Bendita miseria
¿Qué tengo?...
Nada
Ni la Vida comprada.
Como me ven me tratan:
perro callejero de las avenidas empolvadas.
Así me definen las almas pútridas de vanidad
que deambulan por los senderos de la Vida Sagrada.
Jamás expreso escozor. No es lo mío.
A menudo pudientes, opulentos
y sarnosos de la burocracia
me humillan y escupen en mi cara
alegrándose de mí desgracia
Pero el Tiempo es buen amigo
y a la vuelta del destino
me encuentro a muchos de ellos lamiendo el piso
o durmiendo sobre bancos carcomidos.
En fin.
Así son los giros inesperados de un andar calcinado.
En ocasiones me acerco a enseñarles
las tácticas de todo pordiosero
Desde buscar los desperdicios
en las ramplas de los basureros
hasta hacer un camastro modesto
con cartones a ras de suelo.
Y es que en los andenes de la miseria
he aprendido a ser noble porque se vive
de cualquier caridad.
Deambulando por senderos grises
le he puesto color a lo poco que tengo
y que por permisión Divina me queda: Vida
Es un martirio vivir y morir al mismo tiempo
mientras el Mundo se devana en alegría.