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La espera

Duele haber perdido un hijo
que era tu pasión y la mía
que no alcanzó a despedirse
y se fue herido de ausencia
mascullando tu indolencia.

Duele haberte esperado
todo este tiempo
sin que la esperanza madure
y llegue el otoño
para que te regocijes
y bebamos el vino de mi copa.
Satures la herida de mi pecho
y prendas el horno de mi casa.
 
Duele haber perdido un hijo
que era tu pasión y la mía
que no alcanzó a despedirse
y se fue herido de ausencia
mascullando tu indolencia.
 
Duele saber prisionero
un pedazo de mi resignado
a los fríos barrotes de celda
que contemplan el horizonte
desde su imaginaria barca
que el mar se la arrebata.
 
No sabes cuánto duele la distancia.
Abra que preguntarle a la niña
que se quedó esperándote
y de tanto esperarte se volvió mujer.
 
No sabes cuanto duelen los amaneceres
en los que se pierden los quereres
 
Duele que no hayas leído al escribano,
es un dolor silencioso
que no grita, que no pide llanto
que no se recrea en canto.
 
Duele mas cuando decides
amurallarte en el silencio,
anillar tu cintura a otros brazos
y empujarme a buscar otros lazos.
 
Duele que pienses y exultes
que mi orfebrería alisó
tú destino y arrebató tu felicidad
si jamás fuimos tu prioridad.
 
Duele que pidas a Dios
te libere de culpa ominosa
por querer ser dichosa
dándome tu Adiós.

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