Hemos
¡Los humos!
Hemos buscar.
La búsqueda de las cosas nos enseña que en la vida hay afán por afanar. Las cosas, que solo se conciben desde su idea más fenomenológica, tienen la apariencia de estar a la espera. Es un tiempo en el que ellas saben que no están, hasta que alguien les da su sentido empezando así, ellas, las cosas, a estar. Aún no se encuentran, porque en la infinidad de todo lo que puede ser, el afán de encontrar no se compara con el de buscar.
Hemos procesar.
Anterior a encontrar, posterior a buscar, se vive el proceso. La acontecida ironía de vivir en dialelos provoca la insuficiencia de la búsqueda eterna. El ser que busca, el que no se sacia, desea afirmar su curiosidad en el desdén de las cosas, sentirse vida en el mar de lo que no flota. El hecho es que antes de encontrarse, se debe procesar la vivencia de la espera. Sosegar la condena del que no persevera.
Y en el antídoto de la existencia, queremos encontrar las más íntimas respuestas... encontrarlas hemos.
Si no, ¿qué le depara al que al avanzar se para?
