Santos óleos
Estoy tan enfermo que apenas despido el aliento
Mi Alma agoniza a ritmo lento
como agoniza el final de este verso
¡Ay de mí Astros longevos,
qué estaré pagando!
me pregunto en mis adentros
Cuanto añoro marcharme al Valle de los Huesos
donde florece el lirio negro.
En mis ayeres creyéndome Dios
hice de mi soberbia coraza y yelmo
y de mi lengua una lanza afilada
que apuntaba a los Cielos.
Y es que el cartílago traicionero
en sapiensa de incauto
sala el Alma para años postreros.
Al fin. No tiene hueso y serpentea ofendiendo.
En verdad cuanto me arrepiento.
¿Qué será de mí ahora que tengo
el embalse hasta el cuello y la muerte
lapida mi agonía por oscuros senderos?
Dios socórreme en esta travesía
que me estoy hundiendo
en un lago de fuego.