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Réquiem

Es el cielo,
otra partícula azul:
molécula difusa
en el ruido que hace
eco, canta otra oración
con mi nombre,
es una súplica como
las de mi madre por
el ruego de santos
y ángeles brillantes;
una cara pálida
me observa
al mar de mi juventud,
sentado en una mesa
de cantina y nostálgico,
           perdido,
añoro el ahora
cuando estoy sentado
    solo, junto a la sombra
de los ríos contaminados.
Unas manos trémulas
me acarician ahora
y tiemblan porque
no saben llorar,
¿sabrán de la lentitud
agónica del litoral?
¿sabrán que todo muere,
el bosque, el canto del ave
y el cauce del mar?
 
Camino titubeante,
sin fuerza me vacía
la cara una mañana
y el alba me sirve
un café de taza
          imaginaria
y despierto herido
tras los sorbos
de amargura
como ave rota,
      que no sabe volar.
Otras obras de Horacio Orantes Alk Tussär...



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