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Mirando desde el balcón

La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es buen amigo
Súper-buena-onda
Yo no soy buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
Pero igual se ríen
-Pedro Lemebel (Manifiesto "Hablo por mi diferencia")

Desde dónde

Algo que vengo aprendiendo es a ver desde dónde.
No es un lugar, no es algo tangible. Es más, una historia...

En sesión de terapia hablo con mi sicóloga que “mirar desde el balcón” es aquello que nos ayuda a sobrepensadores como yo a descubrir el meollo del asunto. ¿Desde dónde me habla esta emoción? ¿Desde dónde mi mamá me pidió discreción cuando salí del closet? ¿Desde dónde mi compañera de carrera me dijo una vez que “eres un mediocre”, por querer seguir estudiando ahora sí algo que me apasiona?

Así una serie de cuestionamientos ¿Desde dónde? Me han adormecido las neuronas pensando justamente desde dónde las vengo arrastrando.

Tuve un encuentro muy cercano con mi cúmulo de heridas, en una experiencia que debía ser solo eso. Una experiencia... pero me arrojó a un lugar muy profundo de dónde vengo.
Me arrastró a recuerdos que siguen sangrando, a comentarios que siguen doliendo, a burlas y chotas que siguen sin hacer un mínimo de gracia. Me tiró a un reflejo que he querido tapar con erudición y más lectura.

Me encontré tirado en las más oscuras sombras de una exploración que no se dio, de una pregunta que no se hizo, de una identidad que no testee, a un “despertar” sexual que no viví. Que más bien trabajé, que tuve que leerlo, tuve que verlo en películas, tuve que buscarlo, tuve que conseguirlo, nadie me lo dio, nadie me tomó de la mano para llevarme hacia ello.
Lo hice solo, y claro que duele, duele muchísimo que nadie me acompañara a saberme un gran maricón. Nadie me “tocó el culo” como dirían mis tíos. No tuve que experimentar, simplemente sentía que así era, que ello también formaba parte de este ser infinito que cargo dentro.

Y no lo cuento con solamente la tristeza de los recuerdos, me llena el alma un sin número de emociones que me forjan una esperanza. Yo creo que quienes amamos con pasión los asuntos sociales, vemos en nuestras profesiones una luz que podríamos alumbrar para que otras vivencias no corran con nuestra misma suerte/supervivencia dolorosa. Simplemente porque sabemos y reconocemos que no es un lugar cómodo, que no es justo, que no es seguro. Que dejan marcas, que dejan miedos, inseguridades, incertidumbres que ningún otro ser debería pasar por ellos.

Ahí está, esa es la utopía que me ayuda a caminar, esas son las decisiones políticas que tanto me obsesiona comprender, porque sé que con el simple peso de una decisión política justamente tomada, un crisol de posibilidades y oportunidades salen para hacer menos pesada la dolorosa cruz del vivir.

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