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A los hombres

Les voy a contar algo:

Una noche de borrachera con mis amigas, instalé Tinder, mi psicóloga me recomendó que comenzara a explorar y vi una oportunidad en ello. Me dejé caer en las sistemáticas acciones de las gentes superficiales, poco interesantes y nada creativas que, de un lado a otro con el dedo, escogiendo “quién sí” y “quién no” como en el supermercado, lo hacen con seres humanos.

Crucé palabras con un hombre de 23 años, Luis se llama, historiador, vaya que sí me llamó la atención, me pareció alguien que podía tener conversaciones muy interesantes conmigo y compartir discusiones una tarde de café o simplemente hacer amistad. Creo que ahí fue donde fallé.
Se dice que en Tinder solo hay “ciertas personas”, me siguió en Instagram y cuando no entendí una insinuación, porque para sacar conjeturas soy mejor en lo académico que en lo relacional.
—Luis: “no creo que mi cuerpo aguante tanto jajaja”– “dos carreras”, “a vos de fijo si te aguato”.
Al no entenderle, me dejó de seguir.
Le dije:
—Veo que me dejaste de seguir, fue un gusto hablarte al menos—
Si les soy completamente honesto, esa faceta de mí, siempre la vi forzada. Me recuerda cuando tenía que soportar a mis compañeros heterosexuales de colegio, en presencia de mis amigas exponiendo cosas como:
-“Que linda actitud”, “sos demasiado linda”, “claro eso es muy interesante” -
Y luego de marcharse y quedásemos “los hombres” escuchar:
—“Está tan rica esa mae”, “¿cómo tendrá la vagina? para rompérsela cogiendo”, “ojalá no esté peluda, que asco”, “que rico culearla toda, pero esa mae es toda dramática, me va a costar llegarle” –
En esos momentos, siempre tuve una posición muy incómoda porque no creo que alguien se merezca comentarios de ese tipo, son mis amigas. No terminaban de hablar cuando yo me retiraba con cara muy expresiva, un defecto o virtud que tengo, seguido de las palabras predecibles en las que se decía:
–Ya se va el playo este ¿usted no se quiere culear a una? – Y era verdad, no quería coger con ninguna.

No los entiendo, desde niñe no pude comprender sus dinámicas, me parecían muy básicas, eran casi como si no saliera de ellos mismos, una marioneta de la heteronormatividad, el sexismo y la misoginia de la sociedad.

Me odié muchísimo, cuando en un sueño, descubrí que a eso que no le encontraba sentido, a aquella construcción barata, simple y poco orgánica me hacía sentir cosas inexplicables allí abajo. Ahora mismo, no sé, si estoy de acuerdo o no con la hipótesis de que lo que más odias, te termina atrayendo, si me preguntan, muy sinceramente no creo en ella. A mis pocos y muchos 24 años sigo encontrando la misma respuesta, tratar de complacerles es solo un gasto de energía innecesario, violento y poco amoroso conmigo misme.

Busqué por años respuestas, explicaciones certeras para que las personas comprendieran que las palabras no se escriben solo por escribirlas, que contienen significados, que entrelazan circunstancias, que resuelven situaciones, que visibilizan lo invisible. Pero sigo fallando.

Ya no le busco una explicación en las expectativas que les tengo que cumplir, ya para eso no tengo tiempo, tampoco le veo respuestas almacenadas en mí. Soy tanto, que estoy seguro que eso suele asustar a les demás.
Pero ya no los voy a entender, no quiero, no puedo y ni se me da la gana hacerlo.

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