Todas las tardes de otoño son tardes de domingo. Tardes de té, de café negro, de libros gruesos, densos, interminables. Todas las tardes de otoño son del color del tabaco húmedo y tiene...
Se ve un monte desértico, una pendiente de grava árboles a los costados, y el atardecer malva. Suben lento los filósofos,
Juventud, ¡divino tesoro! Ya nunca más te voy a tener Te fuiste y me dejaste solo Sufriendo esta cruel vejez. Plural ha sido la celeste
Me gusta cuando corre el viento porque me llega el sonido de un llamador de ángeles desde un balcón incierto, a lo lejos. Me distraigo escuchando ese sonido y me gusta imaginar que así ...
-¡Aay pero que belleza por Dios! Mirá -le pasa el celular-. Antes de morirme tengo que ir a Grecia. Que belleza Santorini, si el paraíso existe, está ahí. -¡Aaay noo! Me muero, que bell...
Había hace mucho en el pueblo tres vivos que no sabían que ya se habían muerto. Andaban los tres tranquilos, gozando y muy contentos.
Un tango de Piazzola para una Buenos Aires helada como una mañana de julio en Esmeralda. Una ventana opaca oculta el olor agrio del humo del tabaco. Y yo estoy sentado esperando que ven...
No supimos habitar el vacío cuando estábamos a la orilla del r… Un par de chicharras, qué bicho ha… y nosotros hablando, queriendo dec… No supimos escuchar
Te pregunté cómo creías que es el cielo, si es que existiera un cielo, o el paraíso o como quieras decirle a eso, y te dije que no hay que creer en el cielo para imaginárselo, porque es...
—Ya vamos a almorzar en la casa, aguantate hasta que lleguemos. —No tengo plata, y vaya a saber cómo las hacen a esas papas fritas. Mirá, está todo sucio el lugar este. —No me importa, ...
qué carajo un remolino que se lleva las piedr… subterfugios en el remolino qué carajo unas piedras que se llevan las sim…
B. Bascaricocha va por el camino con su güisquero quispe y su bucul lleno. Uno para la memoria, dice, uno para la reumatitis, uno para la sordera. Y así, de a sorbitos, va poniéndose a ...
un equilibrio frágil sostiene las etapas sucesivas que se apilaron durante años y años de eventos insignificantes
Callejón de adoquín callejón a la ribera Te gustó mi jardín y te quedaste a merendar. Te llevé de paseo
Empecé a escarbar entre las uniones de mis dedos del pie. Horadé la carne y llegué hasta algo blanco que parecía hueso, o cartílago. Con los pies así, salí a caminar. Al principio me do...