tierno
en la orilla del alma
y descifraste el error
de la materia, del polvo
rancio que desnuda
el siglo sigiloso,
las cortezas, el día opaco,
la tristeza y la hiciste tuya
con el tropiezo
de una pérdida
o de una lágrima
en tu signo cardinal:
la brújula es ahora,
éste árbol viejo.
 
Era un día raro,
del que no me quiero olvidar.

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