Arrepentimiento
Tanto que quise ser
Tanto que ambicioné
Tanto que desprecié
En fin...
Puedo decir tanto y tanto
de lo que me envenenó mi pasado
y seguir conjugando verbos dolorosos
que definieron mis motivos y actos
cuando jugaba a ser dios
y me proclama un divino santo.
¡Qué osadía la mía!
De pensar que nada somos en la Vida.
Nos inflamamos tanto de soberbia
que al caer derrotados en nuestro nicho de dolencias
nos tornamos más noble que una corola tierna
—¡Qué tarde lo entendí!—
Saeta clavada en mi alma gris
Ahora que no puedo probar bocado
que mi verbo se ha secado
y mis riquezas están en el bazar de la miseria
deseo un bálsamo sagrado que venga
de lo Alto o de un Monte Santo.
Dolor ya no te aguanto
Día a día estoy menguando y
mis ojos son dos cántaros llenos
que rebasan día y noche
en mi lecho almidonado
Oh mi Dios, ¿Hasta cuándo será levantado mi calvario?