El sexo debe ser un encuentro político.
En lo político no existe lo estático, solo lo nuevo. Lo menciona Arendt en ¿Que es la política?

Así, lo común (es el factor determinante) para que el encuentro sea político. Lo común permite; comunicación, negociación, respeto, deliberación, decisiones, experiencias, experimentaciones, reevaluaciones etc.
Cuando existen dos conciencias (o más) en encuentro, jamás podría darse espacio para la costumbre porque estaría siendo apolítico. La relación no debe ser economicista (satisfacción de una necesidad para un consumidor) debe ser relación social porque en ella no hay transacción. Solo acción y esta no es fija, es progresiva por naturaleza.

Estoy en desacuerdo cuando a veces, desde la psicología se nos muestra que las relaciones son un intercambio de necesidades (sí, ellas lo son) pero solo una parte. La intimidad es esa otra parte de la relación que nunca podría ser transaccional, porque da paso a la vulnerabilidad del ser.

¡Los contratos o las transacciones no llevan vulnerabilidad!

Por eso no somos objetos de consumo, ni jamás podríamos serlo, el problema es la percepción del sistema que nos hizo naturalizar esa idea. Pensarnos como relaciones materiales (económicas) todo, es absurdo. No todo es producibile, no todo es consumible, no todo es mercantilizable .

Por eso odio y soy crítico ferreo en reducir todo a lo material, hay en el mundo fenómenos que simplemente son y no tienen por qué tener una “función” o “utilidad”, esa es la visión utilitarista de la vida humana y lo humano no puede tener una finalidad, porque simplemente no existe “función”.
No se nace para algo, para cumplir algo o llegar a serlo.
Ya lo somos con nuestra existencia misma, no tenemos por qué tener una función (solo que los animales humanos, tenemos la capacidad racional de otorgarle, eso que le llamamos “sentido” a nosotros mismos) pero no viene dada por naturaleza, porque no hay naturaleza misma del hombre.

No hay esencia, ya lo somos, no hay que buscarla ni definirla.