Los caminos que me llevan a ti (Escena uno)
De Jorge A. Cervantes
Mira que yo no he vivido lo suficiente,
aun cuando sí he ensuciado de tierra y lodo mis manos
enmendando los grandes arreglos de mi vida más que cualquier paisajista,
he sentido las purificaciones más catárticas y los placeres tan epicúreos
más que cualquier fármaco psicotrópico que se pueda producir;
he atendido a los pecados más nobles
¡sí a los más nobles y justos!
de los corazones más complejos que cualquier otra confesión
que haya podido ser verbalizada en un templo.
Aun con todo eso, ya reconociendo que te deseo,
si me pidieras que señalara qué es lo que te quiero,
no me alcanzarían los poemas para simbolizártelo en metáforas o analogías.
Tal vez ese es tu misterio, tentación de desvelo.
Es un miedo apasionante el que me produce tu voz,
hierves dentro de mí vicios y virtudes que ignoraba;
así reconociéndome vulnerable cuando tu floral mano hace simbiosis
con cualquier extensión de mi piel.
Toda mi historia, el núcleo de mi conciencia,
se reduce a ese vital y religioso momento en el que te encuentro en tu misterio;
pues bastaría con que la punta de nuestras pestañas se tocase
y dejaran de proteger nuestros ojos, traicionando su función natural,
para que se desvele tu afecto, y supiera que me dices “te quiero”.
