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Santiago

He creído en el continente
que, entre brazos y suspiros,
encumbró su tierra al tiempo.
 
Más de dos mil años han partido,
con la fugacidad de un insomnio
y el silencio de un carnaval.
 
Otro momento:
va siendo la definitiva hora
de alzar la mirada tras el mar
y ver resucitar un 25 de Julio
que hace su catedral de piedra
con machete, son y caña;
que viste al peregrino,
de balcón en balcón, con guitarras.

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