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El dolor del GAM

Me visita de a ratos con cara e' perro,
Se apodera del aire de alrededor.
Me hace daño, me ahoga, se instala adentro.
Y no puedo matarlo porque soy yo.

Medio día lo bailo todo,
Otro medio me duele el mundo.
De razones no entiende, no mi canción

Por un lado lo quemo todo,
Por el otro me quemo solo.
Las dos caras del mismo canto, oh-oh

Ay! Dolor...
Agua nueva que sane todos los fantasmas.
Ay! Mi amor, no te quiero ensuciar el alma.
-Sacar la rabia (Pedro Pastor)

Salir corriendo, eso es lo que deseo y me da felicidad y paz.
Estoy asqueado de esta realidad, de su gente, de su indiferencia, de su individualidad. Aquí todo es más pesado, y no porque haya más en qué pensar, sino porque se siente ajeno– lejano.

Salir, irme, huir quizás también. De mucho dolor, de sentimientos que quiero alejar, de nombres que quiero olvidar, de miradas que quiero apagar.

Dolor que sane mi alma, en un lugar como el hogar. Este no lo es, aquí no está mi paz, mi tranquilidad y sé que podría dejar de estar acá. Pero es el precio que tengo que pagar por darle a mis sueños un lugar en cuál habitar.

Dolor que me haga transformar, que me aleje del sobrepensar, de quiénes me hicieron mal, y no porque quisieran sino porque su tiempo en mi vida irrumpiera tan estrepitosamente que me obligara a vivir-transformar otras partes de mí por las que debo velar.

Mi terapeuta me dijo que era mágico, sí  lo fue, no fue fácil llegar a esta conclusión. Sobreviví a eso tan mágico que me abrió los ojos a rincones que tenía que poner en remojo de una compasión que todavía me es ajena.

La vida me normalizó que la violencia fuera un espacio seguro, sí. La violencia hacia mí es un espacio que habitaba con regularidad, ni siquiera perpetuada por les demás, sino por mí mismo. Una violencia de ignorarme tanto que casi mi (ser) desapareciera. Se fuera de mí y llegara aquél que completara los mundos de les demás sin haber poblado en mío.

Dolor que sana, porque me ha devuelto otras ganas de empezar, de comenzar a crear otra esfera de la infinitud del jarrón de galaxias que habitan mi Ser.

Dolor para que vuelva a empezar, para que salga de allí y lo pueda superar, dolor para sentir... Sanar es el proceso más doloroso, te haces consciente de todo ello que en algún momento debiste frenar, pero ese dolor que no viene del exterior es un dolor casi agónico del Ser que permitiste Ser y que ahora deber arrancar.
Es haber permitido lo que permitiste, ese es un dolor que no se cura facilmente. Reconocerse tan ingenuo y grotescamente complaciente hasta mutilarte los sentires por todo aquello y les demás que no sea uno mismo. Eso es doloroso. La ansiedad me viene de allí, de haberme permitido eso que fui y que a muchos más les sirvió sin antes servirme a mí.

Dolor de volver a mí, de perderme y buscarme constantemente, de hallarme empiezas para volver a armar... Dolor para vivir, y para un futuro seguir.

Pensando la GAM (Gran Área Metropolitana)

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