Va creciendo.
Así, tal cual como se va absorbiendo el café en el biscocho a la hora del café.
Tal como va llenándose la tarde de oscuridad.
Como la historia en la memoria de las personas.

Va creciendo como las ganas de todos por cumplir los sueños, los anhelos, sin desmedida, sin ningún alto en su paso.
Se va propagando como la utopía en los pensamientos idealistas, agregando un poco más, un poco más cerca de un camino sin final.
Algo que va construyendo una idea de muerte. Una especie de sentimiento, de llena incertidumbre, una esperanza que mueve a las nuevas reflexiones generacionales.

Va almacenándose, como la espuma en una vasija de chicha fermentada, como una canción que sigue su curso, una significación que le otorga sentido a la semántica.
Se va haciendo cada vez más grande, viene con algo en mente, con un hecho sin hacer, pero una inminente acción por concretar. Se hace más fuerte, como la resistencia de las clases bajas a la desesperanza, al olvido, a la justicia social, como resisten las nuevas generaciones a los pensamientos estructurados que hace que se formen batallones de insistencia y obstinación en las ideas.

Va creciendo, como la migración que le otorga ilegalidad a la existencia humana, dándole valor a un papel por encima de la piel, como la América Latina, que sigue su curso sin mirar atrás, pero aprendiendo de un pasado que no encuentra su raíz aún sin parar de caminar.

Va creciendo como la política impregna los más profundos sentimientos, el resentimiento, la injusticia, la deuda eterna de unos cuantos a espaldas de unos otros.

Va creciendo como una enfermedad, como una plaga, va creciendo como un virus, va mutando, va sosteniéndose.

Va triunfando, o va degradando... pero va sin reparos reproduciendo, un futuro, un hecho, un derecho a abandonar este lecho terrenal, va creciendo así, tal cual, en el cuerpo de mi papá, un cáncer mortal.