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Los olvidados

Yo decido bajar ahí al abismo del dolor,
por voluntad propia, solamente para sentir en mis huesos el frío de las noches de inclemencia.
¡He aqui los olvidados, he aqui los desolados!
En sus ojos encuentro vestigios de mi rostro triste.
Su mirada es daga debil pero amarga, una silenciosa suplicadeanhelado reposo.
En su alma ha sucumbido toda llama de esperanza.
Aguardan a la muerte en su umbral, sin pena ni miedo.
¡Sin saberlo se han convertido en imortales!
Pero ¡ah! Nadie eregira al cielo blancas estatuas de marmol, ni levantaran en su nombre templos que glorifiquen su memoria. No, estos son martires sin causa, victimas de nadie.
¡Oh hermanos! ¿Acaso sera prudente, morir otra vez clavado a una cruz de pino para ayudarlos?
Y al hallarme de pie, en el fango que arropa sus cuerpos agonizantes de olvido, no puedo nada que escupir en el nombre de cualquier Dios Y Rey que se sienta en su trono de marfil con sus cetros de plata.

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