Todavía salgo a media noche a buscar la luna, como buscando mi alma. Todavía salgo a que las sombras me abracen, a respirar el cielo con sus estrellas, la ciudad con sus luces, a beber el rumor de la vida dormida y sus vestigios, coches a lo lejos, perros y ladridos, y ese silencio de caracola en los oídos.
Todavía acostumbro a mirar a la luna a los ojos y ver mi alma reflejada en ella como en un espejo.
Todavía me entra la vida por los poros como una poesía, todavía se me inunda el alma de gozo y me bastan noche y soledad fieles amantes mías para saber que aún después de tanta vida todavía no muero.