El golpe certero a la disculpa
No debemos olvidar que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles. - Rosa Luxemburg
No pido disculpas
¡NO!
Me han negado muchas veces mi pasión, me la han estigmatizado y grotescamente me la han degenerado en boca de “otros” como intensidad.
Lo soy, eso hago, aprendo a vivir con intensidad el mundo. Lo hago tal cual me sale, no ahogo a nadie, no maltrato a nadie.
Sí, en la comunicación busco los acuerdos óptimos para una relación social sana desde la pregunta ¿Te parece mucho? ¿Puedes lidiar con esto? ¿Soy demasiado?
Y sí, me escapo tanto de tanta delimitación justo por la demasía de mi ser. Creo que por ello mi identidad es el universo mismo. No pueden, ni podrán nunca encausarme en tan poco y tan menos como las palabras. Y no porque no tengan su peso, sino porque el mío se funde en la infinitud de la historia misma.
Soy intensamente apasionado por todo. Y dirán pero ¿cuál todo? Yo les contestaré que justamente el todo que transforma y cambia cada segundo que habita esta existencia. Me pasé vidas, complaciendo y disminuyendo mi universalidad justo por no pecar de “intenso”.
Agradezco serlo, sin mi intensidad ¿Qué sería de mí? Un significante vacío en la relativización de la historia... Me niego rotundamente a siquiera acercarme a ello. Jamás pediré disculpas por mi intensidad, por pedir tiempo de calidad, por amar no como aman los demás sino desde la incertidumbre sorpresiva de la intensidad del coincidir con mi universo.
Otro día de sentir tanto, que mi espíritu se funde con el universo.
