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Campo Marte.

Muy verde.
Ni rosa ni clavel. Ayer.
Bajo tus propias
palabras «No tenemos
necesidad de la luna».
Está bien.
Olvido no es ignorancia de ti.
Ya lo sabes,
pedir perdón,
extender una mano,
obran en si mismos como
trofeos tibios domésticados
para el mundo.
No importa.
Ya declaran negro lo íntimo.
Aquí;
bajo tus iguales,
dónde las cinturas piden permiso
para amarse y los árboles
saben que son árboles.
Tú, retrato de voces,
¿Aunque pudieras
a veces,
volverías la cabeza,
cómo quien asiente,
más allá de la vida,
a su propia destrucción?

Variaciones sobre tema urbano.

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